Contra el odio inglés: la carta perdida en la que los gallegos pedían vengarse del pirata Drake
El corsario desembarcó en La Coruña en 1585 y arrasó una gran parte de la ciudad con la complicidad de la Reina Isabel I
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Todavía hoy, cuatro siglos y medio después, Francis Drake sigue dando que hablar, sobre todo en Galicia, por las atrocidades que cometió allí a finales del siglo XVI. La última noticia se produjo la semana pasada, cuando se anunció el descubrimiento de los restos ... del monasterio que el pirata inglés arrasó en la isla de Tambó, perteneciente al municipio pontevedrés de Poio. Según las recientes excavaciones arqueológicas, que permitido identificar restos de muros y paredes en dos áreas diferentes, había sido construido en el siglo VII.
El hallazgo se ha producido en el lugar en el que habría estado el conocido como Monasterio de Santa María de Gracia, según han confirmado los responsables de la asociación Irmandade Illa de Tambo. «Esta sería, sin duda, una gran aportación para incrementar el valor patrimonial de la isla», sostiene el colectivo, que ya ha notificado formalmente el descubrimiento al servicio de Patrimonio de la Xunta de Galicia. El asalto contra aquel edificio religioso se produjo precisamente días después de que Drake arrasara La Coruña en 1589, que es la ciudad que nos ocupa para el episodio olvidado que vamos a contarles a continuación.
En mayo de ese año el barrio coruñés de la Pescadería estaba en ruinas. El pirata la había convertido en una zona de guerra, que arrasó sin miramientos, después de fondear en la bahía de La Coruña con una armada de 150 barcos. Hasta ocho mil ingleses bajaron para tomar las murallas defendidas por hombres y mujeres, con la célebre María Pita a la cabeza de la rebelión. Murieron muchos inocentes y gran parte del barrio se perdió, pero los coruñeses ganaron y el pirata tuvo que huir, poniendo rumbo al sur hasta llegar a las Rías Baixas, para mostrar de nuevo su crueldad. Fue en ese momento cuando arrasaron el citado monasterio que llevaba desde entonces desaparecido.
Fueron años de odio. La antipatía que España sentía por Isabel I de Inglaterra se había incrementado notablemente en 1585, cuando llegó a la corte de Felipe II la noticia de que Drake había desembarcado en Galicia. El objetivo del pirata era sembrar el pánico y robar todo lo que pudiera a los locales con el beneplácito de su Reina, tal y como había estado haciendo desde que, con tan solo 13 años, se lanzó al mar junto a su primo segundo John Hawkins.
Atacar España
Desde ese momento aprendió el dudoso y rentable arte de atacar los puertos españoles aprovechando las deficientes defensas y el lucrativo negocio del contrabando de esclavos. El corsario más famoso del siglo XVI acabó mandando su propia compañía y continuó enriqueciéndose con los saqueos que realizaba al entonces Imperio de Felipe II.
La Reina Isabel estaba tan contenta con los resultados y el dinero recaudado que, el 4 de abril de 1581, se subió en persona al buque insignia de Drake y le nombró caballero. Así legitimó todavía más sus acciones y le convirtió en un marino respetable con asiento en el Parlamento.
Cuando llegó a La Coruña en 1585, sin embargo, el corsario y sus hombres no mostraron la más mínima diplomacia. Destrozaron imágenes religiosas, maltrataron a los clérigos de la ciudad y capturaron numerosos rehenes y barcos españoles. Un mes después llegó a Madrid un ministro principal de Felipe II que lamentó «profundamente que la Reina de Inglaterra haga la guerra de forma tan descarada y deshonesta sin que nosotros podamos vengarnos». Las incursiones de Drake continuaron en Canarias, las islas de Cabo Verde y, por último, el Caribe, donde saqueó Santo Domingo, Cartagena de Indias y San Agustín en La Florida.
La opinión pública
Todos estos ataques son de sobra conocidos, pero lo que no supimos hasta muchos siglos después fue el tremendo impacto que tuvieron en la opinión pública y la propio Monarquía. Este hecho fue revelado por un documento incluido en la Colección Altamira de la Hispanic Society of América de Nueva York, que fue descubierto en 2013. Según el texto, fechado en julio de 1586, a Felipe II le llegaron al palacio de El Escorial los rumores sobre el miedo y la indefensión que parecía estar mostrando España con respecto a las continuas incursiones del pirata:
«En Madrid se habla muy sueltamente sobre los daños que ha hecho el inglés Francisco Draque [en referencia a Drake]. Con palabras muy descompuestas y desordenadas, se da a entender que no se ha puesto el remedio que se debería, lo que hace sospechar que ha puesto de mal ánimo a los vasallos, [por el hecho de] no mirar con la gran prudencia y consideración con que su Majestad suele atender y prevenir [estos ataques] al proveer a sus súbditos de todo lo necesario».
El conde de Barajas, presidente del Consejo de Castilla, recibió órdenes de investigar. Su respuesta fue extraordinariamente franca: «Aunque en todas partes hay personas malas y de intenciones inquietantes, [los críticos] desean ver lo que Su Majestad provee en secreto para que las cosas en estos reinos vayan bien, y que vaya cundiendo en esta materia que es tan importante y que se ve públicamente que depende de Inglaterra y del inglés Francisco Draque».
El fantasma de Drake
Estas palabras constituyen, según las definía Geoffrey Parker en ABC, la primera referencia clara de una manifestación del sentir popular en la España de los Austrias. «Se trata de un debate abierto entre los vasallos comunes, concernidos por lo que el Gobierno estaba haciendo, y dejando de hacer, en una materia tan extraordinaria y pública como eran los ataques del pirata inglés», aseguraba el célebre historiador británico.
El implacable Francis Drake se convirtió en una especie de fantasma en el imaginario popular, como quedó demostrado en la madrugada del 3 al 4 de mayo de 1589. El pirata contaba entonces con una flota de 150 buques –algunas fuentes hablan de 200– y más de 23.000 ingleses, que hizo su aparición una vez más en las costas de La Coruña. Presa del nerviosismo, Felipe II llegó a pensar que había perdido el favor de Dios. Sin embargo, el arrojo y la capacidad de resistencia demostrada por los gallegos en aquel momento fue muy diferente.
El corsario ordenó desembarcar a 10.000 de sus hombres, durante la mañana del día 4, para tomar posiciones. Su avance por mar fue ralentizado por los cañonazos de los buques españoles que defendían la ciudad desde la costa: una nao, dos galeras y un galeón. No era mucho, por lo que los ingleses consiguieron llegar a tierra y tomar el barrio de la Pescadería ubicado fuera de los muros. En esa operación mataron a 70 españoles y capturaron la artillería del Galeón San Bernardo. Dos días después, Drake exigió la rendición de los 1.500 defensores, pero estos se negaron.
La respuesta del pirata fue volar una parte de la muralla de La Coruña, lo que les dejó un paso importante al corazón de la ciudad. Los españoles resistieron, contra todo pronóstico, las embestidas de los invasores. El día 16 de mayo, cuando parecía que los gallegos iban a sucumbir, se cuenta que María Pita, una de las defensoras cuyo marido había muerto en los muros, acabó con el alférez que portaba la bandera inglesa y la ondeó en señal de duelo. De esta forma llenó de animó el corazón de las tropas españolas, que dieron la vuelta a la contienda. Al parecer, los hombres de Drake acabaron retirándose a sus bajeles el día 18 tras perder dos barcos y huyeron de las costas.
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