David Cameron se la juega con Europa

Fueron 45 minutos en los que el «premier» británico fue bastante claro: su intención es la de aprovechar el momento de crisis que se vive en Europa para «rediseñar» las relaciones con esta y una vez logrado este objetivo, plantear a los ciudadanos, hacia la mitad de su segunda legislatura, sobre 2017, un referéndum sobre la permanencia en la Unión Europea (UE) . «Será una opción muy simple: dentro o fuera. (...) Si los ciudadanos deciden salirse, habrán tomado una decisión irreversible. Será un billete de ida, no de ida y vuelta».

De este modo Cameron puso nombre y fecha a una demanda que, según aseguró durante su intervención, está más que vigente entre los británicos, «más desilusionados que nunca», con el proyecto europeo. Pero el primer ministro hizo algo más: sus palabras también fueron un gesto muy claro a los parlamentarios conservadores, que desde el inicio de su gobierno, en 2010, llevaban presionándole para que optara por una postura más radical, y, de paso, captar unos votos que las encuestas más recientes estaban otorgando al partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP, por sus siglas en inglés).

Precisamente esta era la idea que al día siguiente el conservador « The Times » recogía en su editorial: «David Cameron ha demostrado su liderazgo al esbozar una nueva visión de la UE (...) Fue hábil porque ha dado un golpe político interno, con lo que logra una mayor unidad en su partido y a la vez priva al UKIP de su queja existencial».

Tras las elecciones de 2010, cuando se supo que finalmente se daría un Gobierno de coalición, el analista del Centro Europeo para la Reforma, Hugo Brady aseguraba a la agencia AFP: «Es el mejor resultado para la UE porque David Cameron no tendrá las manos atadas ante los euroescépticos radicales». Ahora, con su demanda, las cosas han cambiado. De hecho, un europeísta convencido, el ex primer ministro Tony Blair, sentenciaba, en unas declaraciones a la BBC, la decisión: «La estrategia de Cameron en la UE es como ponerse una pistola en la cabeza. Podría conducir a la catastrófica salida de la Unión Europea».

Irónicamente, el anuncio de David Cameron coincide con el 40 aniversario del ingreso de Reino Unido en la Comunidad Económica Europea (CEE). En el año 1973 precisamente los conservadores abanderaron este ingreso tras dos intentos fallidos, en 1963 y 1967, por el veto de Francia debido a, tal y como recuerda la agencia Efe, las dudas que tenía el presidente Charles de Gaulle sobre el compromiso británico hacia el bloque europeo. Solo dos años después de su ingreso, los británicos ya fueron sometidos a un referéndum con una pregunta clara: «¿Crees que el Reino Unido debe permanecer en la CEE?». Entonces el «sí» obtuvo el 67% de los votos .

A día de hoy, según una encuesta que el pasado viernes publicaba el diario «The Guardian» , un 49% votaría a favor de la salida de Reino Unido de la UE. Un 70% quiere que tenga lugar la votación.

Con todo, paradójicamente, tal y como comenta a ABC.es el profesor de ESADE y Secretario General de Aspen Institute España, José María de Areilza, la Europa actual «se parece mucho» a la que siempre ha querido el Reino Unido. «Esta operación de abandono no tiene sentido si tenemos en cuenta que el Reino Unido ha conseguido casi todos sus objetivos durante su participación en el proceso de integración. Si recorremos los campos de batalla comunitarios (presupuestos, comercio exterior, mercado interior o las sucesivas implantaciones desde 1995) en todas las negociaciones el Reino Unido ha sido un ganador», expone Areilza en su artículo «Un error histórico» .

De hecho, aunque Reino Unido fue uno de los 12 miembros fundadores de la UE (pactada en 1992), se ha mantenido al margen de varias cuestiones en las que ha optado por no implicarse. Así, no adoptó la moneda única, y tampoco entró en el Acuerdo de Schengen. Ahora, la pretensión de Cameron es la de darle una vuelta más a las relaciones con Europa insistiendo, eso sí, en que considera que su país está «mejor» en el marco europeo aunque, de nuevo, con matices: «Bruselas debe reformarse y alcanzar una mayor competitividad y transparencia para evitar un distanciamiento con los ciudadanos», expuso el pasado jueves. Con esta base, los objetivos de Cameron pasan por alcanzar más flexibilidad, una mayor integración política y, sobre todo, la consolidación del mercado único, muy defendido por los británicos.

Ahora Cameron se enfrenta a poner en riesgo la actual coalición que le permite gobernar ya que los liberaldemócratas, con el viceprimer ministro Nick Clegg a la cabeza, son claramente europeístas. Pero también deberá librar la batalla con las grandes compañías británicas, muy interesadas en Europa puesto que el 40% de las exportaciones se destinan a ella.

Los líderes europeos también han respondido a las pretensiones de Cameron. Berlín y País han advertido de que «no se puede hacer una UE a la carta» , idea respaldada por el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, quien en declaraciones a «The Guardian», dejaba clara su postura : «Si cada miembro pudiera escoger solo esas partes de las políticas europeas que más le gustan y abstenerse de las que le gustan menos, la Unión en general, y el mercado único en particular, pronto se desmantelaría».

Por otro lado, no olvidemos el frente más inmediato abierto por el primer ministro británico: el referéndum en Escocia , previsto para el año que viene. Precisamente el jefe de Gobierno escocés, Alex Salmond, se pronunciaba el pasado viernes sobre la iniciativa de Cameron, considerando que «altera totalmente el debate» en torno a la independencia escocesa.

De este modo, tal y como explica a ABC.es el profesor Areilza, precisamente la preocupación sobre el hecho de permanecer o no en la UE alteraría el resultado del referéndum escocés: «A más posibilidades de que salga adelante el referéndum en el Reino Unido, más posibilidades de que salga el ‘sí’ en Escocia».

Con todo, hasta que seamos testigos de dicha consulta, el primer ministro británico aún tendrá que superar varios escollos, comenzando por esas negociaciones con la UE y siguiendo por su propio futuro, que elegirán los británicos en 2015.