Rudolf Hess, el dirigente nazi desequilibrado y paranoico que se suicidó
JUGUETES ROTOS
El prisionero de Spandau se quitó la vida con el cable de una lámpara en 1987 tras más de dos décadas de absoluta soledad en la cárcel
Las intimidades de Rudolf Hess en la soledad de Spandau, reveladas por su hijo a ABC: «Fue honesto»

Casi 21 años sobrevivió Rudolf Hess como único inquilino de la enorme prisión de Spandau. Tras ser condenado a cadena perpetua en el proceso de Núremberg en 1946, el dirigente nazi y amigo de Hitler fue recluido en esa cárcel berlinesa hasta su ... muerte en 1987. Vagó por sus pasillos, sus celdas y sus instalaciones vacías hasta que decidió suicidarse con el cable de una lámpara a los 93 años. Pocos después, Spandau fue demolida para construir un centro comercial.
Hess era ministro sin cartera, general de las SS y número tres del régimen socialista cuando el 10 de mayo de 1941 despegó de Augsburgo en una insensata misión para negociar un acuerdo de paz con el Gobierno británico. Pilotando un Messerschmitt bimotor, logró cruzar el océano a baja altura y llegar al sur de Glasgow, desde donde saltó en paracaídas. Ni Hitler ni ningún otro dirigente nacionalsocialista conocían la iniciativa de Hess, que pensaba que podía convencer a Churchill de que aceptase un armisticio.
El canciller montó en cólera al saber que su hombre de confianza estaba detenido en Escocia. En ese momento, dictó la orden de que, si volvía a Alemania, fuera ejecutado de inmediato.
Llevaba en la carlinga mapas, una brújula, una linterna y un fajo de billetes para contactar con el duque de Hamilton, un oficial de la Royal Air Force, al que creía favorable a un entendimiento con Berlín. Tras toparse con un campesino que informó a las autoridades, Hess fue llevado a un cuartel. Le interrogaron, le hicieron un examen médico y permitieron que Hamilton se entrevistara con él para evaluar sus intenciones. Pronto entendieron que había actuado por su cuenta y que era un desequilibrado con rasgos paranoicos.
Fue conducido y luego internado en un campo de prisioneros. Churchill ordenó que permaneciera incomunicado, pero que se le tratara con corrección. Pero Hess estaba convencido de que querían envenenarle e intentó suicidarse en un par de ocasiones. En una de ellas, se rompió el fémur. En los interrogatorios, fingió padecer amnesia para evitar colaborar con sus captores.
Tras la derrota del Tercer Reich, fue llevado a Núremberg para ser juzgado junto al resto de jerarcas nazis. Muchos de ellos fueron sentenciados a penas de muerte, pero el tribunal fue benevolente con Hess. Fue absuelto de crímenes de guerra, pero se le condenó por su participación en los planes de Hitler para dominar el continente.
Fue uno de los fundadores del partido Nacional Socialista y responsable de la legislación contra los judíos. Compartió celda con Hitler, donde le dictó su 'Mein Kampf'
Hess fue uno de los fundadores del Partido Nacional Socialista, en el que había ingresado en 1920 con el carnet número 16. Era un fanático y violento antisemita que se había sumado al golpe de Hitler contra el Gobierno bávaro. Compartió celda con su líder en la prisión de Landsberg, donde Hitler le dictó su 'Mein Kampf'. Hasta el comienzo de la guerra en 1939, Hess fue su confidente, su secretario, el jefe de la organización nazi y el responsable de la legislación contra los judíos.
Era un hombre de extrañas costumbres, con una marcada afición al esoterismo y la astrología y practicaba el espiritismo. Seguía una dieta vegetariana y sufría ataques de ansiedad, pero Hitler le apreciaba y valoraba su fidelidad y su pasado como héroe de guerra.
Al acabar el proceso, Hess fue conducido a Spandau junto a Speer, Dönitz, Raeder y Schirach, custodiados por soldados de las cuatro potencias vencedoras. En 1966, Speer fue liberado y Hess se quedó solo en una prisión concebida para 600 reclusos. Británicos y estadounidenses eran partidarios de excarcelarle por razones humanitarias, pero la Unión Soviética lo vetó.
Hess no quería que le visitara su hijo y rehuía cualquier contacto exterior, mientras se entregaba a sus fantasías, convencido de que querían asesinarle.
En los últimos años, disponía de una absoluta libertad de movimientos en la vacía prisión, por cuyos corredores erraba como un fantasma. Tenía televisión, acceso a una biblioteca y trabajaba horas en el jardín.
El 17 de agosto de 1987 se suicidó al colgarse de una ventana, dejando una nota de despedida. Fue enterrado en un lugar secreto y la prisión, demolida. Nada queda que recuerde su paso por este mundo.
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