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«Después de Leonor... muchos más» Las anécdotas las protagonizaron la Reina y el Príncipe. Doña Sofía afirmó: «Todo queda derogado», en referencia a cuando dijo que la Infanta era llorona. Y un malentendido hizo creer a Don Felipe que una pregunta sobre si habría «sorpresa» se refería a nueva descendencia TEXTO: A. MARTÍNEZ-FORNÉS La jornada empezó minutos antes del acto religioso con la sesión fotográfica en la que la Familia Real al completo posó con la familia materna de la pequeña. La niña, que a pesar de los cuidados se había hecho un pequeño arañazo en la nariz, aparecía, por primera vez ante las cámaras, con el mismo traje de cristianar que llevó su abuelo el Rey, su padre, sus tías Doña Elena y Doña Cristina y sus primos. Y los pocos instantes en que Doña Letizia no acariciaba a su hija, los aprovechaban Don Felipe o la Reina para hacer una carantoña a la pequeña, que sólo abrió los ojos unos segundos durante toda la sesión. Poco a poco, los bisabuelos y tíos de la Infanta fueron abandonando el Salón de Audiencias del Palacio hasta que quedaron solos los Reyes y los Príncipes con la niña. A continuación, empezó el tradicional saludo de bienvenida a los representantes de las altas instituciones del Estado y a los miembros del equipo médico que atendió a la Princesa durante el embarazo, encabezados por el ginecólogo Luis Ignacio Recasens. «Es buena y muy tranquila» Una vez terminado el saludo, los Reyes y los Príncipes mantuvieron una conversación informal con los periodistas. Fue entonces cuando Doña Sofía aprovechó para aclarar, una vez más, que su séptima nieta no es nada llorona, como había dicho el día que la pequeña vino al mundo en la puerta de la misma clínica Ruber. «Lo mío queda derogado», decretó Su Majestad con una sonrisa. Y lo cierto es que la Reina no tuvo que hacer muchos esfuerzos para convencer a los presentes de que la niña «es buena y muy tranquila». No hay más que verla. La otra anécdota la protagonizó el Príncipe de Asturias, cuando se le preguntó si habría alguna «sorpresa» en el bautizo o «va a ser solo Leonor», en relación con el nombre que se pondría a la Infanta: si sería Leonor a secas, o Leonor de Todos los Santos, como finalmente fue. Sin embargo, Don Felipe creyó que se le preguntaba por nueva descendencia. O sea que si, después de Leonor, tendrían más hijos. Y a tan inesperada pregunta respondió un tanto sorprendido: «Claro, muchos más». La respuesta del Heredero de la Corona confundió aún más a los periodistas, que seguían pensando en qué nombres vendrían después de Leonor, hasta que, al final, Doña Letizia aclaró el malentendido y los Príncipes anunciaron que efectivamente su primogénita recibiría el nombre de Leonor de Todos los Santos, como es tradición en la Familia Real. La breve conversación se desarrolló en un ambiente completamente distendido, en el que Don Felipe también bromeó con «las pesas» que estaba haciendo la Princesa de Asturias, al tener que sostener durante tanto tiempo los cerca de seis kilos que ya pesa la Infanta. A continuación, los Reyes y los Príncipes se dirigieron al vestíbulo del Palacio, donde les esperaban los invitados a la ceremonia religiosa. Tras el bautizo, se ofreció a todos los asistentes una recepción y, cuando esta finalizó, se sirvió un almuerzo en el Palacio de La Zarzuela al que asistieron exclusivamente los familiares paternos y maternos de Doña Leonor.
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