Referéndum, frontera, himno y moneda propia: el barrio de Madrid que se independizó de España con el apoyo de Cuba
Cerro Belmonte se construyó a mediados del siglo XX por 125 familias de manera ilegal y, cuarenta años después, el Gobierno anunció su expropiación. «Los vecinos de Cerro Belmonte pidieron ayer asilo político a Fidel Castro», contaba ABC en 1990
La aldea española ubicada en el interior de Francia que resiste los ataques de París desde hace tres siglos
Los vecinos de Cerro Belmonte cortan la calle Villaamil, en las protestas de 1990
Algunos se centraron en el referéndum ilegal, otros en el apoyo recibido por Fidel Castro en sus reivindicaciones secesionistas y ABC en las medidas anunciadas por el Ayuntamiento para erradicar las denominadas «bolsas de pobreza» en Madrid, germen de aquel conflicto que afectó a ... los doscientos vecinos de Cerro Belmonte. Sea como fuere, lo que ocurrió en esta pequeña barriada ubicada en el distrito de Valdezarza fue uno de los acontecimientos del año. Las dimensiones que alcanzó este curioso episodio en los medios de comunicación fueron tales, que todavía se recuerda cada cierto tiempo.
Prueba de ello es que, a principios de este año, David Martínez Álvarez, más conocido como Rayden en su faceta musical, recuperó la historia en su segunda novela: 'Votos en contra' (Suma). El rapero y escritor resumió así aquel conflicto en la presentación del libro: «Un territorio independiente que duró siete días y puso en jaque a todo un Ayuntamiento».
El origen de aquella revuelta vecinal fue recogida dos años antes por ABC. 'Nuevos estudios para erradicar las 19 bolsas de pobreza de Madrid', anunciaba el titular el 15 de septiembre de 1988. La noticia explicaba que el Ayuntamiento proyectaba construir 7.200 viviendas para acabar «con el deterioro urbano, que en unos casos se trata de chabolismo y, en otros, de infravivienda». «A través de la expropiación se dejará suelo vacante para destinarlo al servicio público, comercial o habitacional. A las personas afectadas se las realojará o se las indemnizará», añadía.
A continuación enumeraba esas «bolsas de pobreza», entre las que se encontraban otros barrios como Puente de Vallecas, El Carmen, Glorieta Elíptica, Carabanchel bajo, Méndez Álvaro y Delicias, además de Cerro Belmonte. Los doscientos vecinos de este último fueron suficientes para presionar a las autoridades lo suficiente como para cambiar su destino. «Alianza Popular cree que la erradicación de estas bolsas es necesaria, pero hay que hacerlo con cautela para que a los afectados se les garantice el realojo y se evite la especulación», advertía Enrique Viloria, concejal de esta formación, antes de que estallara esta pequeña crisis separatista.
125 familias
Cerro Belmonte estaba limitado por la autopista de Sinesio Delgado y lindaba, por una parte, con la calle Villaamil y, por otra, con la zona de Peña Chica. Una especie de pueblo pequeño dentro de Madrid, formado por casas bajas y habitado por personas mayores, que cuarenta años antes habían construido unas 125 familias con sus propias manos de manera ilegal. Sin embargo, España entraba en la década de los 90, una época en la que se produjo un importante auge del mercado inmobiliario, y el Ayuntamiento quiso aprovechar el momento para desarrollar su ambicioso plan urbanístico. El problema para los vecinos es que no querían que se les expropiara sus casas, la mayoría de las cuales eran amplias y con grandes patios.
La gota que colmó el vaso para los propietarios de Cerro Belmonte fue el insignificante precio que la administración estableció por metro cuadrado para la expropiación: 5.018 pesetas. También el hecho de que, como alternativa para su realojo, solo les ofrecían dos zonas alejadas de su barrio: Vallecas o Villaverde. A raíz de ello, los vecinos comenzaron a movilizarse a comienzos de verano. Las noticias no tardaron en llegar. «Las 125 familias expropiadas por el Ayuntamiento de Madrid en el bolsa de deterioro urbano de Cerro Belmonte se van a manifestar ante la casa del alcalde, según informó la representante legal de los afectados, Esther Castellano. Los vecinos quieren que Agustín Rodríguez Sahagún intervenga para que sus viviendas expropiadas a 5.018 pesetas el metro cuadrado no sean entregadas a promotores privados para que se construyan chalets adosados a 200.000 pesetas el metro», contaba este periódico el 12 de julio de 1990.
Las protestas fueron alcanzando mayor repercusión en los medios a medida que pasaban los días y no se encontraba ninguna solución. Apenas diez días después, el 26 de julio, informaba de nuevo ABC: «Los vecinos de Cerro Belmonte pidieron ayer asilo político a Fidel Castro, a través de un escrito que entregaron en la Embajada de Cuba. En la nota califican la expropiación de sus casas de 'injusta' y 'especulativa', y le dicen al dictador que 'esperan encontrar en su tierra los derechos y la justicia que en la nuestra se nos niega'». Una decisión que tomaron a raíz de las noticias sobre el conflicto diplomático que España mantenía con Cuba. Acercándose al enemigo, harían más daño y ruido, pensaron.
