La entrevista al gran héroe de la URSS que el Kremlin ocultó medio siglo «por decir la verdad» sobre Hitler

El mariscal Georgi Zhukov fue entrevistado en 1966, pero las autoridades prohibieron su emisión y ordenaron destruir la cinta. Antes, un espía ruso la robó y ocultó en el archivo, donde estuvo clasificada como alto secreto durante décadas

Morir matando: el recuerdo traumático de los supervivientes españoles de la masacre de Manila

Israel Viana

Madrid

La entrevista concedida por el célebre mariscal Georgi Zhukov nunca fue emitida en la televisión soviética. Fue realizada en 1966, por el escritor Konstantín Símonov, para un documental con motivo del 25 aniversario de la Batalla de Moscú. Sin embargo, las respuestas del que ... fue uno de los artífices de la derrota de la Alemania nazi en la URSS no gustaron a las autoridades soviética y no solo prohibieron su emisión, sino que, además, ordenaron que la cinta se destruyera de inmediato.

Antes de que esto ocurriera, Vladímir Pozner, agente soviético que espió para Estados Unidos y padre del popular presentador del mismo nombre, robó la grabación, la editó en un estudio de cine diferente al oficial y la envió al archivo del Gobierno, donde estuvo clasificada como alto secreto durante décadas sin que nadie se percatara. Pero, ¿qué decía Zhukov en aquella entrevista, más de veinte años después de que hubiera acabado la Segunda Guerra Mundial, que pudiera molestar tanto a la cúpula comunista?

En plena Guerra Fría, sus palabras ponían en duda la versión oficial defendida siempre por la historiografía soviética sobre la encarnizada y heroica resistencia de Moscú. Según esta, la victoria sobre las tropas de Hitler, en octubre de 1941 se debió únicamente a la heroica lucha y el sacrificio del Ejército Rojo, que habría impedido la entrada de los nazis en la capital rusa. Para Zhukov, sin embargo, el factor principal que ayudó a la URSS a mantener a raya a sus adversarios no fue tanto el valor de sus soldados, sino el durísimo invierno que se vivió aquel año, tal y como le había ocurrido a Napoleón 130 años antes.

El mariscal, encargado de la defensa de la capital en octubre de 1941, se preguntaba en la entrevista: «¿Que si los comandantes tenían la confianza de que seríamos capaces de detener al enemigo? Debo decir, francamente, que no teníamos la certeza total de que podríamos frenar su progresión hacia Moscú. Pensábamos que sería posible cortar el avance de las unidades nazis de vanguardia, pero si hubiesen desplazado más deprisa el grueso principal de sus fuerzas, habría sido muy difícil que consiguiéramos pararlos».

Hacia Moscú

Hitler había intentado primero someter a los británicos, pero había fracasado. No contentó con ello, a finales de 1940 se fijó un nuevo objetivo, la conquista de la URSS, ya que el gigante comunista fue siempre su verdadero enemigo. Aquella campaña fue, probablemente, el reto más complicado que Hiter emprendió en la Segunda Guerra Mundial, y con el que el dictador nazi quería cumplir su sueño de convertir a Alemania en un imperio continental que se extendiese desde el Atlántico hasta los Urales.

Anunció la conocida Operación Barbarroja a sus generales el 30 de marzo de 1941 y la puso en marcha el 22 de junio. Este último día, las ciudades más importantes del país recibían un telegrama urgente: «Tropas alemanas han cruzado la frontera de la Unión Soviética». Comenzaba el asalto colosal de tres millones de soldados y decenas de miles de tanques y aviones que avanzaban por un frente de 2.500 kilómetros desde el mar Negro hasta el Báltico. Según explica Michael Jones en 'El sitio de Leningrado: 1941-1944' (Crítica, 2016), la operación planificaba un triple asalto: el Grupo Norte se abriría paso por la región del Báltico y tomaría Leningrado, el Grupo Sur atacaría Ucrania con destino a Kiev y el Grupo Centro conquistaría Moscú.

En la entrevista con Simonov, el mariscal reveló cómo le llamó Stalin a principios de octubre para que fuera rápidamente a Moscú, con el objetivo de analizar la situación e intentar salvar lo que hasta entonces había sido una defensa vacilante en el frente occidental situado en los alrededores de Moscú: «Llegué a la capital por la noche e, inmediatamente, fui a su apartamento. Stalin estaba enfermo de gripe pero seguía trabajando. Nada más entrar en su habitación me mostró el mapa y me dijo: 'Mira cómo ha quedado la situación en el Frente Occidental. No puedo conseguir un solo informe claro sobre lo que está pasando en este momento. ¿Dónde están nuestras tropas?'».

