Un paseo por Al-Andalus
La huida de Abderramán III de Damasco por la revuelta
abbasí le lleva a recalar en el sur de España. Su entrada se produce por Almuñécar y,
tras hacerse con el poder, decide instaurar los centros de decisión en Córdoba. Desde la
capital, los sucesivos dirigentes del poder andalusí han de controlar el amplio
territorio que se encuentra bajo su influencia en la Península Ibérica. «El Esplendor
de los Omeyas Cordobeses» apuesta, desde el análisis de los distintos vestigios que aún
quedan presentes en la geografía española, por llevar a cabo un recorrido por los vastos
territorios de Al-Andalus.
La Fundación Legado Andalusí ha seleccionado
para esta ruta más de cuarenta enclaves que se reparten por la práctica totalidad de la
Península Ibérica, con especial presencia de emplazamientos y vestigios en el sur y la
costa mediterránea.
El itinerario arranca en Al-Yazira al-Jadra
actual Algeciras, la entrada a al-Andalus desde el Magreb. Esta población fue
la primera conquistada por los musulmanes en la Península. Destaca esta localidad por su
importante función comercial con el norte de África.
La entrada por la zona sur de la península
provoca que la mayoría de los grandes asentamientos islámicos se ubiquen en la franja
sur del territorio. Córdoba es elegida por los responsables políticos omeyas como centro
de la administración política. Además de la capital cordobesa, se pueden destacar en su
entorno una veintena de emplazamientos donde se manifiesta la cultura islámica. Ejemplos
de ello son Carmona, Écija, Jaén, Málaga, Niebla, Ronda, Sevilla, Tarifa o la zona
norte de la provincia cordobesa, que tiene en el Castillo del Vacar una de las estructuras
defensivas más importantes de la época, al controlar el camino entre la capital de
al-Andalus y una de las provincias más relevantes como era Toledo. Esta localidad,
bautizada como Tulaytula, se convierte en uno de los núcleos urbanos de la época omeya
más destacados. De su esplendor a lo largo de los siglos VIII, IX y X dan cumplida cuenta
algunos de los retazos de su arquitectura, como son la hermosa mezquita de Bib al-Mardum,
actual iglesia del Cristo de la Luz, fechada en el año 1000. Este templo es una réplica
de la mezquita cordobesa. Además, destaca la Puerta de Cab Shaqra la Bisagra
Vieja que representa una de las entradas a las ciudades que mejor conservadas se
encuentran pertenecientes al mundo Omeya. La relación que al-Andalus mantiene con el
Mediterráneo se articulaba en torno a tres puertos: Denia, Tortosa y Almería. La ciudad
valenciana fue elevada al rango de principal enclave marítimo durante buena parte del
período de esplendor musulmán, a pesar de lo cual los vestigios que conserva de aquel
período son escasos.
Almería fue desde el siglo X la auténtica
entrada de Oriente, abierta a los intercambios comerciales y culturales.
Las relaciones comerciales con el Mediterráneo que mantenía la región norte de
al-Andalus denominada Marco Superior tenían como epicentro la localidad de
Tortosa. El gran impulso constructivo de esta medina portuaria lo proporcionó Abderramán
III, que ordenó la edificación de baños, de una mezquita aljama de cinco naves, de una
muralla de piedra con cinco puertas y de unas atarazanas cuya inscripción fundacional
está en la actual catedral de Tortosa.
Los límites de Al-Andalus se extendieron
prácticamente hasta la franja norte de la península, deteniéndose en localidades como
Navarra, Balaguer o Tudela, tierra de graves conflictos sociales que pusieron en jaque en
numerosas ocasiones la autoridad del poder musulmán.
La muestra recata en un montaje audiovisual este
importante proceso de expansión del Islam en la Península que se complementa con la
permanente presencia en la Cuenca Mediterránea.
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