Las cartas olvidadas en las que Franco expresó sus deseos sobre los restos de Primo de Rivera
ABC conserva la correspondencia que el dictador español mantuvo con los hermanos del fundador de Falange para comunicarles sus de deseo y pedirles permiso para exhumar el cadáver y enviarlo al Valle de los Caídos
Madrid
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Iniciar sesiónEl ministro de Presidencia, Félix Bolaños, confirmó este jueves que la exhumación de los restos de José Antonio Primo de Rivera anunciada para este lunes 24 de abril será «un paso más en la resignificación del Valle de los Caídos, porque ninguna persona ... tendrá allí un lugar preminente». Se trata, añadió de «un paso más» para que «no se homenajee, que no se enaltezca a ninguna persona, a ninguna ideología que evoque la dictadura».
La fecha ha sido elegida por el Gobierno, que da así cumplimiento a la solicitud de la familia de proceder al traslado de los restos del fundador de Falange a un cementerio religioso tras la entrada en vigor de la Ley de Memoria Democrática el pasado mes de octubre. Su destino será el cementerio de San Isidro, siguiendo la voluntad expresada por José Antonio Primo de Rivera en su testamento, donde pedía ser enterrado «en tierra bendita y bajo el amparo de la Santa Cruz».
La familia ya anticipó en octubre su voluntad de que la exhumación de los restos de Primo de Rivera no se efectuase del mismo modo que la de los restos de Franco en 2019.
Los restos de Primo de Rivera serán exhumados el próximo lunes
Víctor Ruiz de AlmirónSe trata de una petición expresa de la familia del fundador de Falange tras la entrada en vigor la Ley de Memoria Democrática
Fue precisamente el caudillo español quién tomó la decisión de que Primo de Rivera fuera enterrado en el Valle de los Caídos. Así se lo expresó a la familia en una carta fechada el 7 de marzo de 1959, que fue respondida por los hermanos del fundador de Falange, Miguel y Pilar Primo de Rivera, el 11 de marzo. Dos documentos históricos que cobran relevancia de nuevo con la exhumación de sus restos, a las que ABC tuvo acceso en exclusiva y que publicó aquel mismo año en su portada.
Cinco exhumaciones
Esta, sin embargo, no será la primera vez que se exhumen los restos de José Antonio Primo de Rivera, sino la quinta. Tras su fusilamiento a las 6.20 de la mañana del 20 de noviembre de 1936 en el patio de la cárcel de Alicante, el cadáver del fundador de Falange fue arrojado a una fosa común de la que fue exhumado dos años después, para darle sepultura en el nicho número 515 del cementerio de Nuestra Señora de los Remedios en la misma ciudad.
Al terminar la Guerra Civil, sin embargo, los falangistas exigieron el máximo honor para su jefe y que sus restos fueran trasladados al Monasterio de El Escorial frente al altar mayor. En aquel momento, Franco estaba muy apoyado por dicha organización por consejo de su cuñado y ministro Ramón Serrano Suñer y el dictador aceptó. Allí permanecieron hasta 1959, cuando terminaron las obras de la basílica menor de la Santa Cruz del Valle de los Caídos. Los falangistas pidieron entonces que se trasladaran sus restos para enterrarlos ante el altar mayor.
Fue en ese momento cuando Franco mantuvo la mencionada correspondencia privada con la familia de Primo de Rivera para pedirle permiso. En aquella primera carta, que ABC publicó el 21 de 1959, el jefe de Estado les explicaba a los hermanos del finado las razones por las que había tomado la decisión, sin saber todavía que el mismo compartiría espacio cuando con él 16 años después.
«Levantada para acoger a los héroes»
«Queridos Pilar y Miguel: Terminada la grandiosa Basílica del Valle de los Caídos, levantada para acoger a los héroes y mártires de nuestra cruzada, se nos ofrece como el lugar más adecuado para que en ella reciban sepultura los restos de vuestro hermano José Anboriio, en el lugar preferente que le corresponde entre nuestros gloriosos caídos. Aunque su señera y trascendente figura pertenece ya a la historia y al movimiento, al que tan generosamente se entregó, y siendo sus dos hermanos sus más inmediatos allegados, es natural seáis vosotros los que deis vuestra conformidad para el traslado de los restos, que reposarán allí, en la misma forma y disposición que hasta hoy han tenido en el Monasterio del Escorial. Este es el objeto de esta carta, ya que se aproxima el día primero de abril, señalado para la inauguración del monumento. Con este motivo muy cariñosamente os recuerda vuestro amigo».
