Las razones que explican la edad de oro de la novela histórica en España

«Hay gente que dice que es por la mala educación en Historia que se da en los colegios y la gente busca dónde aprender, pero yo no me lo creo. Por un lado, porque creo que se culpa repetidamente al sistema educativo de los fracasos culturales, pero las leyes y los sistemas cambian y las quejas permanecen. Y por otro, y más importante, espero que nadie crea que puede aprender Historia a través de una ficción. La novela histórica te hace reflexionar sobre el pasado, te hace descubrir la Historia, pero no es la herramienta adecuada para aprender», aclara Yagüe.

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En las páginas de 'Entrevistas con historia', con prólogo de Luis Zueco, desfila una selección de conversaciones con los mayores especialistas del género, de Ken Follet a Santiago Posteguillo, donde cabe tanto la reflexión sobre el éxito de estas novelas como los mimbres de los que deben estar hechas las grandes historias. «Cada día hay un mestizaje de géneros más evidente. Tenemos thrillers históricos, investigaciones de asesinatos, hay hasta novelas de terror con un fondo histórico, y la riqueza del género radica en que son muchas las épocas interesantes que tratar, las hay de romanos, de egipcios, de visigodos, de la conquista de América, de los Tercios, hasta alguna novela histórica tiene tintes de género fantástico o romanticismo o, si me apuras, erotismo. Todavía queda mucha historia por sacar a la luz», apunta Velasco.

–¿Cómo se explica el interés continuado de los españoles por la novela histórica?

–Javier: Los lectores españoles siempre han tenido interés por la novela histórica. Habría que remontarse a Enrique Gil y Carrasco y su novela 'El señor de Bembibre' publicada en 1844 para encontrar el origen de este género en nuestra literatura. No podemos olvidar 'Los episodios nacionales' de Benito Pérez Galdós, 'Las memorias de un hombre de acción' de Pío Baroja o la trilogía inacabada 'La guerra carlista' de Ramón María del Valle-Inclán, iban a ser cinco novelas, para darnos cuenta de que el género ha sido del gusto del lector español. Bien es verdad que en los últimos años ha habido un renacer de la novela histórica con una pléyade de autores que están recuperando pasajes olvidados de nuestra historia y esto, desde luego, gusta mucho, como así reflejan las cifras de ventas de estas novelas.

–A nivel de crítica siempre es un género poco valorado, ¿cuál es la causa de esta desconexión entre crítica y público?

–David: Supongo que es un mal habitual debido a cierto elitismo reinante en el mundillo cultural. ¿Que gustan a los críticos novelas como Hamnet, de Maggie O´Farrell, Timandra, de Theodor Kallifatides, o las novelas de Scurati o de Éric Vuillard? Pues no son novelas históricas, son narrativa. A mi me lo tienen que explicar, la verdad, porque estoy convencido de que son ficciones grandiosas e indudablemente históricas. Soy un creyente en el ideal que defiende que el crítico cultural debe tener espíritu crítico y visión personal frente a los gustos generales y las modas, pero hay tics difícilmente justificables.

–¿Qué herramientas como periodista se necesitan para sacar la mejor entrevista entre los maestros del género?

–Javier: Creo que la principal es la paciencia. Un periodista debe saber empatizar con los autores, dejarles hablar y guardar sus mejores preguntas para el final. Es en ese momento cuando los escritores se abren y se pueden sacar las mejores opiniones o respuestas y no las que ellos, astutamente, se han preparado en un argumentario.

–David: Lo mismo que para cualquier otro entrevistado, conocer al personaje y lo que hace. Y tiempo para leerle con atención, pero esto en el desarrollo actual de los medios es más difícil. En novela histórica, y sobre todo en España, siento que es necesario sacar de la zona de confort a los escritores de este género y preguntarles por la literatura y la visión del pasado que ofrecen sus obras, porque muchos parecen que creen que solo se les puede preguntar por la ambientación histórica, por el rigor que hay en su trabajo. Es algo curioso, pero bastante general: escriben ficción, pero luego hablan poco de ella y mucho de la Historia.

–De las entrevistas publicadas en el libro, ¿cuáles son las que costaron más esfuerzo conseguir?

–Javier: Casi todos los autores que he entrevistado han sido fácil de conseguir, las editoriales ayudan muchísimo, pero a mí la que más me costó fue la de Matilde Asensi, una autora muy especial que no suele dar muchas entrevistas, pese a eso la conversación que mantuvimos fue totalmente cordial. Hubo otros mucho más difíciles, pero que no han salido en el libro porque cuando un autor se cierra en banda, la entrevista no suele tener mucho interés y no quiero dar nombres porque sigo apreciando mi vida. Esto son complicados, los que no salen de un guión prefijado y contestan con obviedades.

–David: Las más difíciles de conseguir fueron las que no salieron, o porque no se pudieron concertar o porque después de hecha te das cuenta de que no hay nada interesante que rascar y acaba sin salir publicada, así que no están entre las 60 de este libro. Y sí, hay autores complicados por muchos motivos, unos y unas que hablan y hablan y dicen lo que les da la gana sin importar que les preguntes; otros y otras que les da por regañar porque no les complacen las preguntas… Pero afortunadamente para un sector donde el ego cuenta tanto, son minoría y en general son entrevistados razonables y hasta amables.

–Los escritores tienen pánico al folio en blanco, ¿como entrevistadores hay que tenerle miedo al silencio o abrazarlo y aprovecharlo?

–Javier: Nunca hay que tener miedo al silencio, sirve para reflexionar la siguiente pregunta, por eso creo que hay que aprovecharlo. Un silencio puede hacer que el autor busque ser más original y más concienzudo con lo que está respondiendo.

–David: El silencio es un buen recurso para el medio radiofónico y audiovisual, en el medio escrito se pierde bastante. En cualquier caso, solo recuerdo un escritor que hablaba poco y que casi respondía con monosílabos a las preguntas sobre su libro; en general, los escritores hablan mucho y más cuando hablan de su obra.

–¿Cuál es el futuro del género en España? ¿Hay riesgo de que se queme de tanto usarlo?

–David: La novela histórica en España está en un momento de madurez y tiene futuro, a pesar de que no conquista al público más joven. Estoy convencido de que la novela histórica más clásica y la llamada historia novelada quedarán poco a poco relegadas por ficciones históricas más mestizas e innovadoras. En general, la novela histórica española es poco dada a innovar y tiene sentido viendo cuál es su objeto, pero poco a poco está aprendiendo a moverse y transformarse con la sociedad que la lee. Vienen autores jóvenes que están aportando cosas a ese camino.

–Javier: Todavía queda mucha historia por sacar a la luz. Y si no se ha quemado el género con tanta novela histórica de romanos, creo que será muy difícil que el género encuentre su tope. Así que creo y espero que siga teniendo buena salud. Como dice mi compañero David Yagüe: ¡Viva la novela histórica!