Öcalan redacta una «hoja de ruta» para solucionar el conflicto kurdo

En primer lugar, Öcalan hará un llamamiento al alto el fuego por parte de la guerrilla, que se espera que se produzca el próximo 21 de marzo, durante las festividades del Newroz, el año nuevo kurdo.

Seguidamente, los insurgentes kurdos iniciarán una retirada escalonada desde territorio turco al norte de Irak, donde están las principales bases de la organización. Este repliegue comenzará en junio y terminará a finales de agosto, según la información aparecida en los medios turcos.

Después, el gobierno turco deberá crear una «infraestructura legal» que otorgue cobertura a la negociación, una comisión parlamentaria encargada de supervisar el proceso, al estilo de las «Comisiones de la Verdad y la Reconciliación» establecidas en otros conflictos como Sudáfrica, Argelia o Marruecos.

Por último, se iniciará una «fase de normalización», que incluirá el regreso de los refugiados kurdos –unas doce mil personas viven en el campamento de Majmur, en el norte de Irak, huidos de la violencia del ejército turco en los años 90- y la desmovilización de combatientes rasos, que se reintegrarán a la vida cotidiana en Turquía.

A cambio, Öcalan pide a Turquía que abandone sus reticencias a la aplicación de la Carta Europea de Autogobierno Local, un documento que, teóricamente, aceptan todos los países de la Comisión Europea, y que estipula el derecho a un cierto grado de decisión política a nivel local, especialmente para las minorías. El líder del PKK, además, exige que la identidad kurda sea reconocida en la nueva Constitución que está redactando en estos momentos el gobierno turco. La Carta Magna actualmente vigente establece que todo ciudadano de Turquía es un turco étnico, y que el único idioma oficial de la república es el turco.

Queda por ver si el gobierno de Recep Tayyip Erdogan está dispuesto a plegarse a estas demandas.«Nuestros principios básicos son directos y claros. Hemos explicado lo que podemos hacer en este asunto sin dejar que haya dudas sobre nuestra conducta. Nadie debe esperar ninguna decisión que pueda dañar la unidad nacional ni ningún sacrificio por nuestra parte», declaró hace dos días el primer ministro turco, quien insistió en que la organización debe primero dejar las armas como base para cualquier negociación.

«Si se debe hacer un llamamiento al alto el fuego, debe hacerlo el propio Öcalan», asegura Selahattin Demirtas, secretario general del partido de base kurda BDP, considerado cercano a la guerrilla. «Hemos estado negociando durante cinco meses para construir una democracia institucional e imposible de tumbar en Turquía. Al contrario que aquellos que buscan la sangre y la muerte, queremos ser parte de un proceso que va a conseguir el apoyo de todos», afirmó esta semana.

Las encuestas sugieren que el apoyo popular a una solución negociada al conflicto es alto. Pero permanece la resistencia en algunos sectores de la sociedad turca a realizar concesiones a un movimiento percibido como «separatista» y «terrorista». La semana pasada, diputados del BDP sufrieron un intento de linchamiento a manos de grupos ultranacionalistas turcos en la ciudad de Sinop, en el mar Negro. Tras dos días de violentas protestas en varias localidades, los diputados cancelaron la gira que tenían prevista por la región.