La mentira histórica de que el himno británico 'God save the Queen' se originó por una fístula anal del Rey francés
La Marquesa de Créquy, única fuente que sostiene esta teoría, escribió esta explicación en clave de humor y con clara intención de humillar a los ingleses
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Iniciar sesiónEl himno del Reino Unido se ha visto obligado a cambiar inevitablemente su ya tradicional «God save the Queen» por el «God save the King» pertinente tras la muerte de la Reina Isabel II. Una leyenda urbana muy difundida en prensa y en anecdotarios ... ubica el origen de este himno de remanentes religiosos en una pieza francesa llamada 'Grand Dieu sauve le Roi' ('Gran Dios salve al Rey'), compuesta para celebrar la exitosa recuperación del Rey tras haber sido sometido a una operación de hemorroides. Esto ha permitido a muchos afirmar, sin pudor, que el origen del himno de los ingleses surgió en las posaderas de un francés. Afirmación atrevida que, en realidad, es falsa.
El epicentro del bulo está en unas memorias de la Marquesa de Créquy repletas de anacronismos e inexactitudes. Según este texto escrito años después de los hechos, por toda Francia los súbditos de Luis XIV rezaron por la rápida recuperación del monarca tras una operación de hemorroides a la que se sometió en 1686. La directora de la Royal Girls School en St-Cyr, Madame de Brinon, escribió las palabras de «Dios salve al Rey» en una oración que recitaron las niñas de este centro cada día hasta que el Rey salió de todo peligro. Después de que Luis se recuperara, el Monarca quiso visitar la escuela que tanto había pedido a Dios por su recuperación. Madame de Brinon pidió al compositor Jean-Baptiste Lully que pusiera música a esa oración y las chicas la cantaron durante la visita regia. Siguiendo los términos narrados por Créquy, un testigo británico incluido en la comitiva habría tomado nota de la melodía para que luego se usara en su país.
Un bulo con siglos de historia
La marquesa, única fuente que sostiene esta teoría, contó esta explicación en clave de humor y con clara intención de humillar a los ingleses, siempre antagonistas de los franceses. La realidad es que lo que más se escuchó para la recuperación del Rey fue el 'Te Deum', y no el mencionado 'Grand Dieu sauve le Roi'.
El 8 de enero de 1667, la gente acudió en masa a la Iglesia de los Feuillants para escuchar la adaptación del 'Te Deum' compuesta por Lully diez años antes para un bautizo donde el Rey ejerció de padrino. El día del 'concierto', Lully dirigió su trabajo en persona, golpeando vigorosamente su bastón. En uno de estos golpes Lully se lesionó gravemente el pie y, habiendo rechazado la amputación, murió de gangrena unas semanas después.
Por su parte, la versión del 'Grand Dieu sauve le Roi' que se le atribuye hoy a Lully ganó cierta popularidad en la Francia prerrevolucionaria, aunque siempre a la sombra del 'Te Deum', que hacía las veces de himno oficial en las ceremonias reales, pero por motivos nada relacionados con la fístula. La raíz del 'Grand Dieu sauve le Roi' estaba en el canto latino del 'Domine salve fac regem', cantado por todas las monarquías de la cristiandad desde la Edad Media y que figura en la capilla real de Francia desde el reinado de Luis XIII. Este himno, no obstante, no era exclusivo de Francia, sino de todos los países europeos con tradición monárquica. El himno prusiano 'Heil dir im Siegerkranz' y el 'Oben am jungen Rhein', de Liechtenstein, cuentan con melodías similares y, se supone, comparten esos mismos orígenes.
Pero, ¿pudo saltar este himno a Inglaterra desde Francia? Continuando con las rocambolescas teorías de que el origen del himno británico es francés, se dice que el compositor alemán Jorge Federico Händel, músico de cámara del futuro Jorge I, habría adaptado esta melodía en 'God save the King' tras conseguir una copia en Francia. El compositor alemán, definido como «el más grande ladrón musical que haya existido jamás» por el profesor del Conservatorio de París Louis Bourgault Ducoudray, habría creado su propia versión con el material robado para que, en 1727, fuera interpretado durante la coronación de Jorge II de Gran Bretaña e Irlanda en una fastuosa ceremonia celebrada en la abadía de Westminster.
