FAMILIA REAL l DON FELIPE
El Príncipe mejor formado
Don Felipe no sólo se ha preparado en las mejores Universidades. Desde que era un niño, su padre le ha hecho partícipe de lo que supone la responsabilidad de ser Rey
A. MARTÍNEZ-FORNÉS
«Esa cruz significa también tu cruz. Tu cruz de Rey». 1 de noviembre de 1977. Un niño de nueve años escucha con toda seriedad las palabras que su padre le dirige ante cientos de personas en la pequeña ermita de Covadonga. Aunque es Heredero de la Corona desde dos años antes, cuando Don Juan Carlos fue proclamado Rey de España, ese día recibe en una ceremonia _sencilla, por la complejidad política del momento_ el título de Príncipe de Asturias. A esa misma ermita volverá otras veces años después. La última, el día que cumplió 36 años, radiante de felicidad y acompañado por la que meses después se convertiría en su esposa y Princesa de Asturias.
Atrás quedaban sus recuerdos acumulados a lo largo de 27 años. Su niñez, distinta a las de los demás, a pesar de los intentos de sus padres por que se le tratara como a un niño más; su adolescencia y juventud, marcadas por una sólida formación _la mejor que ha recibido jamás un Rey de España_, y las presiones por poner fin a su soltería y garantizar con su descendencia la continuidad de la Dinastía. Algo que finalmente sucedió el pasado 31 de octubre, cuando vino al mundo su primogénita, la Infanta Doña Leonor.
Atrás quedaban también sus recuerdos como testigo privilegiado de la Historia de España, pues incluso cuando era sólo un niño su padre quiso que estuviera presente en los momentos más difíciles. El más sonado, la larga madrugada del 23-F, cuando el Príncipe de Asturias, con trece años, luchaba por vencer al sueño en una butaca del despacho del Rey. «¡Felipe, no te duermas! Mira lo que hay que hacer cuando se es Rey».
Primer viaje oficial
Dos años después, el Príncipe realizó su primer viaje oficial al extranjero en representación de su padre. El viaje tuvo como destino Cartagena de Indias (Colombia), que celebraba el CDL aniversario de la ciudad, y a su llegada recibió honores de Jefe de Estado. En el aeropuerto de la ciudad colombiana le esperaba el entonces presidente del Gobierno español, Felipe González. Desde entonces y hasta ahora, Don Felipe ha realizado 111 viajes oficiales al extranjero y, además, ha acudido a las 34 tomas de posesión de presidentes iberoamericanos que se han celebrado en los últimos años. Nadie ha ido a tantas como él.
En enero de 1986, el día que cumplía 18 años, Don Felipe juró la Constitución en una solemne ceremonia en las Cortes, presidida por su padre, el Rey, y en presencia de su abuelo, el Conde de Barcelona, y de todas las autoridades del Estado. Cuatro meses antes había ingresado en la Academia General Militar, de Zaragoza, donde comienza su formación castrense, que se completará en la Escuela Naval Militar de Marín y en la Academia General del Aire de San Javier.
Después, Don Felipe se matriculó en la Universidad Autónoma de Madrid, donde se licenció en Derecho y estudió diversas asignaturas de Ciencias Económicas. Estos años universitarios coincidieron con los entrenamientos para los Juegos Olímpicos de Barcelona, en los que el Príncipe participó como miembro del equipo de vela, quedando en sexto lugar. Pero fue en la inauguración de los Juegos cuando el Príncipe emocionó a todos los españoles mientras desfilaba como abanderado del equipo español.
Un máster de dos años en Georgetown (Estados Unidos) completa la formación académica de Don Felipe y le convierten en el Príncipe mejor formado de la Historia.
Al servicio de la Corona
A partir de ese momento, el Heredero de la Corona se concentra en su actividad al servicio de la institución. Siempre pegado a la actualidad, los acontecimientos vividos en nuestro país han marcado su agenda e, igual que los demás miembros de la Familia Real, ha compartido el sufrimiento de los españoles. En 1995, acudió al funeral por catorce mineros muertos en Asturias, en 1997 asistió al entierro del concejal del PP Miguel Ángel Blanco, asesinado por ETA, donde improvisó unas palabras de condena que llegaron al corazón de los españoles. Tras los brutales atentados del 11-M, visitó a los heridos en los hospitales, asistió a los funerales de Estado y, por primera vez en la historia, participó en una manifestación de protesta.
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