El «camping» era en 1961 una rareza algo esnob reservada a los amantes de la naturaleza que podían permitírselo. El momento simbólico de encender un fuego, el estiramiento mañanero de los músculos y el aseo en las frías aguas del riachuelo puede que terminase por ... resultar algo incómodo. Álvaro García Pelayo, en esta esplendida diapositiva de color añejo, sintetiza muy bien aquel ambiente. Está bien el espíritu explorador y aventurero junto a la montaña, que demuestran estos héroes de la lona, pero un buen automóvil, una autocaravana y dos tiendas de campaña, conseguirían que esta pareja soportase bastante bien las incomodidades campestres. La botellita de vino hábilmente resguardada en la sombra, ayuda, qué duda cabe.
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