Entrevistas

 

 

CÉSAR JIMÉNEZ
« El año pasado me destrozó no venir a Madrid»

—¿Qué significa para usted confirmar en Madrid?

—Es un privilegio, porque no todas las personas tienen la oportunidad de cumplir su sueño y yo la tengo ahora.

—Ese privilegio lo hubiese podido tener antes.

—No ha sido porque no haya querido. El primer año sí fue por una estrategia de mis apoderados, pero el segundo fue por un desacuerdo con la empresa, que más bien no me quiso llevar. Moralmente, me destrozó no venir a Madrid.

Fueron muchas las voces que dijeron que usted rehuyó el compromiso

—Y encima eso, que digan que no quería ir. Yo sé lo que pasó y es lo que me vale.

—Aseguran que todo el que quiera ser figura debe pasar por Las Ventas.


—Desde luego.

—El cartel de la confirmación es muy madrileño.

—Muy rematado, uno de los que más ilusión va a despertar entre la gente.

—¿Cómo cree que le recibirá la afición?

—Supongo que habrá mucha exigencia, sobre todo en un cierto sector. Pero ello me motiva. Lo duro sería que mi confirmación resultara indiferente.Si hay exigencia, es porque esperan algo de mí.

—Algunos profesionales hablan de una notable evolución.

—Todavía no he demostrado ni con mucho la evolución que he conseguido este invierno. Me queda mucho por mostrar.

—¿Es Joselito su espejo?

—Qué duda cabe que Joselito es un torero que ha realizado el toreo con mucha pureza. Todos los toreros que lo hacen con pureza, profundidad y ese abandono rítmico del cuerpo son dignos no de copiar, sino de fijarse en ellos.

—¿Qué le aporta?

—Muchas cosas: su experiencia, su confianza y sobre todo el ayudarme a reencontrarme, a ser yo mismo. Me da muchos consejos, pero al final siempre me dice que toree como lo siento, que si yo lo siento, lo sentirá la gente.

—A otros sigue sin convencerles su toreo y hablan de imitación.

—Me han comparado con Joselito, pero, bueno, al estar a su lado, ahora toca un poco eso. O dicen que me coloco de tal forma porque estoy con él... Que digan lo que quieran.

—Resultó chocante que el líder del escalafón zanjase la relación con su anterior apoderado.

—Puede que sí, pero no es sólo torear. No estaba de acuerdo con todo.

De novillero levantó grandes expectativas, pero de matador se convirtió en torero de estadísticas.

—Estoy de acuerdo con eso. Dadas las circunstancias del toreo, necesitaba cortar orejas y hacerme un nombre. He sido una víctima del sistema y me he podido prostituir un poco en ese aspecto. Pero me he dado cuenta de que con la línea que realmente persigo también se triunfa y, además, tiene mayor repercusión.
—¿Qué desea que exprese su muleta en San Isidro?

—La línea que he marcado a principio de temporada, la mejora y la evolución que he experimentado este invierno. Ilusión, entrega, verdad y pureza.

—¿Algún temor?

—Qué va. Todo lo contrario: tengo unas ganas tremendas de estar en el patio de cuadrillas y hacer el paseíllo.

—¿Por qué confirmante apuesta?

—Por César Jiménez, sin duda alguna.

—Arguméntelo.

—Soy joven y tengo prácticamente toda mi carrera por delante, pero de los jóvenes tengo un oficio y un bagaje del que los demás carecen aún.

—Eso es partir con ventaja.

—Lo sé, pero las circunstancias vienen como vienen.