100 días para una remontada: las debilidades y fortalezas de Kamala ante Trump
La candidata demócrata tendrá que enfrentarse a un arduo camino electoral tras el abandono de Biden
Todo el apoyo y sin ningún rival: los demócratas se encomiendan a Harris
La vicepresidenta Kamala Harris en un evento de movilización de vacunas
Kamala Harris se presentó ayer en Milwaukee, la principal ciudad de Wisconsin, en su primer mitin como candidata a la presidencia de EE.UU. La candidata necesita esprintar en los poco más de cien días que quedan hasta la cita con las urnas, en medio ... de un vuelco histórico de la campaña tras la renuncia de Joe Biden. El cara a cara frente a Trump, el gran animal político de nuestra era, es impredecible. Pero ya se pueden apuntar las fortalezas y debilidades que marcarán el resto de la campaña.
Edad y salud
Con Biden al frente del 'ticket' demócrata, la edad y la salud eran un asunto central de la campaña y castigaban con fuerza al demócrata. Tras su desempeño calamitoso en el debate con Trump y sus muestras cada vez más frecuentes de declive físico y cognitivo, la edad de Biden se acabó por convertir en el elemento que provocó su dimisión. Ahora se ha dado la vuelta a las tornas y la edad y la salud es una cuestión que perjudica a Trump. Si gana en noviembre, a sus 78 años batirá el récord de ancianidad de Biden en la elección de un presidente. Aunque Trump presume de vigor, sus lapsus mentales también son habituales y lo normal es que su declive se acelere en los próximo años. Harris, de 59 años, ha ahorrado ese problema a los demócratas.
Economía e inmigración
Harris parte con desventaja en dos de las cuestiones prioritarias para los votantes. La sensación generalizada entre el electorado es que la economía iba mucho mejor con Trump que con Biden, y ella heredará esa carga. En la gestión de la inmigración masiva de indocumentados, otra cuestión que afecta al voto, Harris tiene responsabilidad directa. Biden le encargó su gestión y ella se centró en las «causas de raíz» del problema y no en fortalecer la frontera. En la presidencia de Biden se han batido récords de arrestos de indocumentados en la frontera, y Trump adjudica ese resultado de forma directa a su rival.
Aborto
Desde el momento en el que se postuló como candidata, Harris ha dejado claro que uno de sus mejores terrenos será la materia del aborto. Tanto Trump como su candidato a la vicepresidencia, J.D. Vance, han tratado de distanciarse de propuestas de prohibición total que defienden algunos sectores republicanos y que son muy impopulares para la mayoría del electorado. Harris vinculará a su rival con la sentencia del Tribunal Supremo -cargado de jueces conservadores nominados por Trump- que tumbó las protecciones constitucionales al aborto y con las propuestas más extremistas, en un intento de captar voto moderado, femenino y movilizar a los jóvenes.
Política exterior
Al contrario que Biden durante su época como vicepresidente con Barack Obama, Harris ha tenido muy poco protagonismo en la política exterior. Eso no impide que la candidata se vea lastrada por la presidencia de Biden, que ha vivido el bochorno de la salida de Afganistán, el apoyo multimillonario y cada vez menos popular a la guerra en Ucrania o la incapacidad para mediar una resolución rápida a la guerra en Gaza. En este último punto, Harris apunta a posturas menos pro-israelíes que las de Biden: ella fue la voz más potente en el Gobierno a favor de conseguir un alto el fuego a toda costa. Eso puede reconducir la relación de los demócratas con el sector izquierdista, pero amenaza a incomodar a los sectores amplios en el centro.
¿Centrista o radical?
La elección vivirá una tensión constante en las dos campañas entre la necesidad de movilizar a las bases y la de atraer a moderados e indecisos, que son quienes inclinan el resultado. Trump y sus aliados ya han empezado a retratar a Harris como una «radical» que defiende las propuestas más extremistas en economía, cambio climático o agenda 'woke'. Harris tratará de hacer lo mismo con su rival, que ha hecho amagos de mostrar una cara moderada -por ejemplo, buscando distancia con el llamado Proyecto 2025 y sus propuestas prohibicionistas sobre aborto- en las últimas semanas.
Diversidad
Los republicanos se han lanzado a criticar a Harris como un «fichaje DEI», las siglas en inglés de diversidad, equidad e inclusión. Es decir, que está en el cargo de vicepresidencia por ser mujer y por pertenecer a dos minorías raciales (es hija de jamaicano y de india). El primer y único intento hasta ahora de elegir a una mujer en la Casa Blanca fracasó en 2016 con Hillary Clinton frente al propio Trump. Habrá que ver si el apetito del electorado ha cambiado y si la diversidad de Harris es un factor positivo.
Entusiasmo
La campaña de Biden estaba sumida en el pesimismo, un contraste completo con la de Trump, que salió eufórico de la convención republicana de la semana pasada. El cambio de protagonista con Harris ha sido un subidón de entusiasmo para los demócratas: la nueva candidata ha acaparado toda la atención -la especialidad de Trump-, el partido se ha unificado, miles de voluntarios se han registrado a la campaña y se batió el récord de donaciones online -81 millones en un día- tras su llegada.
Candidata mediocre
El desempeño de Harris en lo que queda de campaña es una incógnita. Pero sus antecedentes son dudosos. En 2016, no tuvo que esforzarse mucho para ganar su elección al Senado: en California, su estado, los demócratas ganan por costumbre. Es más significativo lo que ocurrió en 2020, como candidata a la presidencia en las primarias demócratas. Ganó mucha atención en el primer debate entre candidatos gracias a un par de golpes bajos a Biden, a quien acusó de defender políticas racistas en el pasado. Pero su campaña fue un desastre, con una gestión caótica de su plantilla -Harris es una trituradora de altos cargos- y sin coherencia en sus propuestas. Quedó apeada a las primeras de cambio. Ahora tendrá que ofrecer una versión muy distinta, frente a un monstruo electoral como Trump.