Abderramán III
La figura de Abderramán III presidió el siglo X desde
todos los ámbitos de la vida política y social. Fundador del Califato Omeya de
Occidente, Abderramán III destaca en los textos de la época como un gran estratega. Como
la mayoría de los grandes hombres, fue un personaje complejo y, a menudo, contradictorio.
Los testimonios, que dan una descripción detallada de sus rasgos físicos ojos
azules, pelo rojizo que se teñía de negro, estatura baja y piernas cortas,
contrasta con la dispersión y falta de consenso en lo que a la descripción de su
personalidad se refiere. Era, al mismo tiempo, autoritario y liberal, justiciero e
indulgente, sobrio y hedonista. Sus arrebatos de ira, en los que podía llegar al sadismo
más cruel, contrastaban con la benignidad de carácter que manifestó en numerosas
ocasiones. Supo aprovechar la colaboración de sus súbditos. Fue también el más
clarividente y capacitado de los soberanos omeyas. El prestigio que supo dar al Califato
de Córdoba fue muy meritorio por construirlo desde el abismo en que yacía el país tras
recoger la herencia política del emir Abd Allah.
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