Un siglo contado por ABC

Muere Kenedy, se para el mundo

Fue el presidente más joven de los Estados Unidos y su muerte, aún hoy, sigue envuelta en las brumas de la incertidumbre y las conjeturas. También, como muestran los textos que publicamos, en los primeros momentos tras el asesinato reinaron la confusión y las informaciones contradictorias. Reproducimos las crónicas y las imágenes de aquel atentado que, el 22 de noviembre de 1963, conmocionó al planeta.


(Publicado en ABC el 23 de noviembre de 1963)


Atentado mortal
Washington 22.

(Crónica de Europa Press, recibida por «télex», en exclusiva para ABC). Kennedy ha sido asesinado en Dallas hoy. El treinta y cinco presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, ha caído, a las doce y veinticinco del mediodía (siete y veinticinco hora española), víctima de los disparos de un asesino. Kennedy murió treinta y cinco minutos más tarde en el quirófano del hospital.

El atentado se produjo cuando Kennedy, en coche descubierto y acompañado por su esposa, Jacqueline, y por el gobernador de Tejas, John B. Connally, y su esposa, se dirigía desde el aeropuerto de Dallas al centro de la ciudad.
La capota del coche presidencial acababa de ser bajada momentos antes del atentado. Al ser alcanzado por las balas, Kennedy cayó de bruces en el asiento trasero. Connally también resultó alcanzado por dos disparos en el pecho, y su cuerpo se desmoronó al lado del presidente.
Las señoras de Kennedy y Connally no fueron alcanzadas por los disparos. Jacqueline se inclinó sobre el cuerpo de su esposo y le cogió la cabeza mientras sollozaba y gritaba: «¡No! ¡No es posible!». El coche salió disparado hacia el hospital del Estado, con una escolta de motocicletas.
Kennedy cayó ante un cuarto de millón de personas que se apretujaban en las calles para contemplar el paso del presidente. La multitud, al escuchar los disparos, que, al parecer, fueron tres, no reaccionó inmediatamente. Luego, unos segundos más tarde, una oleada de pánico se extendió por la multitud. Una parte de la escolta presidencial abandonó el automóvil en donde iba el cuerpo ensangrentado de Kennedy y se dirigió a toda velocidad hacia una colina frondosa, de donde parecía habían salido los disparos.


Caos en el hospital
Kennedy había llegado en el avión presidencial al aeropuerto de Love, de Dallas, y se dirigía, en el momento de producirse el atentado, a almorzar con los senadores del Estado y otras personalidades. La estancia del presidente, debida a motivos electorales, debía prolongarse durante dos días.

El médico de la Casa Blanca, contraalmirante George Burkley, embarcó en un avión rápidamente y se dirigió a Dallas.

Entró en el quirófano cuando los especialistas hacían esfuerzos desesperados para salvar la vida del presidente. En el hospital reinaba el más completo caos, y la confusión entre los funcionarios del Gobierno, agentes del Servicio de Seguridad y médicos era indescriptible. Las enfermeras corrían de una parte a otra, mientras la centralita telefónica parecía iba a estallar de un momento a otro. (...)
En la escena del atentado, la Policía y agentes de seguridad que se habían dirigido a una colina cercana, detuvieron a un joven y a una chica. Testigos del atentado dijeron que un hombre estaba escondido en el parapeto de un puente cercano y que este desconocido pudo ser el agresor. Otros testigos afirmaron que los disparos habían partido de la colina. (...)


Un sacerdote católico
>Desde el hospital de Park Land se enviaron mensajes urgentes a todos los cirujanos importantes de Dallas, y otros pidiendo un sacerdote católico.La noticia del atentado llegó a Washington minutos más tarde de producirse, y tuvo el mismo efecto de una explosión nuclear. El dirigente de la mayoría demócrata en el Senado, Mike Mansfield, al enterarse de la muerte de Kennedy, dijo: «No encuentro palabras para calificar esta desgracia. Es demasiado terrible». El jefe de la minoría republicana, senador Everert Dirksen, declaró: «¡Oh, Dios mío! Esto es lo más horrible que podía ocurrir». Los dirigentes de la mayoría y de la minoría se dirigieron a la sala de sesiones para comenzar una reunión de emergencia. En Washington, el senador demócrata Wayne Morse dijo antes de terminar la reunión de emergencia: «Esta es la hora en que todos los americanos deben rezar.»
El coche está lleno de sangre de las dos víctimas. Dos sacerdotes católicos se dirigieron al hospital a toda prisa, mientras Kennedy y Connally habían sido introducidos ya en la sala de operaciones. Atendieron a Kennedy y le administraron los últimos Sacramentos. Desde Washington se transportó gran cantidad de sangre tipo D, que es la del presidente, a Dallas. Los mejores cirujanos de la zona estaban ya en el hospital.


Llegada a Dallas
Varios funcionarios de la Casa Blanca, terriblemente agitados, fueron conducidos a una sala de espera, junto al quirófano. La secretaria de Kennedy, mis Evelyn Lincoln, estalló en lágrimas. La esposa del vicepresidente Lyndon B. Johnson, escoltada por dos agentes del servicio secreto, entró también en la sala de operaciones.
Cuando Kennedy llegó al aeropuerto de Dallas, una enorme multitud esperaba con carteles de bienvenida. Dallas se consideraba como una ciudad republicana, y entre las pancartas de bienvenida había algunas de protesta. Una de ella acusaba a Kennedy de ideas socialistas, y otra decía: «Le desprecio completamente». (...)
El secretario de la Casa Blanca en funciones, Malcolm Kilduff, anunció oficialmente: «El presidente Kennedy ha sido asesinado por un asesino desconocido.»


La señora Johnson negó en el hospital que su esposo hubiera resultado herido por los disparos. Lyndon B. Johnson iba en un automóvil descubierto inmediatamente detrás del coche presidencial. El vicepresidente recibió un fuerte «shock» nervioso al saber que Kennedy había muerto. Protegido por una guardia especial, el actual presidente tuvo que ser calmado en el hospital por los médicos.
Robin STAFFORD

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