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Marco Rubio, nieto de un «sin papeles» y esperanza republicana para la Casa Blanca

El mayor protagonismo del senador de origen cubano, que intenta algunas concesiones de su partido en materia de inmigración, le pone en la carrera para las elecciones de 2016

Marco Rubio, nieto de un «sin papeles» y esperanza republicana para la Casa Blanca reuters

emili j. blasco

«Mi padre estuvo muchos años detrás de la barra de un bar para que yo pudiera sentarme delante». El senador republicano Marco Rubio no deja pasar ocasión sin recordar la historia de su propio sueño americano. Lo hizo, por ejemplo, en la última convención republicana, con esa mención a las múltiples ocupaciones de su padre al emigrar de Cuba a Miami, y lo volvió a repetir esta semana en su réplica al discurso del Estado de la Unión de Barack Obama. «Señor presidente», le dijo este senador por Florida, de 41 años, «yo sigo viviendo en el mismo barrio de clase trabajadora en el que crecí».

En Estados Unidos, nada más terminarse la partida de unas elecciones presidenciales, ya comienzan a barajarse las cartas de las siguientes. Hasta que llegue 2016 uno de los nombres que ocupará continuamente los titulares, por el bando republicano, es Marco Rubio, como ocurrirá con Hillary Clintonen el demócrata.

Con el Tea Party

No es seguro que Rubio se presente esta vez; con solo dos años en el Senado, donde llegó con la ola del Tea Party, podría esperar. Pero está dando los pasos necesarios. «De ordinario, su elección de los tiempos es buena y sus instintos son exactos», afirma Manuel Roig-Franzia, autor de «El ascenso de Marco Rubio».

Que Rubio consolide un liderazgo en la escena nacional depende en gran medida de que tenga éxito en las negociaciones en curso sobre la reforma inmigratoria, en las que él es la principal voz republicana.

Nieto de un «sin papeles», que fue detenido a su llegada a Estados Unidos en los años 50 y no reenviado a la isla por misericordia de las autoridades, para él la cuestión inmigratoria es vital por partida doble: por su experiencia personal y familiar (su esposa Jeanette es de origen colombiano), y por la importancia política que para su carrera política tiene.

«Su bisabuela era una madre soltera e iliterata, que vivía en la Cuba rural en una choza con techo de hojas de palmera», cuenta Roig-Franzia. «Pasar de una choza al Senado de Estados Unidos en poco más de cien años –dos generaciones– es extraordinario. Si buscas pruebas de que todo es posible en Estados Unidos, te basta esta saga familiar».

«Es extraordinario pasar de una choza al Senado de EE.UU. en dos generaciones»

A pesar de esos orígenes, la posición de Rubio en inmigración ha sido cambiante. Fue más flexible en relación los indocumentados en sus tiempos de político en Florida, pero cuando en 2010 aspiró a un escaño en el Senado, su discurso se endureció, buscando el apoyo del Tea Party. Hoy se mantiene firme en muchas políticas conservadoras, pero sobre inmigración está intentando algunas concesiones del Partido Republicano.

Rubio está dispuesto a otorgar estatus legal a los once millones de inmigrantes ilegales, pero ralentizando su acceso a la ciudadanía, pues «quienes vulneraron la ley no deben ser premiados», como ha dicho. Esta lentitud y el requerimiento previo de certificar la impermeabilidad de las fronteras chocan con los deseos de Obama, pero el plan que Rubio ha pactado con algunos senadores demócratas parece todo lo lejos que irían los republicanos.

Recuperar el voto latino

Siendo su origen hispano la baza diferenciadora de Rubio respecto a otros posibles candidatos republicanos, tener éxito en esta cuestión es determinante. También lo es para el propio partido, dispuesto a recomponer su relación con los votantes latinos, que de modo muy claro le dieron la espalda en las últimas presidenciales.

De momento, su réplica esta semana a Obama no ha sido todo el trampolín que deseaba en su proyección nacional. Una escena ridícula cuando tuvo que cortar sus palabras para salir del encuadre de la cámara a coger un botellín de agua, ensombreció su intervención. Pero al menos ha sido saludado como el «anti Romney», lo que en estos momentos es una beneficiosa etiqueta.

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