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Espectáculos para otras plazas /
Los Toros en el Cine
Los toros y el cine son dos artes, uno que nació con Pedro Romero
en Ronda hace casi 250 años, y el otro, con los hermanos Lumière
en París, hace escasamente cien. Es una lástima que el cine
español, que tanto apoyo y subvenciones recibe de las Administraciones
estatales, no haya mostrado más interés en la Fiesta (y
para decirlo todo, es una pena también que los estamentos políticos
no hayan ofrecido ni un mínimo apoyo a la Fiesta).
Aunque en el fondo el cine español tiene una deuda contraída
con los toros, en el apéndice de mi libro «¡TORERO!
LOS TOROS EN EL CINE», he podido contabilizar unas películas
taurinas —entre largometrajes, cortos, documentales y dibujos animados—,
aunque algunas sólo contienen unas aisladas escenas taurinas, producidas
en más de una docena de países.
En los años 40 y 50 se hicieron diversas películas que tienden
a denominarse «españoladas», terminología algo
absurda si pensamos que en la llamada Meca del cine —Hollywood—,
se proliferó las «gringadas», léase el género
de los westerns. Podemos destacar películas como «Brindis
a Manolete»;
«Oro y marfil»; «El Centauro» y «La fiesta
sigue». No hay que olvidar tampoco que Hollywood se sintió
atraído por la emoción, el colorido, la liturgia y el gran
dramatismo que ofrece la Fiesta desde principios del siglo pasado, cuando
el famoso galán Rodolfo Valentino hizo «Sangre y Arena».
Muchas películas se basaban en novelas populares de la época:
«Currito de la Cruz», de Alejandro Pérez Lugín,
con 4 versiones (la mejor con Pepín Martín Vázquez);
«El Niño de las Monjas», de Juan López Núñez,
o «Los clarines del miedo», de Ángel María de
Lera. El argumento más popular y filmado en multitud de idiomas
es «Carmen», con 50 versiones.
Aunque el tema taurino se hizo políticamente incorrecto en EE.UU.
en los años 60, debido a las presiones de la sociedades protectoras
de animales, fue el crítico de cine y toros Juan Antonio Ruiz Company
quien afirmó que las mejores películas taurinas provenían
precisamente de las manos de cineastas extranjeros suficientemente sensibles
para captar y apreciar las inmensas posibilidades cinematográficas
del espectáculo taurino.
Los ejemplos son contundentes, empezando con las numerosas filmaciones
de los franceses descubridores del invento Louis y Auguste Lumière;
luego, «Tarde de Toros», del húngaro Ladislao Vajda;
«El momento de la verdad», del italiano Francesco Rosi y un
largo etcétera. Tampoco podemos olvidar el gran documento histórico
«¡Qué Viva México!», del ruso Sergei Eisenstein.
Lástima que Luis Buñuel no se fijara en los toros.
Sí lo hizo en el exilio un amigo suyo, y con enorme éxito,
el gallego Carlos Velo, cuya película «Torero», protagonizada
por Luis Procuna está considerada como la mejor película
de toros de todos los tiempos.
En los años 60 se descubren la fuerza promocional y las posibilidades
de popularizar y lanzar un torero a través de la gran pantalla,
Manuel Benítez «El Cordobés», en «Aprendiendo
a morir» y «Chantaje a un torero», y Palomo Linares,
en «Nuevo en esta plaza» y «Solo los dos», aunque
mención especial merecen otros toreros que simultaneaban de forma
mucho más profesional sus actuaciones en el ruedo con otras en
la gran pantalla, como Mario Cabré («Pandora y el holandés
errante»...), Rafael Albaícin («La fiesta sigue»),
el rejoneador Ángel Peralta («La princesa de Éboli»)
y el malogrado José Mata, («Aprendiendo a Morir»).
Otro torero muy cinematográfico en la actualidad es el que fue
matador de toros y ahora banderillero, Luis Miguel Calvo, que lleva en
su cinematografía la gran película «Tú solo»,
«Belmonte» y la magnífica serie televisiva «Juncal»,
de Jaime de Armiñán.
Realmente un gran número de toreros les habían precedido
a El Cordobés y Palomo en la gran pantalla, como Litri («Litri
y su sombra»), Paco Camino («Fray torero») Nicanor Villata
(«Juguetes rotos»)... Y no se puede pasar por alto al incomparable
y genial actor cómico mexicano Mario Moreno «Cantinflas»,
que hizo su personalísima parodia de «Sangre y Arena»,
titulada «Ni sangre ni arena», en 1941.
Almodóvar y Díaz Yanes
Desgraciadamente, hay que reconocer que el binomio toros-cine no ha desarrollado
su enorme potencial. El cine podría servir como vehículo
de mayor divulgación y promoción para la Fiesta e indudablemente
los toros podrían proveer al cine con una infinita fuente de tramas,
imágenes y argumentos a desarrollar con un fondo y un escenario
de lo más fotogénico.
El reciente éxito de «Hable con ella», de Pedro Almodóvar,
galardonado nada menos que con un Oscar de Hollywood, y la gran obra televisiva
«Juncal», son claras muestras de que se puede hacer una buena
película de toros hoy en día. El gran director y guionista
Agustín Díaz Yanes sabe mucho de toros, ya que es hijo del
legendario torero de plata Agustín Díaz «Michelín»
(que iba en las cuadrillas de figuras como Antonio Ordóñez,
Paco Camino y Gregorio Sánchez). Agustín explica que hacer
una película de toros entraña bastantes dificultades, sobre
todo por el hecho de que «el toro bravo no es un actor y no obedecería
a las instrucciones del director». Ojalá pronto se lance
al ruedo con una película de toros.
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