
La verdadera noticia hubiera sido la contraria, y es que la recientemente anunciada renovación del maestro israelí yaron Traub -actual director musical de la Orquesta de Valenciahasta 2012 certifica el idilio entre institución, director y público.
Cosas de la vida: en los años en que todos los focos apuntan a lo que sucede aguas abajo del viejo cauce del Turia, en el recién nacido Palau de Les Arts, y lo que acontece a su extraordinaria Orquesta de la Comunitat Valenciana (creada a partir del talento de Lorin Maazel, factotum artístico, y del talonario del gobierno valenciano, factotum estipendario del gran proyecto), la que debería ser su hermana mayor, la Orquesta de Valencia, vive su etapa más feliz musicalmente ha- M. MÚSICA blando, lo que representa en cierta medida una injusticia. Después de más de medio siglo de vida, la primera formación de la ciudad ha logrado su definitivamayoría de edad y madurez musical para afrontar con plenas garantías de solvencia cualquier repertorio.
Tras años de más disciplina que poesía de la mano de su anterior titular, el granadino Miguel Angel gómez-Martínez, llegó a nuestra ciudad un ignoto -hasta para los más puestos- joven israelí de nombre yaron Traub, que fue nombrado titular de la formación por elección democrática del 75 por ciento de los profesores. La noticia sorprendió a propios y extraños, porque parecían más próximos otros maestros con más cartel, como el italiano Rizzi.
Escéptica es la palabra que definió la reacción de los melómanos de la ciudad. Recuerdo años nomuy lejanos en los que las mastodónticas partituras de Mahler o Bruckner «se salvaban» como si de miuras se tratara, sin ir mucho más allá. hoy afortunadamente la cosa es muy distinta. En primer lugar, la sala sinfónica luce los viernes por la tarde un aspecto inmejorable, hasta el punto de haberse sugerido en más de una ocasión repetir los sábados el programa del viernes, puesto que el cartel de «No hay entradas» viene siendo norma habitual. Lejos quedaron los tiempos en que no pocos abonados descartaban el concierto del viernes y veías su butaca vacía o bien ocupada por un familiar o amigo de esos que se lanzan a aplaudir entre los movimientos, apareciendo como el Guadiana cuando nos visitaban los «Claudios», «Riccardos» o «Lorins» con sus filarmónicas y Sinfónicas.
TRASVASE DE TALENTOS.
Todavía queda trabajo por delante -para muestra, la reciente interpretación de la Novena de Bruckner- pero los avances de calidad en la formación principalmente desde el punto de vista expresivo se han hecho cada vez más patentes, aunque cierto es que el periodo clásico todavía representa una asignatura en la que debe exigirse una mejora. Por otro lado, la Orquesta de Valencia siempre ha podido presumir de buenos primeros atriles y Traub los ha puesto en valor hasta el punto de que ahora ya no podemos hablar sólo de buenos sino de excelentes solistas. Sirvan de ejemplo la trompista María Rubio, el percusionista Eduardo Eguillor o David Llacer a la tuba, por citar varios de una nómina que sería más amplia de no haber seducido el mismísimo Maazel a algunos de éstos con la consiguiente mudanza al edificio de Calatrava. El propio Metha, en una de sus visitas con ocasión de su dirección del festival del Mediterráneo, acudió al Palau de la Música, y tras escuchar una fantástica Octava de Bruckner, dijo que «si pudiera me llevaría a más de uno al Palau de Les Arts». En cuanto a logros puntuales que hay que atribuir al director israelí, debo recordar que logró «convencer » a todo un Daniel Barenboim para que bajo la batuta de su alumno, y junto a la Orquesta, ofreciera el Concierto número uno de Brahms con motivo de la conmemoración del vigésimo aniversario del auditorio.
El segundo mérito, seducir a Waltraud Meier, una de las más excelsas cantantes de las últimas tres década, para vivir un pequeño idilio con la formación y el director. La cantante interpretó en las dos últimas temporadas nada menos que el acto de Tristán e Isolda, auténtica pieza de toque de la germana, y los Cuatro últimos Lieder de Richard Strauss en una reciente e inolvidable velada. Por si fuera poco, el año venidero la mezzosoprano nos visitará de nuevo para ofrecer otro de sus grandes roles -kundri- en el segundo acto de Parsifal. Un lujo.
TEMPORADA 2009-2010.
interesante se presenta la próxima temporada, desvelada hace escasas fechas. La inabarcable Tercera sinfonía de GustavMahler servirá para levantar el telón el 23 de octubre. Tras ello, Traub y sus huestes se sumergen en la Integral del catálogo sinfónico beethoveniano durante dos semanas, repartido en cuatro capítulos. La ópera en versión concierto aparece en un par de significativas ocasiones con el Castillo de Barbazul de Bártok y Diálogo de Carmelitas de Poulenc, partituras no del todo habituales en los teatros de ópera. finalmente, junto con la variada programación habitual en la que no puede faltar en más de una ocasión Richard Strauss (especialidad de Traub), se celebrarán conciertos conmemorativos de los diez años de la muerte de Joaquín Rodrigo y del centenario de Ruperto Chapí.
Llamativa es la contribución del Coro Catedralicio en tres conciertos, lo nos hace pensar que si cumple expectativas estemos ante el futuro coro residente del Palau a la vista de que el Cor de la Generalitat, emigrado a Les Arts, va a ser rara avis en la sala iturbi.