Zhukov, leyendo la capitulación alemana. en 1945

Destruir fábricas y puentes

Después de esta reunión, Zhukov fue nombrado responsable de la defensa de Moscú y pronto constató cómo «desaparecían centros enteros de mando» bajo el empuje de la Wehrmacht. A mediados de octubre, los alemanes llegaron a Viazma, a 200 kilómetros de la capital, y el Kremlin ordenó la evacuación de civiles hacia el este y el envío de las reservas de oro y las obras de arte más importantes a los Urales. También elaboró un plan para, en caso de una inminente ocupación de Moscú, que procedieran a destruir las fábricas, los puentes y cualquier instalación estratégica.

Lo que más preocupaba a Zhukov, sin embargo, era el dispositivo defensivo instalado en la línea de Mozhaisk, a 110 kilómetros al oeste de la capital. Así lo explicó el mariscal en la entrevista de 1966: «Cuando me di cuenta de ese problema, telefoneé a Stalin. Le comenté que lo más urgente era ocupar esa línea, ya que en partes del Frente Occidental, en esencia, no había tropas soviéticas. Esa línea era, a todas luces, insuficiente».

El documental censurado se esforzaba en preservar la formidable reputación del mariscal. Esto se debe a que Zhukov era el oficial más condecorado del Ejército soviético y el único general que ha recibido el Héroe de la Unión Soviética en cuatro ocasiones. También estuvo presente en la rendición de los nazis en Berlín y fue nombrado gobernador militar de la zona de ocupación soviética en Alemania. Su fama es tal que cuenta con una estatua ecuestre en la entrada de la Plaza Roja.

En el documental se presentaba a nuestro protagonista como un hombre modesto empeñado en presentar la guerra contra Alemania como un triunfo de la gente común y no de las autoridades del Kremlin. En este sentido, subrayaba: «Cada soldado, oficial y general que participó en aquella lucha nunca olvidará una guerra tan difícil. Yo, más que cualquier otra cosa, lo que más recuerdo es la batalla por Moscú. Entendimos perfectamente lo que significaba e, incluso, todavía tengo presente hasta del más mínimo detalle. Moscú fue la prueba más dura».

Zhukov, durante el desfile de la victoria en la Plaza Roja de Moscú en 1945

La entrevista sale a la luz

En 2010, en la víspera del 65 aniversario de la victoria sobre la Alemania nazi, Pozner hijo ofreció en primicia la entrevista de Símonov Zhukov al primer canal público de la televisión rusa, Piervi, que la emitió porfin en horario de máxima audiencia. Con tal motivo, el periodista aseguró que las autoridades comunistas había ordenado destruir la cinta que salvó su padre «porque Zhukov decía la verdad». Y añadió: «En mi opinión, todos los que participaron en la guerra tienen derecho a saber la verdad sobre la batalla de Moscú».

Esta batalla se prolongó hasta enero de 1942, debido precisamente a la línea de defensa que se levantó alrededor de la capital. Cerca del aeropuerto moscovita de Sheremétievo, en la carretera de San Petersburgo, está marcado el punto donde se logró contener a los tanques alemanes. Después de aquella hazaña, Zhukov participó en la toma de Berlín de 1945 y fue uno de los protagonistas en el desfile de la Victoria. Después, sin embargo, cayó en desgracia. Su enorme popularidad despertó los celos de Stalin, que lo arrinconó como jefe de la región militar de Odessa, Ucrania.

Al morir Stalin en 1953 y llegar Nikita Kruschev, Zhukov volvió a disfrutar de prestigio al ser nombrado ministro de Defensa. Cinco años después, las relaciones entre ambos se deterioraron, pues el veterano mariscal no veía con buenos ojos el rearme nuclear que su país estaba llevando a cabo en plena Guerra Fría y fue destituido. Tenía 62 años y se retiró a escribir sus memorias. Tras años de sufrir enfermedades cardíacas, murió de un ataque al corazón el 18 de junio de 1974. Fue incinerado y sus cenizas fueron depositados en una necrópolis junto al Muro de Berlín.

Artículo solo para suscriptores

Accede sin límites al mejor periodismo

Tres meses 1 Al mes Sin permanencia Suscribirme ahora
Opción recomendada Un año al 50% Ahorra 60€ Descuento anual Suscribirme ahora

Ver comentarios