GRATITUD
Kiko ARGÜELLO
Es para nosotros motivo de profunda gratitud el
discernimiento que el Papa Juan Pablo II ha hecho en numerosas ocasiones sobre el Camino
Neocatecumenal y que ha quedado plasmado, sobre todo, en la Carta dirigida a todos los
obispos católicos.
En la Iglesia antigua, en medio del paganismo,
cuando un hombre quería hacerse cristiano, debía recorrer un itinerario de formación
que se llamaba «catecumenado», de la palabra «katekheo», que significa «resonar»,
«repetir», «instruir de viva voz». Catecúmeno era el que se instruía de viva voz.El
actual proceso de secularización ha llevado a mucha gente a abandonar la fe y la Iglesia.
Por eso es necesario abrir de nuevo un itinerario de iniciación al cristianismo.
En esta línea, el Camino Neocatecumenal no
pretende de ninguna manera formar un movimiento en sí mismo, sino ayudar a abrir en las
parroquias un camino de iniciación cristiana, para descubrir lo que significa ser
bautizado, ser cristiano. Es un instrumento que se pone al servicio de los obispos en las
parroquias, con el fin de reconducir a la fe a quienes la han abandonado o nunca la han
tenido. Hoy, en Occidente, muchas diócesis están intentando instaurar el catecumenado,
elaborar un catecismo para adultos.
El Neocatecumenado tiene que ver con ambas cosas.En
la Iglesia primitiva, el catecumenado no era una simple instrucción; consistía en una
síntesis de Palabra (kerigma), Liturgia y Moral. La Iglesia antigua primeramente
proclamaba el kerigma, esto es, hacía el «anuncio de la salvación». Tal anuncio del
Evangelio, hecho por apóstoles itinerantes como Pablo y Silas, provocaba en quienes lo
escuchaban un cambio moral. Y cambiaban de vida ayudados por el Espíritu Santo que
acompañaba a los apóstoles.
El cambio moral era luego sellado y fortalecido por
medio de los sacramentos. El bautismo, concretamente, era conferido por etapas, de modo
que el catecumenado primitivo era una verdadera «gestación» a la vida divina. El Camino
Neocatecumenal recupera aquella «gestación» integral, aquella síntesis de Palabra,
Moral y Liturgia.
El Papa, con su Carta, avalaba 25 años de una
experiencia iniciada en uno de los suburbios más pobres de Madrid. La renovación que se
ha producido en las parroquias gracias al Neocatecumenado ha provocado un sorprendente
impulso evangelizador, que ha hecho que miles de catequistas y centenares de familias
estén ya evangelizando en cualquier parte del mundo.
Quiero terminar confesando con María la humilde
que todas estas maravillas de las que somos testigos son obra del Señor y reiterando al
Papa nuestro agradecimiento: el de los iniciadores y el de todos los hermanos del Camino,
por este ejercicio del servicio de Pedro y por el impulso que nos da para seguir adelante
en los duros trabajos del Evangelio.
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