Grupo Wagner ruso vs Blackwater americano: ¿cuál es el ejército mercenario más letal?
Tres años después de la revuelta contra Vladimir Putin, muchos de sus operadores se han disgregado por diferentes unidades
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Excombatientes del Grupo Wagner
Son una realidad, aunque oculta bajo la alfombra y con muchos nombres. El más famoso: mercenarios. Las EMSP, Empresas Militares y de Seguridad Privada, se encargan de apoyar la labor de los ejércitos oficiales durante los conflictos armados. Sus ventajas, según explica el capitán ... de ingenieros del Ejército de Tierra Emilio Duch Ramos en 'El paradigma de la seguridad internacional en la consolidación de la paz', son esquivar la legislación internacional y permitir a los gobiernos obviar las responsabilidades por sus acciones. Algunas de ellas, tan bárbaras como las perpetradas por el ya famoso Grupo Wagner; el mismo se rebeló entre el 23 y el 24 de junio de 2023, en plena guerra de Ucrania, y dirigió sus tanques contra el Moscú de Vladimir Putin.
Tras el motín encabezado por Yevgeny Prigozhin en junio de 2023 y su posterior muerte, el Kremlin ha intentado absorber el legado del grupo Wagner y aprovechar su experiencia militar sin recurrir a una nueva movilización. Rusia, a través de su Guardia Nacional (Rosgvardia) y el Ministerio de Defensa, ha intensificado el reclutamiento de sus antiguos combatientes. A todos ellos les ha ofrecido contratos y posiciones dentro de nuevas unidades de voluntarios o formaciones como la brigada especial de Rosgvardia y la unidad chechena Akhmat. Y todo ello con un objetivo: mantener la esencia de este grupo paramilitar, pero siempre, desde la lealtad a Putin.
Mercenarios rusos
El Grupo Wagner fue alumbrado en el este separatista de Ucrania allá por 2014, tras la anexión de Crimea y la posterior ofensiva asimétrica que lanzó Rusia contra Kiev. Sufragados –vaya el presuntamente por delante– por el magnate Evgueni Prigozhin, conocido como 'el cocinero de Putin' por ser uno de sus amigos más íntimos, sus operadores han combatido en Libia, Sudán y la República Centroafricana, entre otras. «Se nutre de antiguos combatientes rusos. Principalmente de la campaña de Chechenia, donde adquirieron experiencia», explica a ABC el investigador y experto en unidades especiales José Luis Hernández Garvi.
El ensayista y analista español barrunta que «el Grupo Wagner podría ser una tapadera ideada por el FSB, lo que antes era el KGB»; aunque admite que, como tantas otras afirmaciones, es difícil de demostrar a nivel oficial. Lo que es seguro es que los soldados «provienen de unidades especiales como los populares 'spetsnaz'» y que, mientras que las compañías mercenarias occidentales apuestan por combatientes jóvenes, hay constancia de operadores Wagner con hasta 40 y 50 años. «No pasa lo mismo con el resto, que usan veteranos de los Navy Seal, la Delta Force o el SAS que apenas superen la treintena», añade.
En lo que sí coinciden con sus colegas es en las controversias internacionales que han suscitado. En una resolución de 2021 'sobre violaciones de los derechos humanos por parte de empresas militares', el Parlamento Europeo cargó contra el Grupo Wagner por perpetrar «crímenes de guerra» y «acciones desestabilizadoras» en terceros países. El informe fue clarificador, pues confirmó que la organización cuenta «con 10.000 empleados» y que tenía relación directa con Putin y el GRU. El mismo presidente se refirió de forma velada a ellos durante la crisis de Ucrania en 2014 con las siguientes palabras: «Un grupo de empresas militares privadas sería un instrumento eficiente para alcanzar objetivos nacionales sin implicar directamente al Estado ruso».
A nivel operativo, sin embargo, el Grupo Wagner ha padecido grandes derrotas. «Sufrieron una auténtica masacre en Siria. Se cree que, por un fallo en las comunicaciones, centenares de sus operadores murieron cuando fueron bombardeados por un avión norteamericano», explica Garvi. Mucho más claras son sus diferencias con Blackwater; aunque más por economía y armamento, pues la potencia americana es estremecedora. Huelga decir que Putin niega que exista relación entre el Estado ruso y estos soldados de fortuna. Hasta tal punto, que sus operadores fallecidos fuera del territorio no son repatriados. Y sorprende, ya que la BBC ha confirmado que utilizan transportes del ejército convencional para desplazarse por el territorio de guerra.
