Un siglo contado por ABC
La noche en que la Luna entró en casa
La
madrugada del 21 de julio de 1969 el mundo entero siguió en directo
una de las mayores gestas de la Humanidad. Recogemos en estas páginas
distintos documentos gráficos y las crónicas que publicó
ABC sobre aquella noche mágica en que la Luna fue ganada por la
ciencia y perdida por la poesía.
(Publicado el 22-7-1969)
Un pie se descuelga por las escalerillas del módulo
lunar posado en el Mar de la Tranquilidad. Desciende; toca la punta de
la bota el fino polvo que hay debajo. Es la primera vez en la historia
de la Humanidad que el hombre camina sobre la Luna. Armstrong da pasos
cortos; carga todo su cuerpo sobre los pies, como queriendo cerciorarse
de la firmeza del suelo. Son las 3,56 (hora española) y cientos
de millones de ojos siguen atónitos y sorprendidos el increíble
momento. El astronauta inicia el paseo, soltándose por fin de las
escalerillas del módulo (...). Confiado, quizá aturdido
por el instante que vive, Armstrong ha puesto su pie en otro mundo, al
tiempo que sonaba el comienzo de una nueva era para la Humanidad.(...)
Como pisar la arena del desierto
«Esta arena es como un polvo muy fino. Es prácticamente como
pisar la arena del desierto». Así resumen Armstrong y Aldrin
su primera sensación del suelo lunar (...). El paseo duró
dos horas veinticuatro minutos. En este tiempo ambos astronautas desarrollaron
una gran actividad, sin que faltara el aspecto humano en la aventura felizmente
culminada: «Dad gracias cada uno a vuestra manera», dijeron
en su mensaje a toda la Humanidad. Una de las primeras operaciones realizadas
fue la colocación de la bandera de los Estados Unidos en el punto
de aterrizaje, a la que ambos astronautas saludaron militarmente. ABC
Un sueño hecho realidad
Ha sido el sueño de una noche de verano trasplantado en emocionante
y turbadora realidad. Como no dormía Armstrong, ninguno dormimos.
Estaba la Tierra, hermosamente desvelada, nerviosa y anhelante, puesta
de puntillas sobre Julio Verne y Beethoven; a «coscaletas»
de Cristóbal Colón y John F. Kennedy; aupada sobre los hombros
de Galileo y Baudelaire; mirando por el ojo que destapó Píndaro
y escuchando en el silencio que extendió Horacio.
Para ver la Luna había que empezar por meterse en casa, por reunirse
con la familia, por juntar los corazones y sentirnos amigos. Desde la
terraza, la calle o la ventana, la Luna era una mentira en cuarto creciente.
En el cuarto de estar, junto a la pantalla, la Luna se hacía verdad.
Y allí aprendíamos que no eran Armstrong, Aldrin y Collins
los únicos lunautas audaces, sino que todos estábamos embarcados
en la gran aventura. Funcionarios de la aventura se les ha llamado con
alguna gracia y bastante ligereza. Es lo mismo que quien lee autómata
donde dice astronauta; una manera de equivocarse. Porque el aumento del
ritmo cardíaco de Neil Armstrong era una señal amorosa y,
a fin de cuentas, el piloto automático tuvo que dejarle las riendas
al hombre a la hora de la verdad.
Esos pasos prudentes, indecisos, de Armstrong, el gran fantasma que no
acababa de soltarse de la escalerilla, eran una manera de humanizar todos
los cálculos y las precisiones científicas. Con los cuatro
pasos por la Luna de Armstrong entraba la Luna en nuestra casa. (...)
Salvador JIMÉNEZ
El «Águila» abandonó la Luna
Fresnedillas 21. (...) El presente vuelo del «Apolo XI» está
resultando un maratón de ansiedades. (...) Fresnedillas captó
el sábado el difícil momento de la entrada en órbita
lunar; ayer esta estación transmitió el momento solemne
del alunizaje; esta tarde había que registrar el autolanzamiento
del módulo lunar hasta entrar en órbita e iniciar la operación
de ensamblaje con el módulo de mando, tripulado por el solitario
Collins. Después de la emocionante madrugada pasada, la estación
de seguimiento entró en un periodo de distensión. A las
seis y cuarto de la mañana los dos astronautas cerraban la escotilla
del módulo y después de comer y hacer unas últimas
comprobaciones se aprestaron a dormir unas ocho horas. Houston dio las
buenas noches a Aldrin y Armstrong. (...) «Gracias respondió
Armstrong. Ha sido un día muy largo».
En uno de los monitores de la sala de Prensa de esta estación
de Fresnedillas se podía seguir el ritmo cardíaco de Armstrong.
El primer hombre que ha pisado la Luna no podía dormir. Han sido
ocho horas de sueño intranquilo y sobresalto. A las dos de la tarde
el Centro de Control ha despertado a los astronautas, quienes después
de comer Aldrin y Armstrong han comigo cuatro veces en el curso
de las veintiuna horas y media que han pasado en la Luna se han
puesto a ultimar los preparativos de la operación más dramática
de todo su viaje. (...) Hoy el «Águila» (módulo
lunar) tenía que levantar vuelo (...) y todas las seguridades no
espantaban el fantasma de un posible fallo. (...)
La operación debía comenzar a las siete menos cinco minutos.
La cuenta atrás se inició: en el módulo de mando,
en Houston, en todo el mundo, gracias a la conexión en directo.
(...) Los números iban bajando. La voz de «cero» no
se pudo oír; un tremendo rugido del motor ascendente del «Águila»
inundaba todos los canales de comunicación. Pronto se dejó
oír la voz de Armstrong, inflexible, aseguradora y, como siempre,
comunicando una buena noticia: Ascendemos suavemente. Todo marcha
bien.
A través de unos paneles de control en uno de los monitores se
podía observar una línea blanca, la brillante trayectoria
del imponente «Águila», que subía a una velocidad
de 6.000 pies por segundo. (...) Antonio ALFÉREZ
(Publicado
en ABC el 25-7-1969)
Han vuelto
Washington 24. (De nuestro corresponal.) Tres americanos rubios, cuarenta
y cinco kilos de materia lunar y el miedo a gérmenes desconocidos
han regresado hoy en su cápsula espacial a la Tierra en aguas del
Pacífico central. (...) Ha sido una operación espléndida
de remate a una sensacional aventura humana emprendida desde Cabo Kennedy,
Florida, el 16 de este mes.
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