Exposición Regional
La Arquitectura a escena
Por Fernando Vegas López-Manzanares

La Exposición Regional de 1909 supuso para la ciudad de Valencia su puesta de largo en el contexto de la arquitectura nacional e incluso internacional de la época. El público valenciano, habituado a las exposiciones regionales previas de 1867 y 1883 y a la pequeña exposición anual de la feria de julio, poseía una gran madurez como espectador de arquitecturas efímeras y al mismo tiempo una pérdida de la capacidad de sorpresa.

La construcción abiertamente provisional de los pabellones y tinglados y su frecuente referencia al exotismo oriental en sudecoración acentuaba su carácter bullanguero, efímero y banal. Tomás Trenor, el organizador de la Exposición de 1909, trató de evitar a toda costa esta imagen, impregnando de dignidad augusta su certamen con estilos clásicos de mayor predicamento, que constituían además una suerte de coiné arquitectónica para las exposiciones europeas y americanas de la época. La Exposición de 1909 se supo incorporar perfectamente a esta corriente de los grandes eventos internacionales de la época a pesar de su condición de certamen regional. Entre los arquitectos designados oficialmente para el diseño de la Exposición, Vicente Rodríguez partió del clasicismo francés como referencia, pero caracterizó el lenguaje de cada edificio a tenor de la función, el programa y el contenido específico de cada pabellón, con guiños a la antigüedad clásica y al modernismo catalán.

El arquitecto Carlos Carbonell demostró estar bien informado de las corrientesmás en boga en la época, concretamente, de la arquitectura de Doménech y Montaner, y de la arquitectura de los pabellones de Raimondo D’Aronco en la Exposición de Arte Decorativo de Turín de 1902. Francisco Almenar imprimió a todos sus pabellones un carácter completamente diverso, partiendo de una actitud muy abierta y ecléctica. Sus referencias abarcan desde el barroco y la tradición religiosa local hasta la arquitectura de D’Aronco, la Secession, el modernismo y las formas orientalizantes, que empleó a tenor del programa y el tipo de pabellón, según una nueva sintaxis que mereció el elogio de los críticos de arquitectura de la época por su valentía. El arquitecto Ramón Lucini, responsable de la dirección de obras de la fábrica de tabacos que se incluyó dentro del recinto como gran contenedor ya edificado, fue el autor del Asilo de Lactancia al pie de la fábrica de tabacos. Este edificio empleó un lenguaje escueto de aparejo de ladrillo visto con decoración de azulejos para emparentarse con la fábrica adyacente. Francisco Mora, autor del Palacio Municipal, aunó el gótico de mayores licencias fitomórficas con el modernismo floral innovador de las artes decorativas en un edificio que posee la virtud de evocar el pasado gótico de la ciudad.

Los abundantes pabellones, bares, restaurantes, cafés y horchaterías se caracterizaron por su asunción desenvuelta de los lenguajes modernistas de moda o referencias a la arquitectura griega, clásica, islámica u oriental. La mayor parte de las exposiciones de la época, con independencia de su categoría, se plantearon los pabellones con un carácter efímero de madera, yeso y cartón por cuestiones fundamentalmente económicas. La Exposición Valenciana representó una extraña excepción a la regla. Trenor rechazó la erección de barracones livianosamodo de fallas y, adelantando dinero de su propio bolsillo, mandó levantar pabellones de cal y canto profusamente decorados para una duración inicial prevista de dos meses.

SEMANA TRÁGICA.

Claramente afectada por la Guerra de Melilla, la Semana Trágica y las revueltas sociales, la Exposición Valenciana consiguió una doble prórroga de un total de año y medio. No sería descabellado pensar que, tras la rápida concesión de la fábrica de tabacos para esta inusual prolongación del certamen, se escondiera la voluntad del Gobierno nacional de desviar la atención sobre los conflictos con las mieles de la Exposición, precisamente en una ciudad como Valencia, con fama de levantisca. La Exposición Valenciana sorprendió a propios y extraños y tuvo una gran repercusión en la prensa regional, nacional e incluso internacional, y en las cuatro revistas nacionales especializadas en arquitectura de la época, que sólo se podría comparar por atención y páginas dedicadas a la Exposición Universal de París de 1900, una muestra de categoría muy superior.

Pocas exposiciones regionales, nacionales, internacionales, universales, dentro y fuera de España, tuvieron tanta difusión en sus respectivos ámbitos como la Exposición Valenciana. Con la perspectiva histórica que brinda la lectura en una hemeroteca, se puede afirmar que a partir de este tremendo éxito del recinto y difusión de la Exposición Valenciana, se concibieron tres proyectos para grandes exposiciones españolas de la época que se frustraron o postergaron por los problemas socioeconómicos: la frustrada Exposición Universal de Madrid de 1913, cuyo proyecto dibujado en 1910 por los arquitectos Otero y Yarnoz, los primeros diseños de 1910 para la Exposición Universal de Barcelona, que finalmente se celebró en 1929, y la Exposición Hispanoamericana de Sevilla, prevista para 1911 y acaecida también en 1929. Además, el éxito de la Exposición Valenciana persiguió a su autor principal, el arquitectoVicente Rodríguez Martín, que veinte años más tarde declinó ser nombrado arquitecto de la Exposición de Sevilla de 1929 a favor de un compañero deCastellón, el arquitecto Vicente Traver. Pero el éxito mayor de la Exposición Valenciana se reflejó en la arquitectura de la ciudad y en lamentalidad de sus habitantes. En primer lugar, el gran evento no sólo dejó su huella en las mejoras realizadas en la ciudad para la ocasión, sino que en los años posteriores su estela quedó reflejada en el diseño, la estructura, la construcción y las artes aplicadas de los edificios monumentales y residenciales de la ciudad. Y por último, la gran muestra valenciana sirvió como revulsivo para demostrar a sus habitantes su habilidad de generar un proyecto común, su capacidad para transformar su entorno a partir de una idea y su aptitud para franquear la entrada de su ciudad en la modernidad, la vanguardia y la tecnología del siglo XX, equiparándose a otras urbes de resonancia internacional.