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Doña Elena y la conciencia social La primogénita de los Reyes ha mostrado siempre una especial preocupación por los problemas de la sociedad, en especial los que afectan a la infancia y la juventud A. M.-F. Gran amante de los niños y una apasionada de la equitación y la lectura, la primogénita de Sus Majestades los Reyes ha mostrado desde siempre una honda preocupación por los problemas sociales, en especial los que afectan a la infancia, la juventud y las personas con discapacidad. Espontánea y dotada de un gran sentido del humor, la Infanta Doña Elena es la más tradicional y castiza de la Familia Real, algo que se traduce en su afición a la Fiesta Nacional y a gran parte de lo que constituye el patrimonio costumbrista español. Igual que sus hermanos, Doña Elena ha recibido una intensa y esmerada formación, que en su caso ha estado orientada hacia el área de la educación. Nació en diciembre de 1963 y desde el pasado 31 de octubre ha pasado a ocupar el tercer lugar en la línea de sucesión a la Corona, por detrás de su hermano, el Príncipe de Asturias, y de su sobrina, la Infanta Doña Leonor.
En marzo de 1995 se casó en la Catedral de Sevilla con Jaime de Marichalar y Sáenz de Tejada, hijo de los condes de Ripalda, a quien había conocido durante un viaje a París. Con ese motivo, el Rey le concedió el título de Duquesa de Lugo. Más de tres años después, Doña Elena tuvo a su primer hijo: Felipe Juan Froilán de Todos los Santos, primer nieto de Sus Majestades los Reyes, que con el tiempo se convirtió en el protagonista de las anécdotas más divertidas de la Familia Real, gracias a sus travesuras y ocurrencias. Después llegó al mundo su hermana, Victoria Federica. Los dos hijos de la Duquesa de Lugo ocupan el cuarto y quinto lugar, respectivamente, en la línea de sucesión a la Corona.
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