Entrevistas

 

 

MIGUEL ÁNGEL PERERA
« Me llena de orgullo ser centro de miradas»

La meta de atracar en Madrid es la culminación de toda una carrera y una gigantesca responsabilidad...

—Las dos cosas. La culminación de una carrera dedicada al toro desde hace muchísimos años y la gran alegría y el sentido de la responsabilidad que adquieres. Pasas de ser no el empresario más importante, sino el empresario de la plaza más importante del mundo.

¿Cómo ha sido la confección de este San Isidro de estreno?

—Taurinamente no hemos tenido ningún problema. Con todos los estamentos mantenemos una relación muy cordial. Los tiras y afloja normales de la negociaciones. Lo único que me queda de pena es que se han quedado sin venir cuatro o cinco toreros que tenían derecho propio, igual, tanto o más que los que están para anunciarse. Esas cuatro corridas de toros menos del pliego, que son doce puestos, condicionan mucho. Podríamos haber rematado un San Isidro mucho más bonito.

Es el San Isidro de las confirmaciones, la de Chopera y las de seis toreros. ¿Esas confirmaciones son el máximo atractivo?

—Sí. Nosotros, desde el primer momento, supimos que teníamos una asignatura pendiente: la juventud. La juventud en los tendidos y en el ruedo. Seis confirmaciones es un hecho histórico en un mismo San Isidro. No es confirmar por confirmar. Yo creo que hay tres o cuatro con verdadera expectación. La gente espera que seis o siete toreros traigan la renovación del escalafón.

Dentro de esa renovación les ha venido rodado El Cid.

—El Cid se puede considerar como renovación. El año pasado arrancó en unos puestos medios/bajos y terminó siendo el máximo triunfador, y el arranque de este año que es espectacular. Es un torero con muchos años por delante y con mucha novedad por delante.

Las negociaciones con las tres figuras consagradas como son Rincón, Ponce y El Juli, ¿han sido fáciles?

—Sí, nos hemos entendido, aunque hubiésemos querido a Ponce dos tardes.

Y a la hora de elegir ganaderías, ¿la empresa ha intentado sacarles de las comodidades de privilegio de las figuras?

—Hombre, lo primero que se pone sobre la mesa son las corridas de toros que vienen en San Isidro. Si se equivocan se equivocan ellos. Yo a lo mejor en el caso de alguno de esos tres toreros hubiera matado otras corridas que la gente les hubiera agradecido. Y, sobre todo, pensando que los tres están capacitados.

¿Se les ofreció?

—El abánico completo. Lo mismo que a El Cid y El Cid dijo: «Yo quiero matar Victorino y luego otra».


¿El poder hoy lo tienen las figuras o las empresas?

—Yo creo que está siempre del lado del torero. Es más: cuanto más fuerza tiene el torero, menos fuerza tiene la empresa. Las figuras hoy vienen a Madrid por respeto a la afición.

Y el caso de uno de los confirmantes que ha pasado dos años como líder sin pisar Madrid.

—Eso no es bueno tampoco. Porque parece que se margina la importancia de Madrid. Lo que pasa es que no es lo mismo ser líder que ser figura.


¿Influye que la «tarta» antes era más pequeña y dependía mucho de Madrid la forma de repartírsela?

—Pues sí, y luego había muchísimos menos toreros. En aquella época hablábamos de 400 o 500 corridas de toros y hoy hablamos de 1.200. Las figuras del toreo además no tocaban plazas de tercera.

Han sorprendido las ausencias de tres toreros especialmente.

—El caso de Abellán ha sido puramente económico. El caso de Cortés es que no quiso dos carteles de toros muy bonitos que le ofrecimos, y ahora viene a la de Samuel en Beneficencia que es más seria... Y a Curro Díaz le ofrecimos una corrida que, la verdad, no era su tipo.

Faltan ganaderías, algunas que usted anunció en enero, como Cebada, Palha y La Quinta.

—La adjudicación de la plaza fue un poco tarde. Para el año que viene ya tenemos compradas corridas de Jandilla, Fernando Domecq, El Ventorrillo, Álvaro Domecq, Fuente Ymbro. Lo de Cebada fue ecónomico; Palha vendrá en Otoño, con Victorino y Adolfo; y con La Quinta me surgió un compromiso con Ortega Cano. Llamé a Conradi y le dije que si le importaba pasar la novillada más adelante. Se enfadó y dijo que si la novillada no iba, tampoco la corrida. Al final nos hemos arreglado, porque la corrida irá a Albacete y la novillada a Valladolid. Vendrá el año que viene.

Como decía don Diodoro, ahí está la plaza.