El ATS de la burra se jubila en coche
TEXTO: AYOZE GARCÍA FOTO: JAIME GARCÍA«Tengo para escribir tres libros», comenta orgulloso José Luis Mingo mientras ojea su colección de recortes de prensa en la huerta de Villaconejos donde suele
TEXTO: AYOZE GARCÍA FOTO: JAIME GARCÍA
«Tengo para escribir tres libros», comenta orgulloso José Luis Mingo mientras ojea su colección de recortes de prensa en la huerta de Villaconejos donde suele pasar los fines de semana. Mingo lleva más de treinta años como ATS, ... y realiza servicios de atención domiciliaria en varios pueblos de la provincia castellanomanchega de Guadalajara.
Desde abril de 1991, este ATS ha exigido a la Administración que le proporcione un vehículo con el que desplazarse desde la localidad de Brihuega. Apenas unos meses antes de jubilarse, una sentencia judicial le ha dado la razón. Y a pesar de que aún no están resueltos todos los trámites, Mingo espera hacer en coche su última ronda, el próximo 7 de julio.
Según José Luis, que ha llegado a recorrer más de 1.800 kilómetros a pie en señal de protesta, los traslados de enfermeros y médicos constituyen en el entorno rural un problema generalizado. Muchos usan sus automóviles privados, pero él está en contra de esta solución. «Yo no tengo por qué meter muestras de sangre y orina en el mismo vehículo en el que llevo a mi familia», afirma.
Además, en las oposiciones a ATS que él aprobó no figura como requisito tener un vehículo, ni siquiera contar con carné de conducir. Por este motivo, José Luis Mingo decidió hace quince años cubrir «en el coche de San Fernando, un rato a pie y otro andando» los hasta 25 kilómetros que separaban Brihuega de Barriopedro, Valderrebollo y los otros pueblos que le habían asignado. En aquel entonces, el Insalud tampoco pagaba la gasolina.
Jugar con la salud
Los trayectos a pie le llevaban a Mingo varias horas, por lo que no podía dar a sus pacientes indicaciones horarias precisas. El enfermero comenta que al principio no tenía afán de notoriedad, sino que sólo pretendía concienciar a sus compañeros.
Pero a raíz de una breve información aparecida en un diario de la región, se presentaron en Brihuega más de 20 periodistas. «Estaba asustado, tenía miedo de decir cualquier tontería y jugarme el puesto de trabajo», confiesa José Luis. Sin embargo, su perseverancia dio frutos: gracias a él, el sindicato acabaría consiguiendo el pago del kilometraje, aunque con unas tarifas que Mingo considera insuficientes.
Después de dos meses de caminatas reivindicativas, José Luis tuvo que cogerse una baja por lesión de riñón. Y no sería la última: más adelante sufriría un pinzamiento de vértebra. «Me jugué la salud, tanto física como mental», admite.
Tras su recorrido en burro en septiembre de 1991, Mingo se ha tenido que conformar con desplazarse en el trabajo con su vehículo privado, pero no ha cejado en su empeño.
Hace unos años, varios centros sanitarios acordaron enviar un escrito a la Administración en el que se hacían eco de las peticiones de José Luis. Y en julio de 2005 daba comienzo el proceso judicial promovido por Mingo junto a seis médicos que ahora ha finalizado con una sentencia favorable.
«He tardado 15 años, pero me han dado la razón», comenta José Luis, que sintió un gran alivio al conocer el fallo. A punto de lograr su propósito, reconoce que extender esta solución a todos los practicantes en su situación resultaría inviable económicamente. Eso sí, pide para sus compañeros por el uso de vehículo propio bonificaciones por kilometraje más cuantiosas, además de seguros de vida y accidentes.
Mingo ha recibido el apoyo de colegios médicos y miembros de la Guardia Civil, y afirma que sus pacientes siempre se han mostrado comprensivos. Recuerda incluso que los habitantes de la localidad de Yela se plantearon manifestarse por su causa.
La Administración ha amenazado a José Luis varias veces con abrirle expediente, y ahora él sospecha que le quitarán de su ruta los pueblos con tal de no darle un coche.
Reconocimiento tardío
Después de tantos sinsabores, José Luis Mingo ya sólo pelea por sí mismo, y desconoce si su caso servirá para que cambien las cosas. Hijo de un médico condecorado con la Cruz Azul de la Seguridad Social, afirma que la memoria de su padre le ha servido de ejemplo. «No me pesa nada de lo que he hecho, y si pudiera, lo volvería a hacer».
Este perseverante ATS ha visto por fin reconocidas sus reivindicaciones en el ocaso de su carrera, pero todo tiene un precio. «No sé si esto ha merecido la pena», comenta la esposa de Mingo. «Es mucho lo que hemos sufrido desde que estamos en Brihuega».
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