JORNADA 13
(0-1): Le dieron el balón y el
Sevilla se volvió loco
JOSÉ MARÍA IGEÑO
El Celta, que ganó
con un golazo de Jesuli, cedió la iniciativa a los blancos, que apenas le inquietaron.
Caparrós acumuló gente arriba pero el equipo no supo nunca cómo atacar al rival ni con
diez jugadores.
SEVILLA. Fácil, muy fácil le resultó al Celta sacudirse su crisis
a costa del Sevilla. Le bastó un golpe de calidad de Jesuli y esperar en su campo a un
equipo atropellado, incapaz de llevar el peso de un partido y casi se diría que molesto
por tener la pelota, por jugar contra un rival que durante muchos minutos -toda la segunda
parte- se la cedió gustosamente a la vista de la falta de recursos del Sevilla a la hora
de manejarla. Ni siquiera en la media hora larga que jugó con diez pasó grandes
sobresaltos el equipo de Lotina, que siempre mantuvo el orden defensivo y una presión que
exasperó a la defensa y el medio campo de los locales, incapaces de salir con el balón
jugado en busca de la gente de arriba. Si cuando los Antoñito, Reyes, Darío y compañía
disponen de claras oportunidades de gol desperdician la mayoría, cuando las ocasiones
escasean, como ayer, el gol se antoja casi como un milagro. Éste no se produjo y los tres
puntos se fueron para Vigo dentro de la más absoluta lógica.
Si el Sevilla estuvo metido en la pelea
hasta el gol de Jesuli fue por el peligro que Reyes y Antoñito fabricaron por sí mismos,
bien por robos de balón en zonas adelantadas o por el aprovechamiento de algún pelotazo
largo, pero nunca por una conexión mínimamente elaborada por una pareja central que
carece de capacidad de creación de juego frente a un adversario eminentemente defensivo.
Casquero y Martí suponen -a veces- una solución válida cuando salen a presionar a un
rival que trata de montar ataques desde atrás, cuando hacen la raya y encuentran espacios
para dársela fácil a los de arriba, pero cuando se les hostiga como ayer hizo el Celta,
salen a relucir los muchos contratiempos que sufren para dar sentido al juego del equipo.
Como, unos metros más atrás, Javi Navarro y Pablo Alfaro tienen aún mayores carencias
con el balón en los pies, resulta que nadie sale en condiciones de la presión rival y el
juego propio se va volviendo cada vez más loco a medida que el enemigo gana solidez y
sitio en el campo.
Tampoco el juego por las bandas del Sevilla
ofreció soluciones válidas. Reyes se apagó muy pronto y ni Redondo ni después Gallardo
pusieron apenas balones de peligro en el área céltica. Todo fue precipitación y
atropello, transcurrir de minutos bajo el control del equipo visitante y dominio de las
faltas e interrupciones por parte del cuadro de Lotina, que también en las artes del
«otro fútbol», tan afines a Caparrós, fue mejor que los locales.
El estado de nerviosismo del equipo se transmitió
a la grada, que está empezando a perder la confianza en este grupo cada vez más falto de
identidad y que lo pagó especialmente con Gallardo, al que reprochó de forma continuada
el haberse querido aprovechar antideportivamente de una cesión de balón por parte del
Celta. Una simple anécdota, si se quiere, pero sintomática de la impotencia y la falta
de recursos del Sevilla. Porque el problema esta vez no tuvo nada que ver con la actitud,
no fue de indolencia ni de no querer, sino de no saber. De no poder con un determinado
tipo de rival del que ojalá no copien los contrincantes sucesivos.
Además de errores en jugadas determinadas -el
más grave lo cometió Darío Silva y fue la pérdida de balón en defensa que dio lugar a
la fantástica volea con que marcó Jesuli sobre la media hora de juego-, el Sevilla erró
siempre en la forma de atacar. Llegó a encerrar al Celta en su campo durante la segunda
mitad, especialmente a raíz de la doble amarilla a Berizzo y gracias a las arrancadas que
aportó Julio Baptista. Pero lo hizo sin cabeza, sin descomponer casi nunca a un rival que
no necesitó alardes de ningún tipo para llevarse el partido. Caparrós llegó a juntar
arriba a Antoñito, Darío y Hornos, además de Reyes y Gallardo. Nadie se entendió con
nadie y, encima, el joven ariete uruguayo picó en una provocación de Cavallero y se
ganó la roja directa de una forma un tanto patética. Lo único bueno es que queda mucho
tiempo para rectificar.
Ficha técnica
Sevilla: Esteban; Njegus
(Gallardo, m.46), Pablo Alfaro, Javi Navarro, David; Redondo (Germán Hornos, m.67),
Casquero (Julio Baptista, m.46), Martí, Reyes; Darío Silva y Antoñito.
Celta: Cavallero; Angel,
Cáceres, Berizzo, Sylvinho; Luccin, José Ignacio (Milosevic, m.74); Gustavo López
(Sergio, m.59), Jesuli, Juanfra; y Catanha (Giovanella, m.64).
Gol: 0-1, m. 34: Jesuli.
Árbitro: Javier Turienzo Alvarez
(Colegio castellano-leonés). Expulsó por dos tarjetas amarillas al céltico Berizzo, que
las vio en los minutos 52 y 57, y con roja directa al sevillista Germán Hornos (m.90) por
agredir al portero Cavallero. Además, amonestó a los visitantes Sylvinho (m.40),
Giovanella (m.69), al técnico Lotina (m.84) y Cavallero (m.90) y a los locales Njegus
(m.45) y Gallardo (m.59).