¿Qué lecciones podemos aprender del sistema financiero africano?

Con un crecimiento desmesurado, el panorama bancario del continente destaca por su innovación

¿Qué lecciones podemos aprender del sistema financiero africano?

EDUARDO S. MOLANO

En estos tiempos de negros nubarrones en el sistema financiero Occidental, para muchos analistas el astro rey parece encontrarse en el continente africano. Al menos, en cuanto a posibilidades de negocio generadas.

En la actualidad, el panorama bancario del Subsahara experimenta un doble proceso. Por ... un lado, la «africanización» y el crecimiento desmesurado de sus operaciones. El togolés Ecobank es un claro ejemplo. Fundado en 1985, este conglomerado cuenta con oficinas en 32 países (de 54 Estados continentales). ¿Sus últimas adquisiciones? El nigeriano Oceanic Bank y el ghanés Trust Bank de Ghana.

Un caso similar al del United Bank for Africa, con operaciones en casi 20 países y cuyo principal «leitmotif» es reducir la dependencia del petróleo que arrastra la economía de Nigeria, o el de los cuatro titanes sudafricanos: Standard Bank, FirstRand, ABSA y Nedbank.

Sin embargo, este crecimiento desmedido (por ahora) no tiene reflejo similar en los beneficios.

Recientemente, el semanario británico «The Economist» recordaba que, a pesar de la excelsa inversión realizada (o quizá por ello), el rendimiento actual dista mucho de ser espectacular.

«Esto es la conquista del Oeste. Todo el mundo lucha por ser el primero en hacerse con la tierra virgen. El gasto se verá recompensado», asegura a ABC el analista Johnson Nyagudi.

Para el experto, el potencial de crecimiento y una «abundante cartera de clientes futura» son la base de este optimismo. Y es aquí donde entra el segundo proceso: la innovación.

A día de hoy, cerca del 80% de la población adulta del África subsahariana no dispone de cuenta bancaria, mientras que tan solo el 3% posee una tarjeta de crédito. Una carencia que contribuyen a soliviantar servicios como el keniano M-Pesa, que permite a sus clientes realizar transacciones financieras por teléfono móvil.

Desarrollado en 2007 por la compañía de telecomunicaciones Safaricom, M-Pesa (del swahili «Pesa», dinero) es el máximo exponente de la creatividad tecnológica que experimenta el sector financiero africano. Sobre todo, en un país como Kenia, que pese a contar con un índice de analfabetismo del 28%, dispone de más de 24 millones de teléfonos móviles.

Sencillez y accesibilidad

Precisamente es la absoluta sencillez y su accesibilidad (el servicio cuenta con cerca de 17 millones de clientes, más de un tercio de la población del país), la principal virtud de M-Pesa. Para comenzar a utilizar este servicio, tan sólo es necesario registrarse en cualquiera de los más de 27.000 puntos de venta autorizados que Safaricom dispone en el país, así como proporcionar un número de teléfono móvil.

Finalizado el proceso (totalmente gratuito), el usuario podrá desde ingresar dinero en su «cuenta virtual» a enviar fondos a otros usuarios mediante SMS, pasando por el pago de facturas o servicios. Todo ello, en una red mercantil que no se limita tan sólo a Kenia, sino que incluye Tanzania, Reino Unido o Sudáfrica.

«Hay que pensar de forma digital, no analógica», destaca Nyagudi.

«En Occidente, por ejemplo, del teléfono fijo se pasó al móvil. Aquí, esta evolución natural no se ha producido. Simplemente nos saltamos un paso. Y en este sentido, el sistema financiero debe hacer lo mismo», añade.

¿Qué lecciones podemos aprender del sistema financiero africano?

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