La involución de las costumbres: de los 'bikinis' en la Antigua Roma a los bañadores de tres kilos en el siglo XIX
La Reina de Francia, Hortensia de Beauharnais, fue la primera en lucir un traje de baño 'moderno' en 1812
Israel Viana
Madrid
Mucho antes de que las playas se considerasen lugares en los que se promovían vicios perniciosos, sobre todo durante la Edad Media y gran parte de la Edad Moderna, hubo una época en la que los habitantes de la Antigua Roma acudían tranquilamente a ... las zonas costeras para curar sus enfermedades mediante baños prolongados, para hacer ejercicio e, incluso, para mantener encuentros sexuales. Se han encontrado mosaicos del siglo IV en la villa siciliana de Piazza Armerina, en los se representa a jóvenes de familias acomodadas, nadando en el agua, con trajes de dos piezas llamados 'strophium', una especie de bikini primitivo formado por un calzón y una banda a modo de sostén.
Aquellas costumbres, sin embargo, desaparecieron entre las sociedades más conservadoras del medievo. Eso provocó que las playas permanecieran prácticamente vacías durante siglos, incluso en verano, y que aquel bikini arcaico no volviera a aparecer hasta mediados del siglo XX, con la revolución protagonizada por el célebre diseñador de moda e ingeniero de automóviles Louis Réard. La prenda se convirtió entonces en un icono en el cuerpo de estrellas del cine como Brigitte Bardot y Ursula Andress, pero hasta llegar ahí, primero se tuvo que producir un lento deshielo en las cataduras morales.
En el siglo XVI, a los estudiantes de la Universidad de Cambridge a los que sorprendían bañándose en el mar se les azotaba como castigo. Si eran cazados por segunda vez, se les expulsaba del centro y se les cerraba las puertas de un futuro mejor. Comenzó a verse algo de luz en 1621, cuando el médico Robert Burton escribió en 'Anatomía de la melancolía' que el mar podía combatir la tristeza y la depresión. El cambio principal se produjo, no obstante, en 1750, con el doctor inglés Richard Russell, que triunfó con su tesis de que las zambullidas en la costa podían curar enfermedades como la tuberculosis, la artritis, los tumores y los dolores más variopintos.
El bañador de Hortensia
Poco a poco, los primeros enfermos de la aristocracia se fueron acercando a la playa y desprendiéndose de sus prejuicios. Al principio, eso sí, se bañaban vestidos, pero pronto se dieron cuenta de que era necesario crear una prenda específica para esa actividad. Los pocos historiadores que se han ocupado del tema aseguran que la Reina de Francia, Hortensia de Beauharnais, fue una de las primeras en lucir un traje de baño 'moderno' en 1812. Estaba hecho de punto, era de color marrón chocolate y contaba con una túnica de manga larga que cubría una camisa bordada y un pantalón turco que se ceñía en los tobillos. Este atuendo estaba acompañado de una carlota, un gorro similar al de dormir.
El primer modelo de Hortensia, con las formas de cuerpo completamente ocultadas, fue la base para casi todos los diseños del siglo XIX. Con ellos, sin embargo, lo cierto es que apenas se podía distinguir si las bañistas se habían metido al mar vestidas de calle o con el bañador. Los trajes fueron evolucionando poco a poco hasta la Primera Guerra Mundial, pero siempre con un número de piezas más o menos parecidas: un corpiño ajustado, cuello alto, mangas hasta el codo y falda hasta las rodillas con un pantalón debajo. Era tan aparatoso que, mojado, podía pesar hasta tres kilos. A veces, incluso, más, pues pronto cambiaron el punto por materiales más pesados, como la franela o la sarga, y le añadieron plomos a las faldas para evitar que esta flotara y se subiera al entrar al mar.
En 1840 surgieron los primeros 'shorts' para los hombres. Al carecer de elástico, se caían hasta los tobillos cuando se mojaban. Para evitar esa situación embarazosa, Charles Goodyear diseñó en 1844 un modelo de una sola pieza que cubría de los pies a los codos y no corría el peligro de caerse.
Después de la Gran Guerra, la práctica de los baños en el mar había perdido ya su exclusiva concepción medicinal y se masificó, entre otras cosas, debido a la expansión del ferrocarril. Esta evolución fue paralela al diseño de bañadores más cómodos, ligeros y, sobre todo, más estéticos, incluyendo detalles como los encajes, los galones y los colores más vivos. El largo fue reduciéndose hasta la rodilla, las mangas haciéndose más cortas y el escote bajando hasta situarse encima del pecho. En 1921, Jantzen Knitting Mills lanzó el primer modelo de bañador elástico de una sola pieza, que alcanzó una gran popularidad en un concurso de belleza celebrado en Atlantic City. Pero tuvieron que pasar aún 25 años más para que apareciera el famoso bikini, que supuso todo un hito por ir contra las convenciones de la época. Sirva como ejemplo que, en 1946, Réard no encontró modelo dispuesta a lucirlo y tuvo que recurrir a una 'stripper'. «Su bañador va a ser más explosivo que las bombas lanzadas en el atolón de Bikini», comentó. Y así quedó bautizado.
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