Vicente G. Olaya: «El Ejército de Napoleón derribó castillos, iglesias y robó obras de arte sin parangón»
El periodista Vicente G. Olaya, especializado en Patrimonio Histórico, publica el libro 'La costurera que encontró un tesoro cuando fue a hacer pis' (Espasa) sobre algunos de los grandes hitos y anécdotas de la arqueología en España
Por Javier Santamarta del Pozo
—¿Se merece la arqueología española un mayor reconocimiento?
—Sin duda alguna. No somos conscientes de que la mayor parte de los grandes monumentos españoles perviven gracias a los arqueólogos. La Alhambra se mantiene porque muchas personas durante siglos, se dedicaron a cuidar y reparar ... las edificaciones que la componen.
—Mi fascinación por la Arqueología comenzó con 'Dioses, tumbas y sabios, de C.W. Ceram; y, La Biblia tenía razón, de Werner Keller. ¿Cuándo y por qué comenzó la de un periodista por esta rama de la Historia?
—Siempre me ha gustado mucho la Historia y la Arqueología. Prefiero una novela o un ensayo histórico a cualquier otro tipo de literatura. Creo que la realidad es mucho más interesante que lo que un escritor pueda imaginar. Nuestra historia es la más apasionante del mundo.
—El Tesoro de Guarrazar, la Dama de Elche, Altamira, Recópolis… ¿Cuál cree que puede ser el mayor descubrimiento arqueológico hecho en España?
—Cada uno tiene un valor muy distinto. Pero mi preferido es Guarrazar. Es una auténtica novela de aventuras, de espionaje, de política, de ambición, de avaricia, de inteligencia…
—Hay un permanente homenaje hacia una serie de nombres de arqueólogos absolutamente desconocidos. Siendo la arqueología algo tan tópicamente interesante (películas, novelas…) ¿como es aparentemente algo tan olvidado en España?
—Hay razones puramente ideológicas. Cuando se pone en duda que se haya llevado a cabo la Reconquista, cuando hay políticos que afirman sin sonrojarse que somos nueve naciones, cuando se habla de pueblos en departamentos estancos con Rh distintos o volúmenes craneales especiales, como si no llevásemos 20 siglos mezclándonos entre nosotros… pues la verdad no conviene a los intereses de los que viven de crear taifas. Solo les interesa convertir en supuestamente nacional las características culturales de cada zona de España.
—¿Debemos algo a la arqueología española por parte de extranjeros? ¿Era esto 'el lejano Oeste', un lugar sin ley, de la Arqueología europea?
—Mucho. Llegaron numerosos arqueólogos extranjeros a España a finales del XIX y principios del XX, fundamentalmente sacerdotes. La Iglesia siempre ha sido la gran tenedora de los archivos históricos, igual que el Ejército. También llegaron muchos ingenieros europeos que se toparon con numerosos yacimientos completamente desconocidos. Muchos trataron muy bien lo hallado y permitieron un avance importante de la arqueología nacional. Pero otros...
—A la hora de ir analizando estos descubrimientos, ¿cuál es la historia mas rocambolesca con que se ha encontrado en su investigación?
—El despiece de las reliquias del Cid es impresionante. Los Reyes castellanos y, posteriormente Carlos V, conservaron con el máximo respeto los huesos del héroe. Sin embargo, las tropas francesas durante la Guerra de la Independencia lo destrozaron, Por placer de destruir y de vejar. Repartieron los huesos por toda Europa. Camilo José Cela logró recuperar un trozo del cráneo. Se lo entregó a Menéndez Pidal el día de su 99 cumpleaños. Pidal lloró como un niño pequeño. Nuestro pasado, el que ahora quieren borrar políticos que no han leído un libro desde que dejaron el colegio.
—Habida cuenta de su trabajo de campo y en su opinión, ¿qué podría quedar por descubrir en España?
—Todo. El número de yacimientos que se registran en las cartas arqueológicas autonómicas supera los 10.000. Es decir, de esos hay constancia de que existen, pero indudablemente son muchísimos más. El principal, Tartessos, pero también los campos de batalla desde hace más de 2.000 años o los cientos de galeones hundidos próximos a nuestras costas y, en América.
—A medida que iba leyendo su libro, he notado un punto de indignación por varios atropellos cometidos contra nuestro patrimonio. ¿Cuál es el que le ha producido una mayor rabia?
—La destrucción del Madrid de los Austrias para construir un miserable túnel y un enorme aparcamiento. Estaban las casas, las tabernas, las tiendas, las calles. Se me saltaban las lágrimas. Se compraron periodistas, se atacó con saña a quienes defendíamos lo contrario. «Cuatro piedras» , dijo sin sonrojarse el alcalde de entonces..
—Hay un momento que recuerda de Madrid, que fueron las obras en las Plazas de Oriente y de la Armería, y se me vino una duda. ¿Pudo existir un Madrid godo?
—Existe, sin duda alguna. Durante las excavaciones de la Armería se halló una momia goda. He intentado muchas veces publicar la foto. No he podido. Todo han sido dificultades. También se han hallado rastros en piedra de ese Madrid visigodo, pero no se le da suficiente visibilidad. No entiendo por qué. Madrid, como ciudad, surge con la construcción de la alcazaba musulmana, pero eso no significa que fuera una zona deshabitada. Hubo pequeñas construcciones, tanto romanas como anteriores o posteriores.
«Las cabezas de las estaturas de los Reyes de Navarra, en Nájera, fueron utilizadas como dianas por las tropas de Napoleón»
—¿Quiénes resultaron más nocivos para nuestro patrimonio arqueológico, el ejercito de Napoleón o los nazis ?
—El Ejército de Napoleón, de eso no hay duda alguna. Derribó castillos, conventos, iglesias, robó obras de arte sin parangón, expolió, destruyó las tumbas de los Reyes de León para convertirlas en abrevaderos solo por el placer de hacerlo. Las cabezas de las estaturas de los Reyes de Navarra, en Nájera, fueron utilizadas como dianas por sus tropas.
—¿Hay algo por lo que haya, hoy en día, que luchar o que denunciar acerca algún tesoro a recuperar o salvar?
—La destrucción de las riberas del Duero a su paso por Soria, donde se quieren levantar miles de pisos a pesar de que nuestros grandes autores las han cantado. El yacimiento del Molinete, en Cartagena, el ayuntamiento quiere levantar pisos sobre restos romanos y fenicios. Y la destrucción sistemática de la Vega Baja en Toledo, ¡la capital de los visigodos!, con más malditos pisos.
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