Percy Fawcett, en busca de El Dorado
terra ignota
El explorador inglés desapareció en la selva amazónica en 1925 mientras perseguía una mítica ciudad vinculada a la Atlántida
Mary Slessor, la reina del Okoyong
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Iniciar sesiónLa leyenda de El Dorado surge en el siglo XVI durante la conquista de Perú por Pizarro. Los nativos creían en la existencia de una ciudad llena de oro, oculta en la selva. Muchos aventureros europeos intentaron sin éxito encontrar el lugar. La tentativa ... más seria fue la llevada a cabo por el explorador y arqueólogo Percy Fawcett en 1925, que desapareció en el Amazonas dos meses después de comenzar su expedición.
Fawcett había realizado siete expediciones por Brasil y Perú. Conocía los riesgos y se había preparado minuciosamente. Acompañado de su hijo y su amigo Jack Rimell, estaba seguro de haber dado con la localización de una ciudad pérdida, que él llamaba «Z» y que encajaba con la leyenda de El Dorado. Con mulas, caballos y guías locales, pertrechado de víveres tiendas de campaña, pistolas y bengalas, se adentró en el Mato Grosso, partiendo de la ciudad de Culabá.
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Fawcett había presentado los hallazgos de sus viajes en la Royal Geographical Society, de la que su padre era miembro. Describió una gigantesca anaconda de 19 metros y otros misteriosos animales. También aseguró haber visto una araña gigante que mataba a quienes se acercaban a ella. La comunidad científica se burló de sus descubrimientos y algunos le tacharon de fabulador.
La fe de Fawcett en hallar El Dorado estaba basada en un documento portugués del siglo XVII de unos aventureros que habían recorrido la selva brasileña. Afirmaban haber descubierto una ciudad en ruinas con indicios de una milenaria civilización. Fawcett creyó que los restos arqueológicos del lugar correspondían a un enclave de descendientes de la antigua Atlántida. No buscaba tesoros, pero sí estaba convencido de que podía encontrar estatuillas, pergaminos y lápidas de una cultura milenaria. El estadounidense Hiram Bingham había revelado la existencia del Machu Pichu en 1911, lo que fue un acicate para emprender la expedición por el Matto Grosso.
Distintas versiones de su desaparición
El escritor Rider Haggard, que era amigo suyo, le había regalado una estatuilla de basalto negro de 25 centímetros de alto de origen desconocido. Fawcett pensaba que era un vestigio de la civilización atlante, lo que le reafirmó en su propósito de buscar financiación para el viaje. Finalmente la consiguió, entre otras razones, porque había sido condecorado tras caer herido en la batalla del Somme en 1916. Era artillero de carrera y había servido en Ceylán y en el norte de África en su juventud. Su padre era un aristócrata que había vivido en la India y su hermano mayor era un conocido alpinista y aficionado al ocultismo, que influyó muchos en sus inquietudes.
La última noticia de Fawcett es una carta enviada a su esposa, fechada el 29 de mayo de 1925. Estaba en el Xingú, un afluente del Amazonas y afirma encontrarse con ánimo y buena salud para entrar en un territorio inexplorado. Ya había sido advertido de que podía toparse con tribus salvajes que no respetaban la vida de los extraños. Nunca volvió a saberse nada de los expedicionarios ni se hallaron sus cadáveres, aunque en 1933 un militar brasileño encontró en la selva una brújula que llevaba una placa de identificación suya.
Tras ser dado por muerto, hubo diversas expediciones en los años 30 para seguir su rastro y buscar la ciudad «Z». En una de ellas, los miembros de una tribu afirmaron haberles visto enfermos y desorientados. Otro explorador estadounidense, llamado Miller Dyott, afirmó haber detectado pruebas de su muerte por los indios aloique, pero pronto quedó en evidencia la inconsistencia de su versión.
Arthur Conan Doyle se inspiró en sus aventuras para escribir 'El mundo perdido'
Más verosímil es la conclusión del danés Arne Falk-Ronne, que rastreó sus huellas en 1969. Afirmó haber encontrado testimonios creíbles de que Fawcett había perdido en el viaje en una canoa los regalos que había prometido a los kalapalos. Éstos lo consideraron una afrenta y mataron a los expedicionarios. Otra expedición posterior confirmó que el explorador había vivido varias semanas con los kalapalos si bien éstos le dejaron partir.
Sea como fuere, una serie de libros, documentales y películas han ido alimentado la historia de este explorador inglés, que inspiró a Arthur Conan Doyle para escribir 'El mundo perdido' tras escuchar el relato de sus aventuras. En 1906, Fawcett había cartografiado la frontera entre Brasil y Bolivia y fue entonces cuando le contó al escritor el hallazgo de animales prehistóricos. Su leyenda ha sobrevivido hasta hoy.
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