Pilar Primo de Rivera no solo era la hermana de José Antonio, sino la fundadora de la Sección Femenina de Falange y la mujer a la que Ernesto Giménez Caballero –teórico del fascismo español, profesor, poeta, escritor y embajador de España en la era de Franco– intentó casar con Hitler. Un plan para el que, incluso, llegó a viajar a la Alemania nazi y reunirse con el círculo más cercano del genocida antes y después del inicio de la Segunda Guerra Mundial. Miguel, por su parte, fue procesado en el mismo juicio en el que su hermano José Antonio fue condenado a muerte por apoyar la rebelión de Franco. Él, sin embargo, a treinta años de cárcel y su mujer, a seis.
El origen del juicio hay que buscarlo en el 14 de marzo, cuatro meses antes de que estallara la Guerra Civil, cuando José Antonio ya era diputado de la coalición conservadora monárquica. Ese día, el fundador de Falange, su hermano Miguel y otros falangistas fueron detenidos por haber obviado la prohibición de hacer uso de un centro en el que, según explicó la prensa, había sido cerrado dos semanas antes, al descubrirse en su interior «algún olvidado pistolón, algún cargador y alguna porra». Es decir, por posesión ilícita de armas.
Encarcelamiento
José Antonio y Miguel fueron encerrados en las dependencias de la Dirección General de Seguridad para ser interrogados y, poco después, enviados a una celda de la cárcel Modelo de Madrid. Desde allí, en la madrugada del 5 al 6 de junio fueron trasladados a la prisión de Alicante por miedo a que se fugaran. En su nuevo destino se produjo el golpe de Estado, razón por la cual fueron juzgados por segunda vez por conspiración y rebelión militar, siendo condenados a la mencionada pena capital y a los treinta años de prisión, respectivamente, que fueron suprimidas al terminar la guerra.
Ambos hermano respondieron a dicha misiva cuatro días después, el 11 de marzo de 1959, con las siguientes palabras:
«Nuestro respetado general: Tanto Pilar como yo agradecemos en todo su valor vuestra carta, que viene a mostrarnos hasta qué punto guardáis un sincero y profundo cariño y respeto hacia la persona y la obra de nuestro hermano José Antonio. Levantada, como decís, la Basílica del Valle de los Caídos para acoger a los héroes y los mártires de nuestra cruzada, nos parece justo y nos honra vuestro designio de depositar en ella los restos mortales de nuestro hermano. Creemos también interpretar así el deseo de José Antonio de reposar junto a sus camaradas y que ese mismo es el sentir de Falange, que bajo la jefatura de V. E. tan leal sigue siendo a su memoria y a su idea. Desearíamos que el traslado desde el Monasterio del Escorial hasta la Basílica del Valle de los Caídos tuviera, lo más posible, carácter íntimo y recogido, como está efectuándose el de todos aquellos que, de ahora en adelante, han de acompañarle y compartir con él sufragios y honores. Reciba V. E. el respetuoso afecto de Miguel y Pilar Primo de Rivera».
El «cariño y respeto» y afecto al que se referían los hermanos del fundador de Falange, sin embargo, ha sido puesto en duda, incluso, por algunas personas del entorno del dictador. Por ejemplo, su ministro de Exteriores, Ramón Serrano Suñer, que escribía en sus memorias: «Respecto a José Antonio no será gran sorpresa decir, para los bien informados, que Franco no le tenía simpatía. Había en ello reciprocidad, pues tampoco José Antonio sentía estimación por Franco y más de una vez me había sentido yo mortificado, como amigo de ambos, por la naturaleza de sus críticas. Allí, en Salamanca, me tocaba sufrir la contrapartida. A Franco el culto a José Antonio, la aureola de su inteligencia y de su valor, le mortificaban».
Además, en 1957 se produjo un drástico cambio ministerial en el que Franco hizo salir a los falangistas de su Gobierno, colocando en su lugar a los tecnócratas, que se hicieron con el control de la Economía. Aún así, Franco siguió adelante con el traslado, aunque Franco puso una condición: que el transporte se realizara en furgón funerario. La Falange se negó e impuso que este fuera a hombros, al igual que había ocurrido en la marcha de 1939. Así, el 30 de marzo de 1959, dos días antes de que se inaugurase el monumento, miembros de la Vieja Guardia de dicho partido cargaron con el ataúd por turnos durante las cuatro horas que tardaron en realizar el recorrido.
Franco, a pesar de las 'cariñosas' cartas enviadas a Miguel y Pilar Primo de Rivera, no estuvo presente por temor a que los seguidores de José Antonio le abuchearan.
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