El desahucio
La amenaza de desahucio era cada vez más real y las protestas se multiplicaron. Hubo más apariciones en los medios, huelgas de hambre, encierros en iglesias tan importantes como la catedral de San Isidro, denuncias a la Policía y la famosa petición de independencia de España. Fue el 20 de agosto cuando la abogada de los afectados aseguró que el Ayuntamiento tenía de plazo hasta septiembre y, «si para entonces no se han dignado a negociar con nosotros, nos constituiremos en Estado Independiente». «Los vecinos insisten en que no es ninguna broma: 'Celebraríamos elecciones para elegir a un presidente del Gobierno, cederíamos la corona al Rey de España y diseñaríamos nuestra bandera'», amenazó Castellano.
Sus reivindicaciones llegaron a oídos de Fidel Castro, que vio en aquella lucha una oportunidad para enaltecer las supuestas bondades de su dictadura a favor de los más necesitados. Puso a disposición de los afectados 12 billetes de avión para que viajaran a Cuba y disfrutaran de diez días con todos los gastos pagados. «El propio Fidel castro nos va a recibir personalmente», comentó la abogada a este periódico. Al final, viajaron 25 y fueron recibidos por el dictador.
«Además de la petición de asilo –podía leerse después–, los vecinos de Cerro Belmonte han emprendido otras acciones de protesta para intentar impedir que el Ayuntamiento ejecute los planes de expropiación. Desde el pasado lunes, los habitantes de la barriada contaron todos los accesos a la misma con barricadas. La abogada de los vecinos aseguró asimismo que 'no se descarta emprender otras medidas más espectaculares'».
Fidel Castro
La prensa cubana se hizo eco de aquella lucha y del viaje que los vecinos iban a realizar a la isla. Fidel Castro, además, se refirió a ellos durante 45 minutos en su discurso con motivo del 37 aniversario del asalto al Cuartel de la Moncada, poniéndoles como ejemplo del verdadero pueblo español. Mientras, los expropiados rechazaron todas las propuestas que les hizo el gerente de Urbanismo, Fernando Hipólito, y exigieron que los pisos que debían entregarles en compensación fueran de más de 100 metros cuadrados. Algunos, incluso, las pedían de 200. Y más tarde se negaron a volver a sentarse a dialogar con las autoridades.
Los vecinos adquirieron mucho protagonismo. Casi todos los medios de España se habían hecho eco del desafío independentista, incluidos periódicos vascos se corte separatista como 'Egin', que hicieron suya aquella causa surrealista. El Ayuntamiento de Madrid aguantó el pulso y los vecinos fueron un paso más allá anunciando la celebración de un referéndum en la primera semana de septiembre. El improvisado «colegio electoral» fue la casa de «La Desi», una de las afectadas más mayores del barrio. Las urnas se hicieron en un momento de cartón y las papeletas fueron hechas a mano por los vecinos.
El censo de Cerro Belmonte y aledaños lo componían 214 vecinos. Se celebró el día 5 y la victoria, dijeron estos, fue abrumadora a favor del «sí»: 212 votos a favor de separarse de España, por dos en contra. Y así anunciaron la creación del Reino de Cerro Belmonte, que incluía, agárrense los machos, a Principado de Villaamil y el Condado de Peña Chica.
Una constitución
A continuación redactaron una constitución, compusieron un himno, cerraron sus fronteras con vallas de obra y diseñaron una bandera con tres franjas horizontales (roja, blanca y roja) y un triángulo blanco en un lado. Después cortaron la circulación en las calles principales y montaron tiendas de campaña en el campo de fútbol para que niños y ancianos hicieran guardia. Y, por último, hasta acuñaron su propia moneda: el «belmonteño», que tenía un valor equivalente 5.018 pesetas, las mismas que valía cada metro cuadrado de sus casas.
El sueño independentista duró una semana, hasta que el Ayuntamiento de Madrid decidió frenar y anular las expropiaciones. «Celebrado el desayuna de la victoria, entre risas, chocolate con churros y otras golosinas, el «estado independiente» de Cerro Belmonte está a punto de consultar a su parroquia el regreso al redil: la «anexión» a la Comunidad Autonómica de Madrid puede producirse de un momento a otro. El «asilo político» de Cuba ha sido como poner entre las cuerdas a Rodríguez Sahagún. El ayuntamiento «ha capitulado» ante la presión social y política de las fuerzas de Cerro Belmonte, que han pasado, directamente, de la huelga de hambre, al churro matutino mojado en chocolate», comentaba con sarcasmo el columnista de ABC Luis Prado Roa, cuando todo acabó, en noviembre de 1990.
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