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JORNADA 36
0-2: Frente al campeón, la casta no fue bastante
JOSÉ MARÍA IGEÑO
El Valencia ofreció
en Nervión una última y aplastante lección de efectividad para ganar la Liga. El
Sevilla se vació frente al perfecto orden de los de Benítez, pero jamás dio sensación
de poder inquietarles
SEVILLA. Una
inocua lección de casta frente a una aplastante lección de efectividad. El Valencia no
dejó para más tarde lo que podía dejar resuelto en el Sánchez-Pizjuán y lo hizo con
la autoridad y la soltura de lo que es, el campeón, el mejor de todos, el que más ha
sabido jugar al fútbol en el más amplio sentido de la expresión. Una auténtica
máquina de defender y atacar, de exprimir su calidad y minimizar la de los rivales; un
ejemplo de orden donde no cabe una estrella mayor que el colectivo y donde cada una de las
piezas sabe darle a un partido de fútbol lo que en cada momento demandan los intereses
del equipo. Un campeón del fútbol de verdad, del que conduce a ganar y deja al margen
todo lo que no sirve para ese fin. Un campeón algo antipático para algunos exégetas del
glamour y la mercadotecnia, pero al que da gusto ver funcionar como un equipo que cuando
sale al ataque es mortal y cuando se repliega ya es que roza sencillamente la perfección.
¿Y qué hizo el Sevilla frente a la última exhibición de pragmatismo que dio el
Valencia para llevarse la Liga? Pues dar prácticamente todo lo que tiene: casta y fe a
raudales, fútbol vibrante y en algunos momentos rápido, armas que le han llevado a
pelear hasta este final de Liga por un sitio en Europa. Pero dar todo lo que tiene sólo
condujo ayer al Sevilla a cumplir con dignidad el papel de convidado de piedra en la
fiesta del incontestable campeón.
El Valencia aguantó sin perder jamás el orden las
embestidas sevillistas, asestó el primer golpe con un golazo de Vicente a los diez
minutos de partido, se echó atrás sin el menor complejo desde ese mismo momento,
escalonó la presión sobre el juego de Sevilla con una coordinación asombrosa, cerró
todos los espacios, paró el partido cuando le convino pararlo, hizo las faltas que tenía
que hacer y en las zonas donde tenía que hacerlas... Y todo con una facilidad que si no
desesperó ni aburrió al Sevilla fue porque este Sevilla está hecho de una pasta muy
parecida -salvando naturalmente las distancias que deciden, las de la calidad- a la de
este Valencia demoledor.
En este último partido de su exitosa lucha por ser
campeón, el conjunto de Rafa Benítez fue además fiel a uno de los principios que le han
dado la Liga: el valor de la plantilla sobre el equipo. El técnico valencianista dejó
fuera del grupo de titulares a gente como Baraja o Aimar sin que la máquina se resintiera
lo más mínimo. Dentro de sus posibilidades, la variante que manejó Caparrós fue un
Carlitos cuyo concurso en ataque perseguía crear problemas en velocidad a dos centrales
de choque como Ayala y Marchena.
El pequeño delantero sevillista inquietó lo suyo,
acarició el gol en un gran centro de Antonio López y vio cómo se le anulaba un tanto de
cabeza -también a centro del interior izquierdo que vino del Valladolid- por un fuera de
juego muy dudoso. Pero el que no acompañó ayer fue el goleador del equipo. Julio
Baptista tuvo una participación escasa y desafortunada; fue de los jugadores sevillistas
que más sufrieron la atosigante presión del Valencia, un despliegue ante el cual es
perdonable que cualquier equipo caiga en la precipitación, los pelotazos y las pérdidas
de balón.
El Sevilla demasiado hizo con obligar al Valencia a
defenderse unos metros más atrás de lo que le hubiera gustado. Los de Caparrós
encendieron a su público en la segunda parte con un derroche de coraje que en ningún
momento descompuso a los Ayala y compañía. El entrenador sevillista quemó sus naves
dando entrada sucesivamente a Darío Silva, Antoñito -Carlitos se rompió en una carrera-
y Magallanes. Lo hizo a costa de perder equilibrio defensivo, sobre todo en un tramo final
de partido en el que daba igual perder por un gol más o menos. Hubo cierta continuidad en
los ataques sevillistas, las aproximaciones al área, la provocación de faltas en zonas
con cierto peligro para Cañizares. Pero no ocasiones de gol propiamente dichas.El Sevilla
dio la cara, pero nunca la sensación de poder empatar el partido. Con muy pocas
excepciones, todo el equipo aportó lo suyo y no desfalleció hasta que Baraja, en otra
acción individual ya en el descuento, terminó definitivamente con el partido y con la
Liga. De paso, el Valencia también acabó con muchas de las ilusiones de un Sevilla que
se agarrará al menos una semana más a las matemáticas.
Ficha técnica
0 - Sevilla FC: Esteban; Sergio Ramos, Javi Navarro
(Magallanes, m.78), Pablo Alfaro, David; Daniel Alves, Javi Casquero (Darío Silva, m.46),
Martí, Antonio López; Julio Baptista y Carlitos (Antoñito, m.68).
2 - Valencia CF: Cañizares; Curro Torres, Ayala, Marchena,
Carboni; Jorge López (Angulo, m.71), Sissoko (Aimar, m.78), Albelda, Vicente; Xisco y
Oliveira (Baraja, m.60).
Goles: 0-1, M.12: Vicente. 0-2, M.90: Baraja.
Arbitro: Evaristo Puentes Leira (Comité gallego). Amonestó a los visitantes Xisco
(m.21), Carboni (m.34) y Baraja (m.63) y a los locales Daniel Alves (m.82) y David (m.83).
Incidencias: Partido disputado en el estadio Ramón Sánchez
Pizjuán ante cerca de 45.000 espectadores, entre ellos cientos de seguidores
valencianistas.
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