Los orígenes de la criminología moderna: el juez austriaco que revolucionó la investigación policial a finales del siglo XIX

'El libro del Sepulturero' se ambienta en la Viena de 1893, una ciudad en ebullición donde las diferencias de clases, el antisemitismo incipiente y la caída del imperio ya esbozaban lo que iba a ser en el siglo XX

Vista de Viena, capital del Imperio austrohúngaro, a finales del siglo XIX. ABC

La Viena de finales del siglo XIX era un lugar donde te podías cruzar por las calles, sin darle importancia, con Sigmund Freud, un imberbe Stefan Zweig o un desconocido Nikola Tesla. La capital del imperio austrohúngaro era un gigante de la ... cultura, la ciencia y los avances sociales que nada le tenía que envidiar a Londres, Nueva York o París. Claro que tampoco se andaba a la zaga con estas ciudades en su índice de criminalidad.

«Imagínate un momento, a finales del siglo XIX, en el que si eres joven estás acostumbrado a ir, como mucho, en tren, y ya está, pero en menos de 20 años llegan los automóviles, la electricidad, el cine, los fonógrafos, los gramófonos, las farolas... Hay un montón de cambios en una ciudad que siguió siendo muy pobre y con muchos inmigrantes. Una ciudad que cada vez crecía más y más, cada vez más sucia y llena de contrastes», explica el escritor alemán Oliver Pötzsch, autor de la novela 'El libro del Sepulturero' (Planeta). Esta obra arranca cuando en el parque Prater aparece el cuerpo de una criada asesinada de forma brutal y un joven inspector se ve inmerso en una investigación para determinar quién es el despiadado asesino que amenaza con sembrar la ciudad de cadáveres inocentes.

'El Libro del Sepulturero'

  • Ficha 528 páginas. Planeta. 2022. Autor: Oliver Pötzsch.

Pötzsch es uno de los autores de ficción histórica más leídos de Alemania, con más de 3.500.000 lectores en todo el mundo, representante de una nueva corriente de la novela negra y del thriller histórico que empapa la escritura de sonidos, olores y ruidos inmersivos. El alemán lleva la historia en la sangre. Desciende de los Kuisel, la principal dinastía de verdugos de Baviera entre los siglos XVI y XIX. «Para mi abuela era una carga histórica e incluso para mi madre era un problema, pero para mí no hay estigma, simplemente veo a mis ancestros como un puñado de buenas historias. No obstante, mis ancestros no fueron verdugos durante la época del nacionalsocialismo, lo cual sí hubiera sido un trauma para mí», apunta Pötzsch, que decidió escribir novelas justamente después de conocer la investigación familiar que a nivel privado llevaba a cabo un primo suyo. «Así que yo le doy las gracias a mis ancestros, porque son los que me han hecho escritor», señala.

La novela se ambienta en la Viena de 1893, una ciudad en ebullición donde las diferencias de clases, el antisemitismo incipiente y la caída de protagonismo político del imperio ya esbozaban lo que iba a ser de esta turbulenta región en el siglo XX. «Si miramos hacia atrás, lo que vemos es un nivel cultural y científico muy alto, pero no se puede ignorar que gran parte de nuestra historia hasta el nacionalsocialismo comenzó en ese momento. Es interesante revisitar esa Viena para comprender todo lo que ocurrió en la Primera y la Segunda Guerra Mundial, entender la inquina que le tenían los alemanes al Imperio austrohúngaro», afirma el autor de 'El libro del Sepulturero' (Planeta).

Un protagonista casi real

El protagonista del libro es Leopold von Herzfeldt, versión literaria de Hans Gross, juez instructor de la época que creó el que está considerado como el primer manual de criminalística. Prácticas comunes hoy como fotografiar la escena del crimen o tomar muestras estaban entre las técnicas que ya experimentaba Gross en su día. El fruto escrito de sus años como juez se estudia hoy en universidades y en el FBI.

El fruto escrito de sus años como juez aún se estudia en universidades y en el FBI

«Hay que pensar que la policía no era capaz de determinar ni siquiera si la sangre pertenecía a una persona o a un animal. Los investigadores tenían medios muy limitados. Sin ir más lejos, si querían hacer fotografías en el lugar del crimen debían llevar sus propias cámaras o alquilarlas», recuerda el alemán, de profesión periodista. Gross fue pionero en que los investigadores llevaran siempre consigo un maletín de instrumental para recoger pruebas y en la elaboración de perfiles, el uso de la balística y en la medicina forense. Viena, y no Nueva York, fue la cuna de todas estas innovaciones.

La música es, en la ciudad de las óperas y los teatros, otro de los motores argumentales de la novela. «Esta historia también es una historia de vals. Durante la investigación para escribir la novela descubrí una especie de mafia de la música en torno a la familia del compositor Strauss. Siempre que escribo novela histórica mezclo a personas reales con ficción», asegura.

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