Santiago Posteguillo desvela la mentira histórica sobre Julio César que todavía creemos
El escritor, que presenta estos días su nueva novela sobre el procónsul, carga contra el presentismo actual
Santiago Posteguillo: «Julio César construyó un puente colosal en diez días. Un año después, muchos siguen cerrados por la Dana»
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Iniciar sesiónNo para Santiago Posteguillo Dos años después de narrar el ascenso de Julio César en 'Roma soy yo' (Ediciones B), el escritor superventas ha vuelto con la tercera entrega de la vida del entonces procónsul: 'Los tres mundos'. Mil páginas de novela en las ... que se traslada a las tres regiones que llevaron al general hasta la guerra civil contra la República: las Galias, Roma y Egipto. El doctor en Filología responde a ABC en la ciudad alemana de Tréveris, una de las muchas que conquistaron las legiones, y lo hace con la caída de la noche, tras una jornada de locura que narró el domingo este diario.
–¿Por qué abordar tres mundos en un solo libro?
Me interesa mostrar que los procesos históricos muy conocidos no ocurren aislados. César estaba en la Galia, pero su mente también estaba en Roma. Por eso me parecía clave contar lo que sucedía en la capital. Además, es importante ver cómo le llegaba la información en lo público y en lo privado, porque le entraba a través de su esposa, Calpurnia, y de sus amigos más cercanos. Todo eso influyó en su vida de forma radical. Y, por otro lado, la situación en Egipto era clave e incluía a un personaje como Cleopatra VII. ¿Cómo no iba a hablar de ello? Son tres mundos que dan una profundidad al texto que merece la pena. Por eso las mil páginas.
–Afirma que, con el triunvirato, se ve cómo las alianzas entre enemigos que se forjan con un objetivo político suelen acabar en desastre. ¿Es una máxima que se aplica también a la actualidad?
Los procesos políticos de lucha por el poder se repiten y se repiten. A lo largo de la historia ha quedado claro que, en política, las alianzas que se forjan por intereses esencialmente personales, y no en busca del beneficio político, suelen acabar mal para el Estado. Pero es lo que he visto en la historia, ¿eh? Del presente no suelo hablar.
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–En esos tres mundos, todos los personajes tienen interés en guerrear para ganar poder. ¿Qué guerra puede interesar a Occidente, y a España, en la actualidad?
Las guerras en general, a lo largo de la historia, se han hecho siempre por motivos económicos o políticos. Es verdad que se ha utilizado como excusa la religión, pero esas han sido, en esencia, las causas. Ahora sucede lo mismo. Lo que le interesa a España y a toda Europa es promover la paz y la estabilidad en toda su región geopolítica. Luego, cada uno puede entender cómo se puede conseguir eso de forma diferente. Con todo, me gustaría pensar que todos preferimos estar en un entorno más pacífico.
–¿Los tres mundos de su novela coinciden con las tres potencias de la época?
Bueno… Más bien muestro tres civilizaciones alrededor del Mediterráneo y de Europa. Lo cierto es que seríamos demasiado eurocentristas si pensáramos que los mundos celta, romano y egipcio eran el centro del mundo Antiguo. También estaba Partia, por ejemplo. O la India y aquella China emergente donde estaba ya la dinastía Han.
–Había, entonces, otros poderes...
Sí, pero es verdad que el número tres es muy representativo en las estructuras mundiales. Es curioso, si lo piensas, que la distopía de 1984 de Orwell representaba a tres grandes estados que estaban en guerra de forma constante.
–¿Cuáles son los grandes poderes actuales?
Hoy en día el mundo es tan complejo que ya no lo podemos circunscribir a tres poderes. Salimos en su momento de una Guerra Fría donde estaban la Unión Soviética y los Estados Unidos como planetas alrededor de los que gravitaba todo. En la actualidad, no me atrevería a decir que son Rusia, Estados Unidos y China, pero se acerca. Habría que sumar la India, los Brics… Europa, por su parte, debe aprender que tiene una posición más humilde.
