| SEVILLA.
Sobrado de carácter y con la cabeza necesaria para darle lo que demandaba a un partido
condicionado por una tromba de agua, el Sevilla logró una remontada de tintes épicos el
día que con mayor intensidad recobró el sello agresivo que ha caracterizado al equipo
desde que hace cuatro años lo cogiera Joaquín Caparrós. Esa identidad diluida en
algunos partidos de esta misma temporada y que se antoja imprescindible para que el
Sevilla dé el paso adelante que contemplan sus objetivos. La plena recuperación de esa
agresividad estuvo sin lugar a dudas asociada a la figura de un futbolista absolutamente
atípico tanto en sus virtudes como en sus defectos, ese Inti Podestá que lleva dos años
de calvario por su lesión de rodilla y que ayer fue el que tocó a rebato en los momentos
decisivos para remontar un partido complicadísimo. Anárquico, imprevisible, generoso, a veces desesperante y
con frecuencia también providencial, el uruguayo marcó el ritmo de un equipo que fue a
por todas en un campo impracticable y anuló con dos cabezazos tan certeros como raciales
la ventaja que había cobrado, no sin una importante dosis de fortuna, un Zaragoza que
mostraba buenas maneras y que se manejaba con bastante seguridad con el cobijo que le
daban por un lado sus dos goles y por otro las dificultades que un campo encharcado
representaba para el equipo obligado a atacar.
La primera adversidad se le
presentó muy pronto al Sevilla, que a semejanza del cero-cuatro de Santander formaba con
Darío como único punta y sólo presentaba un cambio: la entrada del juvenil Jesús Navas
en el extremo derecho en sustitución de Marcos Vales. Se estaba viendo un Sevilla que
sufría el atasco de casi siempre a la hora de elaborar el juego pero que era capaz -tres
córners en los dos primeros minutos de partido- de mostrarle a su rival que estaba
dispuesto a pasarle por encima. Pero una acción fortuita y desgraciada de David -le
rebotó un centro de Galleti y el balón se coló en la portería sevillista, con Esteban
a medio salir- puso en el electrónico el cero-uno a los veinte minutos de juego y
aturdió durante un buen rato a los locales, que muy poco después, sin haberse cumplido
la media hora de partido, recibieron un segundo mazazo atribuible esta vez no a la mala
suerte, sino a la impericia de Javi Navarro al cometer un penalti absurdo sobre el central
Álvaro en un balón aéreo. Villa transformó el castigo en el cero-dos y la reacción
sevillista empezó a verse como algo bastante improbable.
Pero esa sensación apenas
duró cuatro minutos, los que tardó Podestá en meter el cabezazo del uno-dos a centro a
balón parado de Martí. El gol hizo crecerse al Sevilla y los jugadores de blanco
empezaron a manejarse entre los charcos con esa especie de fundamentalismo deportivo que
tan buenos resultados suele darles. Los locales ganaban por fe y por garra la mayor parte
de los balones en disputa y se vieron aún más espoleados, al filo del descanso, por una
decisión arbitral tan beneficiosa como discutible: una roja directa al zaragocista
Generelo por una entrada a Martí que bien pudo haberse zanjado con una amarilla.
Pertrechado para un fútbol
necesariamente directo y de atención a los rechaces, el Sevilla salió a jugar la segunda
parte con Antoñito en lugar de un Navas que apenas había entrado en juego y encontró
muy pronto, a los dos minutos de haberse reanudado el partido, el gol del empate en un
nuevo remate de cabeza de Podestá, esta vez a centro desde el córner de un Redondo que
la puso de cine.
La victoria para los once
posesos vestidos de blanco cayó por su propio peso. Antoñito, que se manejó con
insospechada solvencia en el agua, marcó el tercer tanto después de un control
espectacular en el área y con la «colaboración» de Milito, último en tocar antes de
que el balón entrara.
Con uno menos, el Zaragoza
sólo se acercó al empate a balón parado, y gracias a las excesivas e inocentes faltas
que cometió en el tramo final del partido un Sevilla que debió apuntillar al
contragolpe, pero que no lo hizo en parte porque Reyes se empeñó en conducir el balón
en la piscina que era su banda. Para mayor incertidumbre final, Podestá, que estaba
reventado y al borde de una doble amarilla en varias acciones alocadas -¿por qué no fue
sustituido?-, resultó finalmente amonestado por segunda vez. Por fortuna, ya nada se
movió y el Sevilla puede disfrutar su segundo triunfo consecutivo.
Ficha técnica
Sevilla FC:
Esteban, Redondo, Javi Navarro, Pablop Alfaro,David; Martí (Aitor Ocio, m.84), Podestá;
Jesús Navas (Antoñito, m.46) Baptista, Reyes (Marañón, m.79); y Darío Silva.
Real Zaragoza:
Lainez (Valbuena, m.5); Rebosio (Cuartero, m.35), Milito, Alvaro, David Pirri; Ponzio,
Generelo; Galleti (Jesús Muñoz, m.60), Cani, Savio; y Villa.
Goles: 0-1:
m.22, David (pp). 0-2: m.29, Villa, de penalti. 1-2:m.33, Podestá. 2-2: m.47. Podestá.
3-2: m.71, Antoñito.
Árbitro:
Carlos Megía Dávila (c.madrileño). Expulsó a Generelo (m.47), por dura entrada, y a
Podestá, a éste por doble amarilla (m.73 y 83), y además mostró tarjeta amarilla a
Rebosio (m.18), Cuartero (m.37), Alvaro (m.50), Martí (m.53), Pablo Alfaro (m.55), Ponzio
(m.57), Podestá (m.73), Redondo (m.76), Marañón (m.81). |
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