Los edificios ocultos bajo la Puerta del Sol: de colosales iglesias a un gran hospital

La famosa plaza de Madrid en la que se han comenzado a escribir muchas páginas de la historia de España era muy diferentes en los siglos XV y XVI, durante sus inciertos orígenes como «calle Ancha»

La enorme ciudad fortificada que Napoleón construyó en el centro de Madrid de la que nunca oíste hablar

Vista del templo y de la fuente de la Mariblanca hacia finales del siglo XVIII

Israel Viana

Madrid

La revista 'Blanco y Negro' y el diario ABC han sido testigos de la transformación de la Puerta del Sol en los últimos 132 años. En nuestro archivo, con más de quince millones de fotografías, se conservan miles de imágenes del céntrico ... enclave madrileño. Desde las gigantescas nevadas de 1907, con los operarios abriendo paso a los tranvías con las palas, hasta los vecinos esperando a que se cuelguen los carteles del gordo de la Lotería de Navidad de 1915, pasando por la inauguración del Metro con el Rey Alfonso XIII en 1921, la celebración de la proclamación de la Segunda República en 1931 y la obras de remodelación en 1950.

Entre nuestra documentación se pueden encontrar, incluso, ilustraciones realizadas hace más de un siglo sobre las batallas que los madrileños mantuvieron, con los soldados de Napoleón, en la plaza, al inicio de la Guerra de Independencia. La Puerta del Sol es el escenario donde han comenzado muchas páginas de la historia de España. Todas esas imágenes, sin embargo, tienen en común que el aspecto de los edificios que la conforman apenas ha cambiado. La arquitectura del siglo XIX no dista demasiado de la actual, así que ahora vamos a contarte qué había allí antes… mucho antes de que existieran las cámaras fotográficas.

«La Puerta del Sol debía de ser en principio un torreón almenado como los de las murallas de Toledo o de Ávila, y tuvo cierta importancia militar en tiempos de las comunidades de Castilla. El venerable maestro de Cervantes, Juan López de Hoyos, conoció aún la puerta en pie, y dice que fue derribada a mediados del siglo XVI para ensanchar y desenfadar una salida tan principal como aquella. Ya entonces la población comenzaba a expandirse hacia el Este», podía leerse en 'Blanco y Negro' el 17 de enero de 1903.

No cabe duda de que la icónica plaza donde cada 31 de diciembre celebramos el año nuevo ha ido adquiriendo, desde sus inciertos inicios como «calle Ancha» en el siglo XVI, su carácter como uno de los lugares más relevantes de nuestra historia. Eso se debe a que todas las calles adyacentes acabarían teniendo una salida común de la ciudad que el pueblo denominó entonces «Puerta del Sol», ubicada en la entrada de la actual calle Preciados. No obstante, en algunos documentos de la época se le da más importancia a la Puerta de Guadalajara, que se encontraba en la actual calle Mayor.

Pequeño tamaño

Algunas crónicas antiguas aseguraban que el tamaño de la citada «calle ancha» apenas superaba los dos carros. El artículo de 'Blanco y Negro' aclaraba en este sentido: «Para formarse una idea de lo que era esta gran plaza, es menester tener en cuenta que no ocupaba ni la cuarta parte del espacio actual. Donde hoy está el Ministerio de la Gobernación, había unas cuarenta casuchas de portal y balcón estrechísimos habitadas por gente de no muy honesto vivir. Este desagradable vecindario se extendía entre las calles Mayor y Arenal, y en el vértice del ángulo se alzaba imponente, barroca, pesadísima, la mole de la Iglesia de San Felipe».

La misma crónica cuenta que, siguiendo la acera del Ministerio, «pronto te tropezabas con otro caserón inmenso, triste, sombrío, de altas paredes apenas rasgadas por míseros ventanucos». Era el convento de la Victoria, desde cuyas pequeñas ventanas los sacerdotes vigilaban el movimiento de los comerciantes que montaban sus puestos de carne y verduras todas las mañanas. «El lugar se convertía en escenario de motes y dicharachos y teatro de disputas y altercados», añadía.

«El frente o fachada que hay entre la Carrera de San Jerónimo y la calle Alcalá –continuaba– avanzaba casi hasta el centro de la actual plaza y lo formaba un solo edificio, el hospital e iglesia del Buen Suceso. Frente a su puerta estaba la fuente de Mariblanca, tantas veces mencionada en jaranas, romances y entremeses. El aspecto general de aquello, que en realidad más que una plaza era una encrucijada o pasadizo, no podía ser más feo, mezquino y triste, pero así se conservó hasta que se acordó derribar poco a poco las viejísimas casuchas».

Las obras de la Puerta del Sol

En junio de 2006, durante las obras que el Ministerio de Fomento llevó a cabo en la Puerta del Sol para construir la actual estación de Cercanías, sacaron a la luz los restos de la cimentación de esta antigua iglesia que hizo las veces de hospital desde el siglo XV. Los técnicos de la Dirección General de Patrimonio Histórico habían barajado esa posibilidad, pero lo cierto es que la mayoría de los madrileños se llevaron una sorpresa.

