Sembrar Madrid de bombas: la amenaza comunista que denunció la Cruz Roja al final de la Guerra Civil

ABC accede en exclusiva a un informe en francés enviado a Ginebra sobre la labor humanitaria de la institución para salvar a presos políticos de la República en marzo de 1939

El informe de la Cruz Roja en el que se denunciaba la amenaza de los comunistas al final de la Guerra Civil ABC

Israel Viana

Informe del 31 de marzo de 1939, Madrid: «Ante los rumores que circulaban en los círculos comunistas sobre tomar al asalto las cárceles, prenderles fuego y fusilar a todos los presos, nos pusimos de acuerdo con el presidente de Cruz Roja Española para liberar, sin ... autorización oficial ni respaldo legal, a todos los presos políticos [de la República] que se encontraban en las cárceles de General Porlier, Duque de Sexto, Ventas y Hôpital (sic). Aproximadamente, 2.000 personas».

Este documento inédito hallado por ABC entre miles de expedientes del centro de documentación del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) está firmado por Andrés de Vizcaya , delegado adjunto de la institución en Madrid durante los últimos meses de la Guerra Civil . Consta de tres páginas que están escritas en francés y dirigidas a su sede central en Ginebra, Suiza, para informarles de la «intensa» actividad humanitaria llevada a cabo entre el 20 de febrero y el 28 de marzo.

Primera página del informe de la Cruz Roja, fechado el 31 de marzo de 1939 CRUZ ROJA

En palabras de Vizcaya, escritas tan solo cuatro días antes de que se leyera el último parte del conflicto: «Se temía, no sin fundamento, que se organizara un levantamiento comunista ante el malestar que había generado la pérdida de Cataluña por parte del Gobierno del doctor Juan Negrín . Por eso hemos intentado por todos los medios obtener la autorización necesaria para trasladar a Madrid a los condenados a muerte por delitos políticos que se encontraban en las prisiones de Alcalá de Henares y de la provincia de Cuenca. Eran 41. El objetivo era proteger sus vidas».

El informe constata que el final de la contienda fue caótico, complejo y polémico hasta en las tareas humanitarias. Fue la crónica de una muerte anunciada del bando republicano que ya se intuía desde los enfrentamientos entre anarquistas y comunistas, por el control de Barcelona, en mayo de 1937. Luego llegó la caída del Gobierno de Largo Caballero y, por último, el golpe de Estado del coronel socialista Segismundo Casado contra el presidente comunista Juan Negrín. A este último ataque interno se refiere Vizcaya como causa de que miembros del PCE quisieran «volar con explosivos varias áreas o edificios públicos de Madrid» antes de la llegada de Franco.

«Una vigilancia extraordinaria»

«Para evitarlo –continúa el delegado–, contactamos con el comandante general de Ingenieros, el teniente coronel Juan Muñoz Pruneda , que había arrebatado a los comunistas el mando del Batallón del Subsuelo y tenía apostada gente de toda confianza en las cloacas de la capital». Según cuentan Ángel Bahamonde y Javier Cervera en ‘Así terminó la guerra de España’ (Marcial Pons, 2000), corría el rumor desde hace semanas de que se había minado la capital. El miedo a una última tragedia estaba ahí.

Una calle de Madrid bombardeada durante la Guerra Civil

Siguiendo las órdenes del presidente Casado, Muñoz Pineda revisó todo el alcantarillado de la ciudad para comprobar que el rumor era falso. En dicha inspección estuvo presente Vizcaya, como señalaba en el informe: «También obtuvimos la promesa de que se organizaría una vigilancia extraordinaria en las entradas a las cloacas [...]. Caminamos por las alcantarillas y pudimos darnos cuenta de que, en los lugares peligrosos, todo estaba en una situación completamente normal. Nos cercioramos de que era imposible realizar actos salvajes de destrucción mediante explosiones».

Esta preocupación que sale a la luz hoy, tiene especial significado al proceder de una institución humanitaria como la Cruz Roja Internacional, que aportó una aureola de neutralidad en medio de las bombas. De hecho, su delegación en España, dirigida por el médico suizo Marcel Junod , salvó miles de vidas en ambos bandos, además de mediar en el intercambio de prisioneros, visitar a 89.000 de ellos y distribuir alimentos entre la población. Todo ello a pesar de que no siempre se respetó su labor.

Una Cruz Roja dividida

En ocasiones esta se vio enturbiada por el uso que intentaron hacer de ella los dos bandos, que llegaron, incluso, a crear sus propias delegaciones: una republicana presidida por el abogado Aurelio Romeo y otra franquista, con el conde de Vallellano al frente. En medio de toda aquella confusión, Vizcaya informaba también a la sede de Ginebra que, tras obtener la pertinente autorización del traslado de los presos políticos, partió junto a su compañero hacia la cárcel de Alcalá de Henares.

«Fuimos para hablar personalmente con los condenados a muerte y con el inspector general de Prisiones, que estaba en dicha localidad. Todos ellos preferían que no se realizara el traslado, pues se consideraban suficientemente protegidos al haberse reforzado la guardia de los penales y haberles entregado ametralladoras y bombas de mano para repeler cualquier intento de agresión. En consecuencia, tuvimos que abandonar el plan», lamentaba el delegado.

Los presos de las otras cárceles mencionadas al inicio del informe tuvieron mejor final: «Fueron trasladados en ambulancias a hospitales y apartamentos privados que nos ofrecieron garantías de seguridad. El desalojo de las prisiones se realizó en muy malas condiciones, ya que los alrededores estaban en poder de los comunistas . Eso constituía un grave peligro para las personas que, basándose únicamente en principios humanitarios, realizaban la evacuación bajo una lluvia de balas». La tarea, según advierte al final, no estuvo exenta de peligros: «Salimos ilesos de milagro, pues fuimos atacados frente al Hospital Central de la Cruz Roja en la calle O’Donnell, donde nos arrojaron dos bombas de mano contra nuestro coche, las cuales explotaron, afortunadamente, sin hacernos daño».

Artículo solo para suscriptores
Tu suscripción al mejor periodismo
Anual
Un año por 15€
110€ 15€ Después de 1 año, 110€/año
Mensual
5 meses por 1€/mes
10'99€ 1€ Después de 5 meses, 10,99€/mes

Renovación a precio de tarifa vigente | Cancela cuando quieras

Ver comentarios