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Un siglo contado por ABC La vida en las trincheras
(...) Permanecemos cuatro días en los pueblos y
acantonamientos de la segunda línea. Cada dos horas hacemos otras
dos de vigilancia en las troneras. El día que no somos atacados
ó que no atacamos nos aburrimos un poco, porque apenas si tenemos
otras diversiones. En las horas libres dormimos, cosemos las prendas,
que á cada instante necesitan de reparación; nos preparamos
té con lo que nos envían nuestras familias y amigos, merendamos,
se cuentan chascarrillos... La vida es monótona, y casi deseamos
que una actividad mayor de la guerra venga á distraernos un poco.
Cuando somos atacados ó cuando nosotros damos un ataque hay animación,
y después, durante cinco ó seis días, comentamos
los incidentes, cada cual cuenta un episodio, se habla del compañero
herido ó desaparecido... En los combates hay detalles cómicos,
y esos son los que más recuerdan los soldados, por ejemplo: uno
que se detiene á recoger el casco ó el gorro que se le cayó
al saltar la defensa de alambre, bajo una lluvia de balas; otro que se
enreda, y cree que alguien está sujetándole y se revuelve
furioso; aquél que pierde una oreja de un balazo... Luego todo
esto sirve para reírse durante algunos días. Después
volvemos á la monotonía. Algunos soldados se ingenian para
divertirse fuera de los combates, y aquí se hacen periódicos,
escritos á mano, como éste.
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