Ignacio Gil retrató las luces y las sombras del 11-M, «Es un galardón al trabajo conjunto de todos los fotógrafos de ABC
N. VILLANUEVA
Ignacio Gil ganó el premio Mingote por la fotografía «Un año
después», publicada el 11 de marzo de 2005 en un suplemento extraordinario,
«11-M: lo que perdimos», incluido en las páginas de ABC con motivo del
primer aniversario del dramático atentado terrorista.
Un galardón que, en
palabras de Ignacio Gil, reconoce no sólo su labor, sino «el trabajo en
conjunto de todo el equipo de fotógrafos que colaboró en ese número. El
premio se lo merecen todos».
Gil recordó cuáles fueron los pasos
previos para captar la instantánea ganadora: «Unos días antes de celebrarse
el primer año del 11-M recorrí los diferentes puntos donde tuvieron lugar
los estallidos de los trenes, y me subí a uno de los vagones para realizar
el mismo trayecto que llevaron a cabo algunas de las víctimas aquella
mañana», en la que tuvo lugar una tragedia que, confiesa, «nos afectó a
todos, porque de una manera u otra conocíamos a alguien que iba en uno de
esos trenes». ¿Qué es lo que buscaba transmitir en «Un año después»? «Quería
representar cómo era la luz que entraba por el arco de la Estación de
Atocha, a la gente normal que pasaba por ella como habían hecho otras
personas un año antes», explica.
Aquella mañana de 2004, Ignacio Gil también estuvo allí para recoger con su
cámara los terribles efectos del atentado terrorista.
Una fecha de la que
guarda «un recuerdo doloroso», y en especial de una imagen: «El tanatorio
que se instaló en el recinto ferial de Ifema, donde los familiares de las
víctimas se acercaban con una fotografía para reconocerlos».
Preguntado sobre dónde están los límites a la hora de mostrar públicamente
imágenes a veces demasiado explícitas por su crueldad, un tema que ha
levantado ásperos debates en alguna ocasión, Ignacio Gil considera que los
límites «nos los debemos poner nosotros, los fotógrafos, y nadie debe
imponerlos. Cada uno debe marcar los suyos». Y, para ilustrar esta
afirmación, rescata la reacción de un fotógrafo de prensa escrita aquel 11
de marzo de 2004, «que decidió abandonar su cámara para ayudar a las
víctimas. Él marcó ahí sus límites».
Habituado a cubrir gráficamente todo tipo de informaciones desde hace más de
16 años, reconoce que disfruta más recogiendo las imágenes cotidiandas, «el
día a día», antes que los encuentros oficiales. Y que entre la fotografía
hiperrealista, que no ahorra ningún tipo de detalle, y la simbólica, donde
se puede contar más mostrando menos, opta por esta segunda, como queda bien
patente en la fotografía ganadora, donde una mañana de marzo se cruzaron en
las vías de la estación de Atocha las luces y las sombras, la vida y la
muerte de casi dos centenares de personas. Ignacio Gil, que ha participado
en varias exposiciones colectivas de fotografía, se encuentra inmerso en
estos momentos en otra muestra, que tendrá lugar próximamente en la
Asociación de la Prensa y que recogerá la trayectoria histórica de los
diferentes fotógrafos que han colaborado en ABC. Mientras tendrá tiempo para
pensar a qué destina los diez mil euros del premio. Una cosa tiene clara:
«Haré un viaje, pero todavía no sé a dónde».