Poca gente sabe hoy que bajo el suelo de la plaza más famosa de España existió, durante más de quinientos años, este gigantesco templo y hospital. Fue demolido en 1854. Siete años después, Mesonero Romanos en el libro 'El antiguo Madrid' que fue construido por orden de Juan II de Trastámara, en 1438, justo al lado de una ermita dedicada a San Andrés ya desaparecida. Su objetivo, socorrer y curar a los miles de contagiados por la peste negra que arrasó la ciudad aquel año. Según el escritor, era el sitio perfecto, porque la gran explanada de la actual plaza todavía estaba fuera de los límites marcados por la muralla de la ciudad a mediados del siglo XV.

En 1529, Carlos I ordenó reconstruir el Buen Suceso y le otorgó el título de Hospital Real de la Corte, que luego fue refrendado por el Papa Clemente II mediante una bula. El conjunto arquitectónico estaba formado por varias construcciones, entre las que estaban, además de la ermita de San Andrés, algunas viviendas y corrales y el humilladero, todo ello organizado alrededor de un patio que se dedicó a curar a los soldados y a la servidumbre de la Casa Real, así como a cualquier ciudadano que sufriera un accidente.

Primera Casa de Socorro

«Puede afirmarse que el hospital fue la primera casa de socorro que existió en Madrid», aseguraba Carlos Luís de Cuenca, en 1898, en 'La Ilustración Española y Americana'. Las obras de remodelación se prolongaron hasta 1561, durante el reinado de Felipe II, y también se iniciaron las de la Iglesia de San Felipe, que duraron hasta 1607. Los primeros diseños de ambos edificios fueron realizados por Juan de Herrera, el arquitecto responsable del Monasterio de El Escorial. Cuando su salud se deterioró, Francisco de Mora heredó el proyecto.

Mesonero Romanos afirma también que el nombre de «Buen Suceso» no lo recibió hasta principios del siglo XVII, debido a una Virgen traída de Roma por Gabriel de Fontanet, encargado de la enfermería y miembro de la orden fundada por Fray Bernardino de Obregón. Había ido hasta la capital italiana para solicitar la autorización del Papa Pablo V para extender la labor de su orden por toda España. Durante el viaje, se resguardó en una cueva por una tormenta y se encontró la imagen. Al contarle el hallazgo, el Pontífice lo calificó de «buen suceso», una expresión que utilizó para bautizar al templo.

Desde su construcción, la iglesia-hospital vivió infinidad de problemas, hasta que, 1695, estaba amenazado de ruina. Para salvarla, se plantearon dos posibilidades: mantener la planta del edificio antiguo o ampliarla a costa de la lonja, añadiendo un tramo a los pies de la nave principal y las correspondientes capillas laterales. Se optó por la segunda, ya que cada vez asistía más gente a misa y era necesaria una ampliación. Eso obligó a levantar una nueva fachada y a modificar la cúpula, aunque sobrevivió en la entrada la antigua portada dórica con los escudos reales.

Demolición del Buen Suceso

El encargado de los trabajos fue el Maestro Mayor de las Obras Reales, José del Olmo, que tuvo que reedificar prácticamente la iglesia del anterior responsable. Llegó a modificar la disposición del templo original, pero logró que se mantuviera acorde con el modelo anterior. Durante los tres años siguientes se terminó la cúpula y, en 1700, se acabó el edificio, que vivió en relativa paz durante un siglo, con una afluencia masiva de feligreses a medida que la Puerta del Sol iba ganando peso como centro de la capital.

El 2 de mayo de 1808, sin embargo, Madrid fue tomada por las tropas de Napoleón. Comenzaba la Guerra de Independencia y José Bonaparte convirtió el Buen Suceso en un cuartel y un hospital para sus soldados. Todas las propiedades fueron requisadas y la Virgen, que milagrosamente se había salvado, fue trasladada a la cercana iglesia del Carmen. No pudo regresar a la Puerta del Sol hasta 1813, cuando el Rey francés salió por fin de la ciudad tras la derrota de su Ejército. La iglesia siguió con sus funciones religiosas y tuvo que ser reformada en varias ocasiones, pero estaba en tan mal estado que, en 1854, las autoridades ordenaron demolerla.

La Puerta del Sol comenzaba una nueva vida hacia su aspecto actual, que contaba así el diario 'La Nación': «Parece que la gran obra de ensanche se iniciará en mayo. Más de veinte edificios se vendrán a tierra, entre ellos, la iglesia del Buen Suceso y todas las casas que forman la esquina entre dicha plaza y la calle del Arenal, hasta la casa de los condes de Oñate. El derribo empezará precisamente por esta iglesia. La Reina ha manifestado deseos de que, en este mismo punto, se construya otro templo que mire de frente a la plaza».

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