La pesada herencia de Chávez
El sucesor en la presidencia cargará con el lastre de un mayor número de pobres y del peso de la red clientelar montada en los 14 años de mandato del difunto líder
ludmila vinogradoff
De noche los cerros que rodean a Caracas lucen con sus bombillos chinos como un gigantesco pesebre natural. Pero a la luz del día, la miseria de los «ranchitos» o chabolas y su vertiginoso e imparable crecimiento plantea dudas acerca de la reducción de la ... pobreza que como una bandera y un logro exhibe el chavismo ante los organismos internacionales.
El Instituto Nacional de Estadísticas asegura que en los 14 años de gobierno de Hugo Chávez la pobreza bajó de 50 a 25,4 %. «Todavía hay 7,3 millones de pobres» de una población de 29 millones de habitantes. Sin embargo, los cinturones de miseria y marginalidad se han multiplicado en ese mismo período. Basta comparar las fotografías tomadas entre 1999 y 2013 o echar un vistazo a los cerros caraqueños para constatar cómo se han expandido.
El régimen chavista ha creado una masa de 10 millones de venezolanos, que sería un tercio de su población que depende de las asignaciones presupuestarias de la nación. Es una pesada carga social que deja el legado chavista a su sucesor.
La gigantesca nómina pública que se ha convertido en una red clientelar incluye a unos 2,5 millones de pensionistas y jubilados, a 2,5 millones de empleados públicos y 5 millones de personas que reciben becas, ayudas económicas, viviendas y toda clase de beneficios como créditos, comida, vehículos, neveras, cocinas, viviendas, ordenadores y equipos electrónicos.
«Hoy en día los venezolanos son más pobres», afirma el candidato presidencial Henrique Capriles, quien promete que en caso de ganar continuará con las misiones o programas sociales creados por el chavismo y las va a mejorar.
«Chávez es el redentor de los pobres», dice su delfín político Nicolás Maduro, quien promete acabar con la pobreza. Sus promesas suenan huecas pues ni siquiera su tutor ha podido cumplirlas.
La otra carga o legado es la burocracia. Cuando Chávez comenzó en 1999 la administración pública de 13 ministerios estaba compuesta por unos 500.000 empleados. 14 años después la cifra de ministerios se duplicó y la nómina pública ha crecido cuatro veces hasta 2,5 millones.
La poderosa corporación petrolera Petróleos de Venezuela, (PDVSA), operaba con 40.000 empleados de los cuales Chávez despidió de un solo plumazo a 20.000 en el 2002 por el paro petrolero. Antes de Chávez PDVSA producía 3,2 millones de barriles y estaba considerada entre las mejores empresas del mundo.
Bajo el régimen chavista la petrolera ha reducido su producción a 2,8 millones de barriles diarios por incapacidad e ineficacia y ha aumentado su nómina a más de 130.000 empleados, la mayoría de los cuales son activistas del Partido Socialista Unido de Venezuela que se ocupan de «remolcar» y «arrear» con vehículos de la corporación petrolera a beneficiarios de las «misiones» o programas sociales o los que alguna vez han recibido ayudas asistenciales del gobierno.
Expropiaciones sin indemnizaciones
Pero además hay que incluir la pesada carga burocrática de las empresas e industrias pesadas del Estado. La mayoría o el 90 % de ellas produce pérdidas y sus cuentas están en rojo mensualmente.
El gobierno ha expropiado las principales haciendas y empresas de producción agropecuaria sin indemnizar a sus antiguos dueños como la española Agroisleña. Hoy en día Venezuela se ve forzada a importar el 70 % de los alimentos que consume cuando antes era de 30 % porque ha destruido su producción privada nacional.
Lo que ha hecho hasta ahora el chavismo es profundizar el capitalismo de Estado o estatización de los medios de producción con miras a establecer un «modelo socialista de producción», dirigido por los cubanos, que ha fracasado hasta ahora se mire por donde se mire.
En el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), fundado por Chávez en el 2006, hay cerca de 6 millones de militantes inscritos, que han montado toda esa estructura paraestatal y clientelar. Sus principales dirigentes son entrenados en la Escuela de Formación Política de Cuba, donde su más aventajado alumno es el actual presidente interino y candidato designado por Chávez es Maduro.
El hombre del pajarito
Pero no todos los militantes del PSUV son monolíticos. No piensan ni sienten igual. Ayer los chavistas duros votaron por Maduro pero saben que no tiene el mismo liderazgo de Chávez. Hay un sector, como un 25 %, que no le gusta el hombre del pajarito y prefiere abstenerse a votar por el heredero.
Gane quien gane, el nuevo presidente de Venezuela deberá emprender una cruzada de reconciliación, diálogo y apertura. Si gana Maduro le será difícil imponer el Estado Comunal y radicalizar el plan de Chávez porque está muerto y no puede contener un estallido social por el descontento. Dada la profunda polarización política y social, el nuevo gobierno deberá estar dispuesto a la negociación con el sector contrario para preservar la paz y estabilidad y detener la conflictividad social.
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