El biógrafo de Isabel II: «La Reina estaba en contra del Brexit, aunque nunca lo dijo en público»
El historiador Robert Hardman publica la biografía 'Isabel II, vida de una Reina, 1926-2022', con el objeto de mostrar la personalidad de una conocida muy desconocida
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Iniciar sesiónEn la madrugada del 9 de julio de 1982, un intruso con problemas mentales se las arregló para llegar a la habitación de la Reina en Buckingham sorteando la seguridad de palacio. Isabel II le dio conversación al hombre hasta que llegó la Policía. A ... los que la felicitaron por su templanza en un momento tan delicado, la Monarca rechazó el elogio con su particular humor: «Parece que se os olvida que paso la mayor parte de mi tiempo dándole conversación a desconocidos». Todos pensaban conocerla, pero solo un círculo muy limitado sabía quién era Lilibeth.
El historiador Robert Hardman, uno de los mayores expertos de la Monarquía inglesa, acaba de publicar la biografía 'Isabel II, vida de una Reina, 1926-2022', con el objeto de mostrar la personalidad de una conocida muy desconocida sobre la que la historia ya ha empezado a dictar sentencia. «Su mayor acierto fue ser capaz de adaptarse, de cambiar con los tiempos, sin acelerarse; teniendo siempre calma, pero siendo decisiva. Pensando en el futuro sin olvidarse del pasado», señala el británico, que ha construido su libro con los Archivos Reales y con largas conversaciones con los miembros de la familia. Su obra contiene un sinfín de detalles íntimos y anécdotas de una mujer que comenzó su reinado con Churchill ocupando el número 10 de Downing Street y lo terminó con Truss, con la que se reunió dos días antes de fallecer en lo que fue su último acto institucional.
—¿Cómo consiguió cerrar un reinado tan largo y con tantos éxitos?
—Si pensamos en la Monarquía que ella recibió de su padre en 1952, es totalmente diferente a la que ella le ha entregado a Carlos. Ha cambiado desde las estructuras internas a las reglas para acceder al trono. Su secreto es que introdujo cambios graduales, nunca de manera radical, para que la monarquía pasara a ser proactiva, a decidir sobre su futuro sin depender, como antes, de que las cosas se hicieran porque era la tradición. Ahora se piensa qué es lo que hay que hacer y qué no.
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—¿Es una Monarquía con futuro?
—Pienso que sí, que es una institución muy popular, como vimos en los días después de su fallecimiento. No era pena o luto por ella, sino también mucho apoyo para el Rey Carlos. Esto ha sorprendido a la gente y ha roto la idea generalizada de que nadie podría sustituirla.
—¿Qué defectos se están pasando por alto en esta euforia en torno a la Reina?
—Como cualquier ser humano, también cometió errores. Sin embargo, si piensas en los 70 años de reinado te das cuenta de que nunca entró en pánico, nunca tomó decisiones aceleradas. Siempre actuaba con calma en las situaciones difíciles y, por tanto, tomó pocas decisiones equivocadas o impulsivas. En los años 90 vivió una serie de crisis muy importantes para ella, cuando se estaban separando Carlos de Diana, donde creo que la Reina se equivocó al permitir que esa situación se dilatara demasiado. Si lo hubiera resuelto antes, las cosas habría ido mejor. Más adelante aprendió de ese error, por ejemplo, cuando Harry y Meghan anunciaron que se iban de la Familia Real. Entonces la Reina fue muy clara. Le dijo a su nieto que no se puede estar a medias. O estás dentro o estás fuera. Actuó con rapidez.
—¿Era una mujer obsesionada con la forma en la que se le iba a recordar? ¿Veía 'The Crown'?
—No, ella nunca vio la serie ni le preocupaban esas cosas. Entendía que los medios están ahí y no hay por qué preocuparse. No obstante, al Príncipe Felipe sí le molestaban mucho algunos capítulos de 'The Crown', en especial uno en el que se inventaron por completo la realidad y le culparon de haber provocado que su hermana y su familia sufrieran un accidente de avión. Estaba muy dolido con esa serie.
—¿Cómo fue la relación de la Reina con el Rey Juan Carlos?
—Isabel estaba encantada de poder ayudar a otros monarcas. Se alegró muchísimo de que se restaurara la Monarquía en España porque fue un momento muy importante para las casas reales europeas. Pensaba que era muy importante para la democracia en España y para el mundo moderno. La gente a veces piensa que la Monarquía es una institución del pasado, una figura decorativa, pero ella no estaba de acuerdo. La restauración de la Monarquía española mostró que tenía razón, que sí tienen una función y un propósito. Además, he visto en los archivos que el gobierno británico estaba muy preocupado por la seguridad del Rey Juan Carlos, pues pensaban durante la Transición que lo iban a asesinar. Isabel le advirtió de esta posibilidad y apoyó en todo. Hablaban mucho por teléfono.
—¿Le dolió la abdicación del Rey Juan Carlos?
—Mucho. En aquel momento había una percepción en palacio, no sólo por lo ocurrido en España, sino por la abdicación en Holanda, Bélgica, Qatar, Japón y hasta el Papa Benedicto, de que todo el mundo de su generación se estaba jubilando. Sin embargo, no se planteaba hacer lo mismo. Comprendía que en cada país las cosas se hacen de una manera, pero en su caso había hecho un juramento en su coronación, que es un acto religioso. Para ella era un juramento religioso que no pensaba quebrantar. Tenía muy claro que lo iba a cumplir hasta el final.
«Isabel se alegró muchísimo de que se restaurara la Monarquía en España»
—Hay quienes han tachado a Isabel de favorable al Brexit, usted defiende justo lo contrario.
—Isabel apoyó la entrada en la UE claramente con diferentes discursos donde defendió que era una buena idea. Durante el tiempo que estuvimos dentro, habló en el Parlamento de Estrasburgo, visitó la Comisión y, como cabeza de la Monarquía constitucional, respaldó a los ministros que estaban a favor de quedarse. A nivel privado, quizás no lo vamos a saber nunca con seguridad, pero creo que entendía que Gran Bretaña era más fuerte en la UE. Estaba en contra del Brexit, aunque nunca lo dijo en público. Siempre procuraba mantener sus pensamientos en privado.
—¿Era otra mujer en privado?
—Tenía un enorme sentido del humor y cada vez disfrutaba más saltándose los protocolos. Cuando estaba con amigos jugaba a adivinar con mímica los títulos de películas y libros. También le gustaba hacer conciertos y escenas cómicas en su yate. En un viaje por el Pacífico ayudó a ponerse un sostén a uno de sus asistentes para vestirle de mujer. Tenía un humor particular.
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—¿Se sentía arrepentida por cómo gestionó la muerte de Diana?
—No creo que lo viera como un error. Para ella la prioridad era cuidar a esos nietos que habían perdido a su madre. Es decir, había que proteger a la familia por encima de todo lo demás. Quizás debería haber vuelto antes a Londres y mostrar su pena públicamente, pero lo que le interesaba era ejercer de abuela. Cuando finalmente regresó a Buckingham Palace, las masas se calmaron. Habían estado enfadadas y les bastó verla para calmarse. Fue un mensaje muy claro y cambió mucho el resultado de los acontecimientos.
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