Cultura
Barceló & Bacon. Nuevos lugares para el arte contemporáneo

Acababa 2008 con Miquel Barceló como uno de los protagonistas indiscutibles del año. Mucho se ha hablado de su polémica cúpula en la sede de la ONU en Ginebra y, en su mayoría, no precisamente en términos artísticos: lo que ha costado, cómo se ha financiado, si es una copia de una cueva china, si se ha caído un trozo... Y, sin duda, continuará el culebrón Onuart, pues la fundación busca fondos hasta debajo de las piedras para pagar los 20 millones de dólares que ha costado el capricho de la Sala de la Alianza de Civilizaciones.
Pero el artista mallorquín seguirá dando que hablar, y mucho, en 2009. Será Barceló quien represente a España en la Bienal de Venecia, principal cita artística del año, que tendrá lugar, como es habitual, en junio. Al parecer, ya quiso estar en el pabellón español la pasada edición, pero todo fue muy precipitado. En esta ocasión, Exteriores tiró de «oferta 2 x 1» y la cúpula suiza venía con regalo extra: la bienal veneciana. Desde que ABC anunció la noticia han sido muchas las voces que han mostrado su desacuerdo con tal decisión: unos creen que un artista tan cotizado como él no necesita un escaparate como ése; otros consideran que no tiene sentido seguir nombrando a dedo a un artista para una cita tan importante como ésta cuando, precisamente, se quiere dar ejemplo en el sector con el Código de Buenas Prácticas. Unas buenas prácticas que ya han llegado a los museos, pero que no se verán en la cita veneciana hasta 2011, pues el compromiso con Barceló ya era ineludible.
De la mano de Enrique Juncosa (su comisario de cabecera) expondrá, pues, en el pabellón español —aún no sabemos si reutilizará o no parte de los 35.000 kilos de pintura que cayeron de la cúpula—; y de la mano de su galerista suizo, Bruno Bischofberger, también tendrá una monográfica durante la bienal en uno de los principales museos de la ciudad de los canales, el Correr, en plena Plaza de San Marcos. La Serenisima, a los pies de Barceló el próximo verano. ¿Lo estará también en un futuro no muy lejano el Prado? Desde que Miguel Zugaza llegó a la dirección del museo, uno de sus deseos es que Barceló exponga allí. Se habló incluso de que tendría a su disposición la galería central, donde podría medirse con los maestros.
De momento, sólo hemos visto a Barceló en el Casón del Buen Retiro con su espectacular «Paso Doble». Pero el Prado ya ha abierto sus puertas al arte contemporáneo: Thomas Struth, Cy Twombly... Y, a partir del 3 de febrero, veremos en sus salas a Francis Bacon en el centenario de su nacimiento. Tras su paso por la Tate Britain llegará a Madrid la esperada retrospectiva del artista británico, que será una de las citas artísticas obligadas del año en la capital y coincidirá con ARCO. Comisariada por Manuela Mena. la muestra reunirá muchas de las obras fundamentales de Bacon. Será una cita especial por un doble motivo. Por un lado, Bacon pasó muchas horas visitando el Prado, admirando las obras de sus admirados Velázquez (una de sus series está inspirada en el retrato de Inocencio X, que se exhibe en la galería Doria Pamphilj de Roma) y Goya. Por otro, el pintor murió en Madrid el 28 de abril de 1992: durante su estancia en la ciudad tuvo una complicación respiratoria y fue hospitalizado en la clínica Ruber, donde falleció pocos días después.


Murakami y Vuitton
El arte contemporáneo busca nuevos lugares donde exponer. Ya viene siendo costumbre que los museos históricos hagan un hueco en sus vetustas salas a los artistas vivos. En Francia hay quienes se han rasgado las vestiduras ante lo que consideran una profanación: Jeff Koons en Versalles. Tampoco pasará desapercibida la presencia de Takashi Murakami en febrero en el Guggenheim de Bilbao. Tras su paso por el Museo de Brooklyn, el japonés más popero del planeta sacará de sus casillas a quienes se oponen al carácter comercial de los museos. En la muestra neoyorquina se plantificó una tienda de Vuitton (firma para la que ha hecho diseños el artista) en medio del recorrido de la exposición, en la que se vendían bolsos de la lujosa marca. No sabemos si en Bilbao será igual el montaje, pero promete críticas airadas, teniendo en cuenta la que se le vino encima con la exposición de Armani y la de motocicletas. Será que, como el arte contemporáneo, las marcas de lujo también andan en busca de nuevos espacios.
Si Damian Hirst no lo impide con otra de sus «boutades» artísticas, como la que organizó este año en Sotheby's, habrá otros muchos protagonistas en 2009. Así, Magritte contará desde junio con un nuevo museo en Bruselas. Será en la casa en la que vivió y trabajó durante 24 años. Y, sin salir de Bélgica, la ciudad de Lovaina dedicará en septiembre una gran antológica al genial Rogier van der Weyden con más de un centenar de obras.


Sabor español en Londres
No hay año que pase sin que las grandes ciudades tengan a Picasso como reclamo de sus principales museos. Si este año que termina ha puesto una pica en París (con el Grand Palais, el Louvre y el d'Orsay rendidos al maestro), la pondrá el año que comienza en Londres. Concretamente, en la National Gallery. Pero no será ésta la única muestra con sabor español en la pinacoteca británica. En octubre llegará a sus salas la exposición «The Sacred Made Real Spanish Painting and Sculpture 1600-1700».
El MoMA alzará a los altares a dos creadores contemporáneos que rompen moldes en sus respectivas disciplinas. Si en agosto se inaugurará una muestra de Ron Arad, uno de los diseñadores más punteros del momento, en noviembre el museo sacará su lado más sombrío y siniestro con una exposición dedicada a uno de los cineastas más personales e interesantes, Tim Burton.


Sorolla y Juan Muñoz cerrarán en 2009 en Madrid sendas giras. El valenciano se ha paseado por media España con obras de la Hispanic Society; el madrileño acabará en el Reina Sofía la itinerancia que comenzó en la Tate Modern y le llevó hasta Bilbao y Oporto. Y todas las miradas de 2009 estarán puestas en ARCO. ¿Logrará la feria campear la crisis? La respuesta, en febrero.