¡Stalin resucita!

Un representante del Ayuntamiento de Volgogrado anunció que la asamblea de concejales «ha acordado que la ciudad recuperé el nombre de Stalingrado» cada 2 de febrero y también en otras cinco fechas del año, entre ellas el 9 de mayo, día de la Victoria sobre la Alemania nazi. El portavoz municipal explicó que se ha adoptado tal decisión «a petición de muchos antiguos combatientes».

A los festejos, que incluyen una escenificación de la batalla con los uniformes y el material bélico de entonces, acudirá el presidente Vladímir Putin, el verdadero artífice de que Stalin tenga tanto predicamento en la Rusia de hoy. Putin ofrece hoy una gran recepción en el Kremlin.

Con motivo de la efeméride, volverán a circular autobuses con el retrato de Stalin pintado a ambos lados de la carrocería. Y no sólo en Volgogrado, sino también en Moscú, San Petersburgo y otras ciudades del país. En algunos de ellos no habrá que pagar billete. La iniciativa ya funcionó durante el 9 de mayo de años precedentes, pero es la primera vez que se organiza un 2 de febrero.

Toda esta parafernalia estalinista ha vuelto a indignar a los defensores de los Derechos Humanos y a los partidos de oposición rusos. El Defensor del Pueblo, Vladímir Lukín, se propone recurrir la resolución aprobada por el Municipio volgogradense alegando que se trata de «una ofensa a los caídos en aquella pelea. Merecen que se honre su memoria, pero no de esa manera». Según su opinión, aducir que lo pidieron los veteranos «es demagogia».

La diputada Alevtina Apárina sostiene que hay por lo menos 100.000 firmas enviadas al Kremlin exigiendo que Volgogrado se llame Stalingrado de forma permanente. Fueron recogidas por activistas del Partido Comunista y del llamado Sindicato de los Ciudadanos de Rusia, una organización con patrocinadores próximos a Putin. La ciudad se llamó Tsaritsin hasta 1925, después Stalingrado y, desde 1961, Volgogrado.

La pelea que allí protagonizaron alemanes y soviéticos entre el 17 de julio de 1942 y el 2 de febrero de 1943 fue una de las más encarnizadas y cruentas de la historia. Gracias a la victoria obtenida, el Ejército Rojo le dio la vuelta a la guerra y fue el principio del fin de Hitler.

Por eso muchos rusos creen que el tirano comunista debe ser enaltecido. El manual escolar de mayor difusión tras la llegada de Putin al Poder lo trata con benevolencia. La imagen de Stalin ha aparecido hasta en los cuadernos de los colegiales y el metro de Moscú ha restablecido en algunas estaciones sus citas y símbolos.