Cuando la España imperial se asentó en Taiwán pero mantuvo buenas relaciones con China

La entrada en las aguas asiáticas de los españoles desde el este coincidió con la iniciada por los portugueses desde el oeste. Mientras la Monarquía hispánica se asentaba en Filipinas, los portugueses creaban factorías comerciales en torno a China y Japón. Portugal fue el primer país europeo en llegar a Taiwán, bautizada por estos como Formosa en 1544. No obstante, no fue hasta julio de 1582 que un barco portugués que hacía la ruta entre Macao y Japón naufragó en sus costas y tomaron los europeos suelo allí, en una isla habitada por un pueblo de habla malayo-polinesia. Para entonces, España y Portugal formaban parte de la misma Corona de Felipe II.

Varios jesuitas formaban parte de la tripulación naufragada, aprovechando su paso por la región para evangelizar a sus moradores. Otro célebre religioso, el dominico Juan Cobo, murió en la isla en 1592, cuando volvía a Filipinas tras realizar una misión diplomática ante el emperador japonés

Los japoneses intentaron sin éxito tomar la isla, pero serían los neerlandeses quienes en 1602 establecieron en Batavia, actual Yakarta, en la isla de Java, una sede de la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales, una empresa privada con objetivos meramente comerciales y que suponían, por su mera existencia, un desafío al Imperio español. Desde Batavia, los neerlandeses consiguieron establecer relaciones comerciales con el shogunato japonés y tímidamente con la dinastía Ming. Desde Manila, los españoles vieron con preocupación la incursión de esta nación calvinista en el Pacífico, hasta el punto de que se organizaron para expulsarlos de cada .

El capitán general de las Filipinas puso en manos de Antonio Carreño Valdés un desembarco español en el norte de la isla, que rebautizaron con el nombre de Todos los Santos. España se asentó concretamente frente a un peñón al noreste de Taiwán, tradicional punto de encuentro entre chinos y japoneses. En torno al puerto de la Santísima Trinidad, los europeos crearon una red de fortificaciones en torno al fortín de San Salvador, con un contingente de 200 españoles y poco más de una docena de piezas de artillería.

En 1628 los españoles establecidos en Keelung recibieron refuerzos y decidieron extenderse hasta Tamsui (Danshui), región situado en la desembocadura de un río, y ese mismo año edificaron la fortificación de Santo Domingo, construida con tierra y estacada. En la zona había arroz y también azufre, materiales necesarios para la fabricación de la pólvora y defenderse en condiciones.

La posición española en Taiwán tenía objetivos militares, pero también buscaban incentivar el comercio con los chinos, con los que España mantenía muy buenas relaciones, y ser un puente hacia la evangelización de la región. El asentamiento fue habitado entre 1624 y 1642 por un contingente de españoles y filipinos. Además de a la hostilidad de ciertas tribus, que impedía avanzar hacia el interior, los españoles debieron enfrentarse a los tifones, las epidemias y a las incursiones holandesas, que chocaron varias veces contra los fuertes bien pertrechados. En 1641, año en que España y Portugal se separaron de nuevo, los holandeses enviaron una expedición para desalojar a los españoles del norte. No lo consiguieron, pero al año siguiente, con la España de Felipe IV sumida en una crisis interna, la resistencia cedió. Era demasiado esfuerzo para tan poco premio.

El control holandés sobre las zonas costeras de la isla continuó hasta el año 1662, cuando ellos también fueron expulsados tras un levantamiento local. La presencia de europeos en Taiwán se interrumpió coincidiendo con el auge de la dinastía Qing en China, pero resucitó a mediados del siglo XIX con la crisis de este imperio. Los barcos británicos campaban por la costa de Taiwán como si fuera de su propiedad y durante las Primera Guerra del Opio se produjeron en sus aguas enfrentamientos con los chinos. Como resultado de la Segunda Guerra del Opio, el Tratado de Tianjin (1858) concedió a los europeos importantes privilegios comerciales en la isla.

En 1895, tras la primera guerra sino-japonesa, China fue obligada por el Tratado de Shimonoseki a ceder Taiwán a Japón a perpetuidad. Sin embargo, la isla volvió a ser territorio chino Tras la derrota japonesa en la Segunda Guerra Mundial.