Varios agentes de la Policía
Autonómica vigilaban ayer La Casa de los Visires, una de las dependencias de Medina
Azahara, que alberga la exposición «El esplendor de los Omeyas cordobeses». Según
fuentes de la Consejería de Gobernación de la Junta, era una medida prevista desde que
se inició la muestra el 3 de mayo y puesta en marcha ahora de cara al verano.
Pero lo que hasta ahora no había trascendido es
que en las madrugadas del jueves y del viernes se detectaron dos incursiones en esas
mismas dependencias del conjunto arqueológico. Un hermetismo absoluto rodea el tema, pero
los responsables saben que ha ocurrido algo. En la madrugada del pasado jueves, el
vigilante que hacía su ronda con un perro vio que ocurría algo. El perro se puso
nervioso y lo atrajo hasta la Casa de los Visires. Allí, en la más absoluta oscuridad
vio cómo dos personas salían corriendo por la zona norte de las dependencias. Los frisos
y celosías del siglo IX procedentes del Museo Nacional de Damasco, en Siria, así como
capiteles, basas y epitafios de los siglos X y XI procedentes de distintos museos
arqueológicos nacionales volvían a quedarse solos.
Cuando comenzó la investigación se comprobó que
los supuestos ladrones accedieron a Medina Azahara y se dirigieron hasta el panel de
control de electricidad. Allí cortaron la corriente que suministraba energía tanto a los
focos que iluminan el recinto como a los dispositivos de infrarrojos que hacían saltar
todas las alarmas.
Además, llegaron hasta las cámaras de seguridad
instaladas en la Casa de los Visires. Al manipularlas, las pusieron para que enfocaran a
diferentes muros, supuestamente para poder acceder a las piezas allí expuestas.
No fue la única vez. En la madrugada del viernes,
los servicios de seguridad detectaron a otras dos personas, al parecer de origen magrebí,
en las mismas dependencias del conjunto arqueológico. Una vez más se dieron a la fuga y
todavía no se han identificado.
Desde la organización de la muestra, se
reconoció ayer que hubo «un intento de incursión en el recinto de la exposición que
fue detectado por los servicios de seguridad». Además, añadieron que no podían
precisar «en qué grado» se produjo la «incursión» y que no podían ofrecer más
datos al respecto para no entorpecer las investigaciones que se están llevando a cabo
para aclarar estos sucesos. Asimismo, destacaron «que no hubo ninguna pérdida en la
exposición».
Hasta ayer viernes, los encargados de vigilar el
recinto que alberga la exposición «El esplendor de los Omeyas cordobeses» eran unos 22
auxiliares y una decena de vigilantes de una empresa de seguridad malagueña que se hizo
con la contrata del servicio en una subasta pública.
Todo este personal realiza la vigilancia durante
el día mientras que, por la noche, otra empresa de seguridad se encarga del control del
recinto arqueológico. Las cámaras de seguridad transmiten lo que ocurre tanto a un
centro de control de Córdoba como a la sede de la empresa de seguridad en Málaga. En
ninguna de las dos incursiones, según ha podido saber este diario, sirvieron para activar
los servicios de emergencia.
Asimismo, diferentes fuentes han criticado que los
vigilantes de seguridad que custodian el valioso legado omeya de la exposición no porten
armas con las que hacer frente a un posible incidente, así como que, aunque los
visitantes pasen un arco de seguridad para detectar elementos de metal, no se registran
los bolsos que portan. Ahora, el servicio de 24 horas montado por la Policía Autonómica
intentará poner remedio a estas incursiones fantasmas.