–¿Dónde quedan, en mitad de estos mundos, Israel y Gaza?
El suyo es un conflicto bastante eterno en el tiempo. La región ya estaba en guerra desde la época de los hititas y Egipto. También se enfrentaron allí los propios judíos con distintos pueblos en épocas bíblicas y, después, con Vespasiano y Tito. El territorio también fue la frontera entre Bizancio y el mundo islámico. Es difícil hallar una solución para Israel y Gaza, pero no debemos tirar la toalla. Hay que calmar la zona, y no es fácil, aunque se están haciendo intentos. Veo difícil que Trump consiga algo, pero cualquier esfuerzo en esa línea es interesante. Ojalá se consiga.
–Afirma también que César forjó Occidente cuando atravesó el Rin...
No la Europa de aquellos días, sino la actual. Unió el sur de Alemania, Francia, los Países Bajos, Luxemburgo, Bélgica, parte del sur de Gran Bretaña, Suiza… Todo quedó anexionado a Italia y a Hispania. Y, si lo piensas bien, ese es el germen de Occidente. El devenir de ese Occidente ya es otro debate diferente. Podemos preguntarnos cuánto bien ha hecho en el mundo o cuánto mal, y si ha sido para mejor o para peor su existencia. Pero creo que es incuestionable que existe como cultura porque se unió hace 2.000 años gracias a una persona.
–¿Cómo cree que hubiera acometido Julio César un problema como la Dana?
Con más eficacia y más rapidez de reacción. En la actual zona de la Dana, en Valencia, hay cosas que se han hecho bien. Reconozco que toda la línea de metro se ha reconstruido, y eso ha sido una obra importante, compleja y difícil. Ahora bien, no se han elevado las vías. Cuando vuelva a desbordarse el barranco del Poyo, volverá a pasar algo similar. Tampoco entiendo que no se haya limpiado el alcantarillado. Y lo de los puentes… César hizo un puente en diez días sobre el Rin, que no era el barranco del Poyo… y nosotros, un año después, tenemos varios cerrados en Paiporta. Hablé con un político local y me dijo que estaban haciendo todo bajo un procedimiento de urgencia. Habría que añadir una acepción al diccionario de la Real Academia de la Lengua: el de urgencia para los políticos. En su caso, es un período indeterminado que puede oscilar entre uno y cinco años. Como dije en el Senado, la gestión fue pésima y muy mejorable en el tiempo.
–¿Cuál es esa mentira sobre Julio César que nos seguimos creyendo y que todavía le escuece?
La que más me escuece de largo es que se le tilde de dictador aplicando el significado que la palabra tiene para nosotros en el siglo XXI. Entendiendo que un dictador actual, una vez que consigue el poder, lo que hace es aniquilar, matar, ejecutar o, como poco, exiliar a todos los opositores. Eso es lo que vemos en todas las dictaduras modernas. Sin embargo, Julio César primero derrotó a sus enemigos políticamente y, como ellos no lo asumieron, le forzaron a una guerra civil. Venció y, sin embargo, perdonó la vida a sus adversarios e incluso los reinsertó en el Senado. De hecho, esa magnanimidad lo condujo a ser asesinado el 15 de marzo. Eso es algo que no pasa con Putin, Maduro o Kim Jong-un. ¿Por qué? Porque ellos sí son dictadores como los entendemos hoy en día. Él era alguien mucho más complejo, aunque no digo que no cayera en el autoritarismo en algunos aspectos.
–¿Cree que ha quedado cierta leyenda negra sobre Julio César?
Sí. Se ha creado cierta leyenda negra por parte del revisionismo que hacemos cuando intentamos reinterpretar las acciones de personajes históricos del pasado desde nuestra moralidad del presente. Si vamos a eso… Roma era una sociedad esclavista, y nosotros evidentemente hemos mejorado. La violencia que César ejerció en la Guerra de las Galias no era diferente a la que ejercerían contra él sus oponentes. Eso no significa que sea un militar bondadoso, pero tampoco el más cruel en el campo de batalla.
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