Madrid agotó las lágrimas

«Parece el fin del mundo, el fin de todo. Es como si no fuera real...

Una pesadilla. Es inimaginable». Las palabras de un testigo de la masacre, recogidas en una de las crónicas de urgencia que publicó ABC en su edición especial de aquel día, resumen el sentimiento de una ciudad, de un país, que se dio de bruces con el horror en estado puro.

El mayor atentado de la historia de España se cobró la vida de 191 personas (a las que se sumaría el GEO muerto en Leganés), estudiantes y trabajadores con miles de sueños por cumplir. Madres, padres, hijos, hermanos, amigos... El vacío que dejaron en su gente no podrá ser llenado nunca, como no podrán ser restañadas del todo las heridas del cuerpo y del alma de cientos de supervivientes que nacieron de nuevo ese día, pero con el amargo peaje de no reconocerse. Días de dolor y de furia. De una solidaridad como nunca se había visto en España. De héroes anónimos que dieron lo mejor de sí mismos más allá de su resistencia.

De esperas desesperadas en el pabellón 6 del Ifema. De manifestaciones legales (e ilegales). De duros reproches políticos. La campaña electoral, que apuraba sus últimos días, echó el cierre, pero la cita del 14-M no pudo refugiarse en una campana de cristal. Este puñado de imágenes recoge momentos clave entre el 11 y el 14 de marzo de 2004. Pero ésta no es una historia con un principio y un fin. Sobre todo con un fin. La resaca nos durará toda la vida.