El homenaje más sentido a Fernando García de Cortázar, el rey de la alta divulgación

Sus amigos y colaboradores más cercanos presentaron ayer su libro póstumo

Fernando García de Cortázar: «El idioma español no está en peligro: los españoles y España, sí»

Isidro González Modroño, Pilar Cortés, Juan Pablo Fusi y Eduardo Torrilla ABC

El emperador y filósofo Marco Aurelio decía que somos lo que dejamos en los otros. Y el fallecido Fernando García de Cortázar (1942-2022), doctor en Historia Moderna y Contemporánea y en Teología, regaló a la sociedad un amor profundo por España, los ... mimbres de la alta divulgación que hoy nutre nuestras estanterías y un patriotismo cultural sostenido en las aportaciones hispánicas al mundo. Aunque, como esgrimieron ayer sus amigos y colaboradores más cercanos en un homenaje celebrado en el Instituto Católico de Administración y Dirección de Empresas (ICADE) de Madrid, para recopilar todo su legado harían falta días y días.

Bulló el aula magna en loas al que fuera también sacerdote jesuita, a la par que sirvió el evento para presentar su obra póstuma: 'Érase una vez Europa' (Espasa). Un libro que, según confirmó el historiador Juan Pablo Fusi, amigo desde los años setenta de García de Cortázar, ahonda en las raíces de un continente que ha sido cuna de grandes tragedias, sí, pero también de cultura. «La obra pone el énfasis en aquellos pensadores, ensayistas, libros y personalidades de la historia, tanto religiosas como literarias y políticas, que han convertido Europa en sinónimo de justicia, tolerancia y libertad», explicó a ABC el experto.

Varias facetas

Fusi fue uno de los muchos conferenciantes del homenaje; cada cual, encargado de poner luz sobre una de las facetas que conformaban la personalidad de García de Cortázar. Y vaya si las tuvo. Eduardo Torrilla, su colaborador editorial más estrecho en las dos últimas décadas, ahondó en su etapa de profesor del Máster de Periodismo de la Universidad del País Vasco. «Nos invitaba a leer a Galdós, a Balzac, a Kafka y a Víctor Serge. A veces nos aproximaba a los hechos clave del siglo XX a través de un poema...», expresó. Él mostró el lado más íntimo del jesuita; un hombre para el que no conocer nuestra historia era «igual que carecer de derechos civiles».

En declaraciones a ABC, Torrilla evocó también los días en que García de Cortázar, nacido en Bilbao, luchaba a favor de las víctimas y los perseguidos por ETA: «Durante años tuvo que llevar escolta». Y otro tanto hizo en el homenaje con su combate en primera línea contra el independentismo. «En los últimos años le preocupaba la supervivencia agresiva de los nacionalismos, la amenaza de los populismos y lo que él llamaba la hoguera de los necios: ese revisionismo airado y demagógico que reduce Occidente a sus monstruos, a sus guerras y atrocidades», afirmó.

Historiador y jesuita

No faltó tampoco un repaso por la extensísima obra de alta divulgación del jesuita, que arrancó a principios de los años noventa con su 'Breve historia de España'. «Era un momento en el que, como consecuencia de los cambios que habían ocurrido en el país, se hablaba menos de España, y más del pasado de cada comunidad autónoma. Él cambió eso», explicó, en este caso, Fusi. El experto insistió también a ABC en que García de Cortázar fue un dignísimo director de las Aulas de cultura vinculadas al grupo Vocento: «Simepre mostró una gran generosidad hacia todos los historiadores».

La última gran faceta de García de Cortázar, la religiosa, no fue nada baladí en su larga vida. «Para él, el cristianismo fue un elemento clave y determinante», desveló Isidro González Modroño, jesuita y una de las personas más cercanas al autor. En sus palabras, el homenajeado escondía dos grandes pasiones. La primera, «un humanismo español muy sólido, que se mostraba con una afecto fortísimo hacia la literatura, los paisajes y el arte en general». La segunda, «una profunda fe» que fue integrando poco a poco en la cultura.

González evocó los buenos momentos con García de Cortázar, tiempos que le resulta imposible reducir a una frase: «Fue un amigo de enorme profundidad con el cual me reí y lloré, y que me enseñó a vivir en muchos aspectos». Y se alegró del alumbramiento de este libro póstumo. «Hace su primera síntesis personal del amor a la cultura española y a una Iglesia en transformación», finalizó.

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