Parece que su inspiración directa para la melodía fue un versión del himno todavía más antigua, una gallarda para teclado que se suele atribuir a
Solo esto último es cierto. De hecho, el himno causó tanta admiración que a partir de aquel momento, en las sucesivas coronaciones de reyes británicos fue interpretado en honor a Jorge III, Jorge IV, Guillermo IV, Victoria I, Eduardo VII, Jorge V, Jorge VI, Isabel II (el 2 de junio de 1953) y ahora Carlos III. En cambio, es más falso que un duro sevillano que Händel usara para su himno la melodía francesa. Aparte de que no existe ninguna prueba escrita de que el compositor hubiera viajado a Francia con este propósito, parece que su inspiración directa para la melodía fue una versión del himno todavía más antigua, una gallarda para teclado que se suele atribuir a John Bull, un compositor, músico y constructor de órganos flamencoinglés fallecido antes de 1628. Aunque con otro ritmo, la melodía guarda un notorio parecido con el himno 'God Save the King'.
Otra teoría más reciente afirma que la versión de Händel no fue más que una adaptación de una realizada por Henry Purcell a finales del siglo XVII con esa misma melodía. Se dice que fue creada entre 1736 y 1740, pero que se interpretó por primera vez en una cena en 1740 para celebrar la toma de Portobelo a los españoles. Asimismo, las primeras palabras de la música, 'God save the King', ya figuraban en la liturgia de las coronaciones de los Reyes ingleses desde el siglo X.
El cuerpo del Rey
En medio de tantas confusiones y anécdotas noveladas, hay una única certeza: Luis XIV tenía un fístula en el trasero. Esto no era un tema menor en una Francia donde la constitución política y la constitución física del Monarca eran lo mismo en el imaginario colectivo. El cuerpo de Luis XIV, hombre de gran estatura, 1,80 metros, elevada a un más con sus tacones, se presentaba al pueblo como la de un poder sobrehumano. Se decía que el extraordinario apetito del Rey (digestivo y sexual) era fruto de una cavidad estomacal y sexual fuera de lo común, propia de un dios, aunque en apariencia de tamaño humano. Cazaba y levantaba barras a diario para mantenerse en forma. Sus lustrosas pantorrillas le dotaban del salto vertical más espectacular en los bailes de palacio.
El cuerpo de Luis XIV, hombre de gran estatura, 1,80 metros, elevada a un más con sus tacones, se presentaba al pueblo como la de un poder sobrehumano
No es de extrañar que, cuando unas hemorroides atacaron a Su Majestad, la política del país contuviera el aliento en el llamado históricamente como el Año de la fístula. Tras recibir 2.000 purgantes y más de 1.500 enemas sin que mejorara, Luis XIV dio luz verde a la intervención. La delicada operación de hemorroides, que había costado en el pasado la vida al Rey Enrique V de Inglaterra y a Juan de Austria, entre otros personajes históricos, fue realizada por el pulso firme del cirujano Claude François Felix, que no había operado una fístula en su vida. Se dice que el médico experimentó con otros pacientes la operación antes de lanzarse al ruedo. «Practica, Felix. Todas mis galeras y prisiones están abiertas para ti», le habría dicho, en clave de humor, el Rey a su cirujano.
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El 18 de noviembre de 1686, a las siete de la mañana, tuvo lugar la intervención quirúrgica en una operación narrada por escrito con cada detalle por el cirujano: «El Rey fue situado en el borde de la cama, con una almohada bajo el vientre para elevar las nalgas, que estaban expuestas a la ventana, con las piernas separadas y sujetas por dos boticarios». La intervención duró unas tres horas, sin anestesia alguna. Sin embargo, al cabo de quince días la fístula no se había eliminado por completo y fue necesario realizar una segunda operación a principios de diciembre. El Rey se recuperó en pocas semanas y quiso recompensar con títulos y dinero al cirujano por su buena labor. La operación le dio tanta fama que una multitud de cortesanos reconocieron sufrir el mismo mal y pidieron ser operados de la misma forma.
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