aniversario de la reunificación alemana

El nacimiento de la «tercera potencia mundial»

El 3 de octubre de 1990, Alemanía celebró la reunificación que, 45 años después del fin de la II Guerra Mundial, la convertiría en uno de los principales gigantes económicos del planeta

El nacimiento de la «tercera potencia mundial» AP

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«Mostraos tranquilos y relajados aunque os provoquen, hasta que se os haga un nudo en la garganta y en las sienes, y las manos se os humedezcan lentamente». Con esta circular, el senador local de Asuntos Interiores, Erich Pätzold, instaba a los servicios de ... seguridad berlineses a que mantuvieran la calma frente a los previsibles desordenes de aquel histórico 3 de octubre de 1990: el día de la reunificación de las dos Alemanias... 45 años después .

No faltaron los incidentes aquellos días–sobre todo los provocados por los enfrentamientos entre los grupos de neonazis y los grupos anarquistas–, pero lo cierto es que Berlín, la ciudad donde parecía que se estaba dirimiendo el porvenir de Europa y sobre la que el mundo había puesto sus ojos, se convirtió aquel día en una auténtica fiesta : «Fuegos artificiales, redoble de campanas y oraciones: en la medianoche de hoy, apenas amanecido el 3 de octubre, la mezcla más heterogénea de ceremonias proclamará la gran fiesta de la Alemania unida, el fin de la posguerra y, según proclaman los políticos, el alba de la nueva Europa», comentaba la enviada de ABC en Berlín. El 88% de los alemanes se alegraban de la unificación, y aquello se notaba.

Nadie podía imaginar a comienzos de 1989, ni en el Este ni en el Oeste, que la celebración en otoño del 40 aniversario del nacimiento de la República Democrática Alemana (RDA) sería la última, que el Muro de Berlín desaparecería de un plumazo y que aquella Alemania dividida desde hace más de 40 años se reunificaría.

El desmoronamiento de la RDA

La RDA (próxima al bloque socialista, ya en pleno proceso de desintegración) se desmoronó en cuestión de meses, presa por un lado de los miles y miles de alemanes que huían o forzaban su salida de la zona oriental ocupando embajadas extranjeras y, por otro, de los ciudadanos que, aún deseando permanecer en la RDA, pedían a gritos reformas sustanciales. El 9 de noviembre, a una velocidad que desconcertó a muchos, caía el «telón de acero» y el 12 de septiembre se firmaba, por fin, el Tratado 2+4 que sellaba aquella «boda».

Un millón de visitantes fueron a Berlín a celebrar la reunificación

Sería finalmente el 3 de octubre de 1990, hoy justo hace 20 años, cuando se consumó constitucionalmente «el fin definitivo de la división de la ciudad» y el nacimiento de la nueva Alemania, en el mismo momento en que se alzaba la bandera que ondearía desde entonces, y permanentemente, «frente al Reichstag que Hitler incendió 57 años atrás para, tras echarle la culpa a los partidos de izquierda, comenzar su dramática cabalgada por el totalitarismo».

Más de un millón de visitantes y 5.000 periodistas extranjeros acudieron a Berlín para presenciar y dar fe de aquella celebración histórica que le costó al nuevo Gobierno 240.000 millones de pesetas de la época.

Kohl, el canciller de la Alemania unida

«Trabajo para que Alemania sea como una locomotora en una sola dirección: Europa», dijo el líder de La Unión Crisitianodemócrata (CDU), Helmut Kohl , elegido como el nuevo canciller de la Alemania unida, durante una cena, el 2 de octubre, a la que asistieron el entonces líder del Partido Popular en España, José María Aznar, y su parlamentario europeo, Marcelino Oreja.

REUTERS

Un Kohl que aseguraba comprender los recelos que habían brotado en algunos países europeos por la fortaleza que iba a alcanzar esta nueva Alemania unida, de 78,7 millones de habitantes y 16 estados federales, cuya pujanza económica la iba a situar como «la tercera potencia del mundo» , asumiendo el 10% del comercio mundial y el 30% de la Comunidad Económica Europea. La República Federal Alemana (RFA), próxima al bloque capitalista, se había tragado literalmente a la RDA y todos sus compromisos económicos internacionales, y eso asustaba a muchos países del continente.

Pero el camino no ha sido fácil. Los dos Estados había caminado a velocidades muy diferentes: «Una Alemania kafkiana, burocrática, militarizada, colectivista – aseguraba ABC – ha de integrarse sin traumas en otra Alemania mucho más desarrollada, con vocación europeísta, con un alto índice de calidad de vida y que no admite bajo ningún concepto un trabajo mal hecho».

Kohl lo sabía: «Las condiciones económicas de la RFA son actualmente excelentes. Nunca habíamos estado mejor preparados para superar las tareas económicas de la reunificación. A esto se suma la laboriosidad y capacidad de rendimiento de las personas de la anterior RDA», declaró en la víspera de la unificación. Y el primer ministro de la RDA, Lothar de Maiziere , remaría en la misma dirección: «Somos un pueblo, ahora vamos a ser también un Estado».

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