Potencia americana
Blackwater juega en otra liga, y no es una afirmación vacía basada en cierto occidentalismo. En su caso el término mercenario se queda corto. Sus operadores han desempeñado labores de todo tipo, desde guardaespaldas de grandes personalidades, hasta asesores políticos. Y eso, sin olvidar su faceta más básica: la de combatir a ras de campo de batalla. Los más escépticos solo tienen que rememorar la noticia que publicó ABC en 2009, cuando la caza del líder de Al Qaida suponía una verdadera molestia para el Gobierno de los Estados Unidos: «La CIA contrató a los mercenarios de Blackwater para matar a Osama Bin Laden». El titular era solo la punta del iceberg.
Aunque la empresa saltó a la fama en las invasiones a Iraq y Afganistán, su origen se remonta a mucho antes. Según explican Carlos Canales y Miguel del Rey en 'Soldados de Fortuna: De los condotieros a Blackwater' (Edaf, 2020), fue alumbrada a finales de los años noventa y contó desde el principio con antiguos militares como operadores. Estados Unidos no tardó en colaborar con ellos con el objetivo de que llevaran a cabo las misiones más sucias. Aquellas que podían hacer bajar la popularidad de su Ejército. El periodista Jeremy Scahill, experto en la compañía de mercenarios, corrobora esta tesis en 'Blackwater: The Rise of the World's Most Powerful Mercenary Army' y añade que también les fueron encargadas labores «en las que los soldados regulares se desgastaban, como la vigilancia de personalidades».
Su crecimiento se vio azuzado por la necesidad. Al fin y al cabo, la desmovilización de soldados que se produjo en Estados Unidos cuando cayó el Muro de Berlín hizo necesario contar con hombres preparados para combatir en los teatros de operaciones más crudos. Sin embargo, Blackwater se hizo un hueco entre las compañías internacionales de seguridad privada gracias a que sus hombres estaban al margen de la justicia militar y podían zafarse de los controles de los organismos internacionales. Scahill también argumenta que, entre las ideas más curiosas de la compañía, se hallaba la de formar una suerte de Guardia Pretoriana que defendiera hasta la muerte a los líderes internacionales. Una unidad independiente extranjera que jamás se amotinara y plantara cara, incluso, a posibles golpes de mano del ejército de cualquier nación.
ABC dedicó varias noticias a estos contratistas. En 2007, por ejemplo, el corresponsal en Washington Pedro Rodríguez los definió como el ejército privado más poderoso del mundo en un reportaje fechado el 18 de septiembre: «Afincada en Carolina del Norte y fundada en 1997 por un antiguo miembro de las fuerzas especiales de la Armada británica, Blackwater es una de las cincuenta empresas de seguridad privada que operan en Iraq». Según los datos aportados por el periodista, la compañía entrenaba por entonces a «cerca de 40.000 personas al año en sus instalaciones» y constituía «el segundo mayor contingente en el país tras el Ejército de Estados Unidos». Su misión, al menos a nivel oficial, era la protección de VIPs: «Garantizan la seguridad de diplomáticos y altas personalidades en la zona».
Armamentos
Desde entonces Blackwater, con el nombre de rigor que tocara para escapar de la justicia inquisitoria de la opinión pública, ha dado pasos de gigante en su ámbito. El armamento con el que cuenta en la actualidad la compañía, según desvelan Canales y Del Rey en su obra, es la envidia de muchos estados. Entre el material a su disposición se cuentan helicópteros de todo tipo (MD-430 F, Sikorsky S-92 y Bell 412); vehículos blindados militares de la talla de los RG-31 o Cougar H o aviones de fabricación brasileña. A cambio, su imagen se ha resentido. «Aunque tuvo una importante participación en labores de vigilancia y protección en el estado de Luisiana tras los devastadores efectos del huracán Katrina, su poder y algunas de sus acciones más comprometidas les han dado una imagen de mercenarios despiadados», desvelan los autores en la obra editada por Edaf.
El arsenal real del Grupo Wagner se dejó entrever tras su derrota durante la revuelta perpetrada hace dos años. Pocos meses después, en noviembre, la empresa se vio obligada a entregar parte de su armamento al gobierno ruso, y contaba con una larga lista de vehículos pesados. Desde un mortero pesado autopropulsado 2S4 Tyulpan de 240 mm, hasta sistemas de artillería autopropulsada Nona-S, muy populares entre las unidades aerotransportadas y de asalto del ejército ruso en 2022. Camiones, lanzacohetes múltiples, artillería antiaérea… La lista de equipamiento que se vislumbró entonces no tenía fin. Por suponer, se supone que sus integrantes cuentan hasta con carros de combate ultramodernos, como se pudo ver en algunas imágenes de 2023.