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JORNADA 34
4-4: Empate sobre la bocina que puede llevar a
engaño
JUAN MANUEL ÁVILA
El Sevilla no supo
apuntillar de inicio a un Zaragoza muy limitado en defensa, pero supo reaccionar al final
favorecido por un penalti con polémica
ZARAGOZA. Un
empate, con sabor más dulce que agrio, le permite al Sevilla seguir aspirando a la UEFA
aunque durante algunas fases del partido bajara la guardia ante el campeón de Copa. El
equipo de Caparrós no supo sacar partido al tempranero gol de Casquero y permitió que un
Zaragoza liderado por Movilla y con Villa como puntillero de lujo -marcó los cuatro goles
locales- se le subiera a las barbas y casi lo echara del partido. La reacción final,
propiciada por un discutido penalti de Toledo a Casquero, con roja directa para el
paraguayo, permitió al equipo de Nervión arrancar un punto sobre la bocina.
En el Sevilla el once inicial previsto, el mismo que
encarriló la goleada al Racing de Santander la jornada anterior e hizo que el equipo se
reenganchara una vez más al grupo de aspirantes a jugar la Copa de la UEFA. Esteban, bajo
palos; Daniel Alves, en funciones de exterior diestro, volvía situarse por delante de
Redondo, quien acompañaban a los incombustibles Javi Navarro, Pablo Alfaro y David;
Martí y Casquero formaban pareja en el centro, con Antonio López a la izquierda; el
imprevisible Julio Baptista, en la media punta y el irregular Antoñito como punta de
lanza. En el Zaragoza una baja de última hora, Galletti, al que de nada sirvió que el
CEDD le concediera la suspensión cautelar de su sanción, ya se tuvo quedar en casa
aquejado de fiebre. La ausencia del argentino hizo que Víctor Muñoz se decantara por
sacar de inicio al canterano Cani, que salió al campo sin protección en su maltrecha
nariz tras el codazo que recibió la semana anterior por parte de Del Horno. Así, por
delante de Lainez formaban la improvisada defensa formada por Ponzio, Toledo, Rebosio,
David Pirri; Generelo y Movilla, en el doble pivote; Cani, Dani y Savio, en la media
punta; y el escurridizo Villa, arriba.
De salida se notaron los nervios en el equipo local y la
debilidad de una defensa nada conjuntada. De ello se aprovechó el Sevilla, que rozó el
0-1 en el minuto cuatro tras un cabezazo de Javi Navarro que desvió a córner Lainez. A
raíz de éste y tras un despeje corto y centrado del meta maño Casquero acertó a marcar
tras un disparo trompicado. Todo pintaba entonces color de rosa para los de Caparrós, que
tenían profundidad por las bandas, sobre todo por la corría Daniel Alves, y dominio en
el centro del campo, al presionar muy de cerca de Movilla.
No obstante, en Zaragoza había dos elementos que llamaban a la inquietud. De un lado
Savio, al que Redondo no acertaba a parar, y por otro la movilidad y picardía de Villa,
evidenciada ya a los dos minutos cuando a punto estuvo de sorprender a un Esteban
adelantado.
Como los de rojo no acertaban a apuntillar, el equipo de
Víctor Muñoz se fue creciendo poco a poco. Savio y Ponzio avisaron con dos lanzamiento
de falta casi consecutivos que rozaron los palos y en el 26 se produce la igualada. El
exterior zurdo brasileño centra desde su lateral y David Villa se cuela entre los
centrales y el portero sevillista, que mide mal, y empuja a la red.
A partir de ahí el juego sevillista se empequeñece aún más, a medida que el de Movilla
reluce como su propia calva. Savio pone a prueba a Esteban desde el borde del área; Villa
también da trabajo al meta astur, pero el gijonés aumentaría su estimable cuenta
anotara con un excepcional tanto en el 42. recibió un balón de Savio se salió de tres
defensores con dos amagos y la puso imposible para Esteban. Con una remontada impensable
en los primeros minutos, dada la fragilidad de la zaga local, se llega al descanso.
Redondo por Gallardo
De entrada, Caparrós cambia al desafortunado Redondo por
Gallardo. Pronto lograría igualar el Sevilla y de nuevo sería Casquero el protagonista.
Sólo iban dos minutos de la reanudación cuanto el talaverano agarró un disparo con la
zurda desde fuera del área y sorprendió a Lainez por el centro.
Pero la tarde, como una semana atrás lo estuvo para Baptista en Nervión, estaba para
David Villa. El ex sportinguista lanzaba un falta que le hacían un metro fuera del área
y con la colaboración de la barrera vuelve a batir al ovetense Esteban. El duelo
particular Oviedo-Sporting se decantaría aún más a favor de Villa, quien se guisó un
penalti ante Pablo Alfaro, que lo empujó claramente. Después, el 20 del Zaragoza
engañó en el lanzamiento al desesperado meta visitante. Tras el 4-2, que parecía
decantar la victoria del necesitado cuadro de Víctor Muñoz, dados los resultados de los
de abajo, Caparrós retira a Javi Navarro y mete a Carlitos, con lo que Martí y Baptista
retrasan un poco su posición de manera escalonada.
Pero quedaba partido y polémica por delante. Así, Casquero
se encuentra con un balón perdido por la zaga local que lo coloca en solitario ante
Lainez y cuando se dispone a disparar ya dentro del área es entrado por Toledo, que da la
impresión de tocar balón y bota del jugador sevillista. Megía Dávila, muy protestado
en todo momento, decreta penalti y expulsión del defensa paraguayo. Julio Baptista, muy
apagado en este partido, no falla y el Sevilla se ve metido en el partido de nuevo.
De ahí al final todo se dilucida en las inmediaciones del área maña. El once carmesí
apela más al juego directo que al combinativo y entre broncas del públicos contras no
resueltas por los ya muy fatigados Dani y Villa se va llegando al final. En el 80 entra
Magallanes por el capitán Alfaro, despedido con más palmas que pitos por su antigua
afición. Lainez salva una doble ocasión ante Magallanes y Antoñito y cuando ya no queda
tiempo para nada, el árbitro había dado cinco minutos de prolongación y se cumplía el
95, Baptista logra controlar un balón en un lateral del área, lo mete al centro y
Carlitos lo caza y anota el 4-4 definitivo entre la desesperación de la muy crispada
afición zaragocista. El punto conseguido provoca una doble lectura desde el prisma
sevillista, hay que darlo por bueno porque se consiguió sobre la bocina y permite
recortar distancias al sexto clasificado, pero denota también las limitaciones de un
equipo que no demostró ser mejor que el Zaragoza, aunque esté mucho mejor clasificado
que él, y que careció de ambición y «punch» para apuntillar a un equipo con una
defensa muy frágil.
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